El Salvador
jueves 28 de noviembre de 2024
Mundo

Armenia, el país que podría quedarse sin mujeres por abortos selectivos

por Redacción


Si el bebé que está por nacer es niña, la familia presiona a la madre para que aborte y termine el embarazo solamente cuando se trate de un niño.

Como muchas armenias, Ani Kirakosyan teme quedarse embarazada porque si la ecografía muestra que su futuro hijo es una niña posiblemente el entorno familiar la presione para que aborte.

«Mis familiares me consolaron cuando di a luz a mi primera hija», recuerda Ani, de 27 años, residente en la capital, Ereván.

«Pero cuando mi segunda hija nació, mi suegra me dijo que no debía tener más. Que debía terminar por dar un hijo a mi marido», agrega.

En esta exrepública soviética del Cáucaso, donde el apego a los valores tradicionales sigue siendo fuerte, muchos hogares prefieren tener un hijo.

A tal punto que Armenia tiene la tercera tasa más alta de abortos selectivos de feto en el mundo, una cifra que aumentó drásticamente desde la disolución de la Unión Soviética.

El Fondo de Población de Naciones Unidas (FPNU) registró una media de 114 nacimientos de niños por cada 100 niñas en 2012, mientras que la norma «natural» es de 102 a 106 niños.

Según la organización, los abortos selectivos motivados por el sexo del bebé son particularmente frecuentes a partir del segundo hijo y representan 1.400 interrupciones del embarazo cada año.

«Dentro de diez o veinte años, estaremos frente a un déficit de mujeres lo que, combinado con un declive dramático de la tasa de natalidad, conducirá a una crisis demográfica seria», advirtió preocupado Garik Hairapetian, representante de Armenia en el FPNU.

«De aquí a 2060, 100.000 madres potenciales no nacerán en Armenia. Nos habremos convertido en una sociedad de hombres solteros», agregó.

Armenia sólo tiene por delante a China, que puso fin a su política del hijo único el año pasado, y por su vecino Azerbaiyán, donde el 53% de los recién nacidos eran niños en el primer trimestre de 2016, según cifras oficiales.

Algunos expertos han relacionado esta tendencia entre los dos rivales del Cáucaso a su disputa territorial en torno a la región disputada de Nagorny-Karabaj, sugiriendo que ésta crearía una atmósfera de inseguridad y una necesidad de «defensores de la patria» masculinos.

Pero Naciones Unidas atribuye el déficit de mujeres a las «estructuras patriarcales» que prevalecen en los dos países, a una tendencia a querer únicamente una familia reducida y al acceso extendido a las ecografías y al aborto.

– Abortos ilegales –

Como ya ocurría en la época soviética, el aborto sigue siendo el principal método de control de natalidad de Armenia, donde la práctica es gratuita en los hospitales públicos.

Los diputados armenios aprobaron este verano una ley destinada a invertir esta tendencia, obligando a los médicos a preguntar a las mujeres que deseen abortar sobre sus razones, y a rechazar el aborto si éste se debe al sexo del feto.

La ley prohíbe también los abortos posteriores a las 12 semanas, excepto cuando esté en peligro la salud de la madre, que el embarazo se deba a una violación o que se trate de una madre soltera.

Las ONG armenias que defienden los derechos de las mujeres criticaron estas medidas y afirmaron que éstas sólo fomentarán abortos ilegales y peligrosos.

«Si restringimos los abortos legales, habrá más abortos clandestinos y una tasa de mortalidad femenina más importante», destacó Anouch Poghossian, del Centro de Recursos para las Mujeres.

«Debemos ocuparnos del origen del problema, la mentalidad patriarcal y la pobreza muy extendida, y no de sus consecuencias», explicó a la AFP.

Según Poghossian, «si hombres y mujeres tuvieran las mismas oportunidades, si las mujeres pudieran tanto éxito y ser tan independientes financieramente como los hombres, ningún padre tendría que elegir entre tener un chico o una chica».

Al menos, el problema planteado por estos abortos selectivos, abordado enormemente por los medios en los últimos meses, ha permitido abrir un debate sobre las causas del fenómeno, según Hairapetian.

«La paradoja de la sociedad armenia es que mucha gente no quiere una hija antes de que ésta nazca pero, una vez que está ahí, se la quiere y se la mima tanto como a un niño», explicó.