periférica de la capital guatemalteca aumentó a 69, mientras unas 300 personas continúan desaparecidas tras quedar sepultadas 125 casas, informó este sábado una fuente vinculada al rescate.
«El nuevo recuento indica que son 69 los muertos y unos 300 desaparecidos», indicó en rueda de prensa Julio Sánchez, del cuerpo de Bomberos Voluntarios y vocero del puesto de comando de rescate.
Explicó que el nuevo balance se hace en conjunto con las autoridades del municipio de Santa Catarina Pinula, 15 km al este de Ciudad de Guatemala, lugar donde se registró la tragedia la noche del jueves.
Previamente Sánchez había indicado en otra rueda de prensa que los muertos ascendían a 56 y los desaparecidos eran unas 350 personas.
El socorrista comentó que otras 2.500 personas fueron evacuadas, pero unas 50 familias que viven en las laderas del lugar de la tragedia se niegan a salir, pese a las peticiones para que abandonen la zona debido al peligro que corren.
Asimismo, el portavoz comentó que se suspendieron las tareas de rescate esta noche y continuarán el domingo con unos 200 socorristas y militares «porque no perdemos la esperanza de encontrar sobrevivientes».
A las tareas de rescate se sumarán unos 60 mexicanos, quienes llegarán al país con diez perros entrenados para buscar sobrevivientes, añadió.
En tanto, los entierros de los cadáveres rescatados continuarán el domingo en el cementerio de la localidad.
Entre las víctimas mortales figuran una decena de niños y adolescentes.
«Yo subí a hacer un mandado de mi mamá y cuando regresé ya no había nada», narró a la AFP un desconsolado joven de 17 años, Carlos Ac, quien sigue sin encontrar a su progenitora y siete hermanos.
Apostado en las afueras de una improvisada morgue, a unos 400 metros del lugar de la tragedia, el joven vestido con las únicas prendas que le quedaron, un pantalón de mezclilla gris y un abrigo negro, contó que su familia proviene de la ciudad de Quetzaltenango, unos 206 kms al oeste de la capital, y su sustento era la venta de tortillas.
En tanto, dos bomberos resultaron heridos al caerles un paredón encima cuando intentaban rescatar un cuerpo entre los escombros.
Escenas de destrucción
En el lugar se pueden observar colchones retorcidos y muebles destruidos, mientras un perro olfatea el sitio en busca de su amo desaparecido y aves carroñeras sobrevuelan el lugar del siniestro.
«Aquí ya no se puede habitar», lamentó escuetamente a la AFP Carlos Hernández, un electricista damnificado que con sus pocas pertenencias al hombro salió del lugar caminando entre los socorristas que trabajan en las tareas de rescate.
«Estamos dolidos por lo que pasó, estamos muy tristes», comentó a la AFP Elena García, una ama de casa de 50 años y vecina del sector de la tragedia.
Mientras continúan las labores de rescate, en el cementerio del lugar comenzaron los sepelios como el de Pamela Pérez, de 16 años, uno de los primeros cadáveres en ser rescatado.
Pérez fue sepultada en medio de un acto fúnebre evangélico con plegarias, en un panteón múltiple y en un ataúd de madera café con flores blancas sobre el féretro. Los padres y otros tres familiares de la joven siguen sin aparecer.
Según la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), la cantidad de víctimas mortales podría aumentar en las próximas horas en la aldea El Cambray II.
El titular de la entidad, Alejandro Maldonado, precisó que la estimación se hace al contabilizar unas 125 viviendas afectadas por el deslizamiento.
El deslave sorprendió a los vecinos en la oscuridad de la noche del jueves en una zona que ya había sido declarada de alto riesgo por estar asentada entre altas laderas y cercana a un río.