Durante las ceremonias espirituales indígenas en territorios como Guatemala y El Salvador, las ofrendas no se colocan al azar ni como parte de un espectáculo. Según Angélica, indígena representante de San Martín Jilotepeque, en Chimaltenango, Guatemala, el acto de ofrecer tabaco, candelas o flores no se trata de «tirarlos», sino de entregarlos «de corazón y por fe».


Un ejemplo clave es el uso de las candelas en ceremonias mayas, donde se coloca una por cada uno de los 20 nahuales del calendario. “Cada nahual se le pone su candela… uno lo mira tirándolo, pero no es tirándolo, es ofrendarlo, es darlo”, explica Angélica. Esta acción simboliza el respeto hacia las energías que rigen la vida y la espiritualidad ancestral.


Las ofrendas también incluyen elementos como el puro, que se enciende para limpiar energías negativas. Se considera sagrado y no se fuma con fines recreativos, sino espirituales. El fuego, el humo y la intención de quien da la ofrenda son claves para establecer conexión con los guías espirituales, los ancestros y los elementos naturales.


Angélica aclara que, aunque existen variantes según el lugar, el sentido es el mismo: el ofrendar como un acto profundo de conexión, gratitud y respeto. “En diferentes lugares lo hacen diferente”, afirma, por lo que recomienda acudir a los guías espirituales que han sido parte de las ceremonias para entender mejor el significado de cada elemento

