En las inmediaciones del barrio El Calvario de Zacatecoluca, en La Paz, Reynaldo Salvador Palacios Ramírez, un médico forense de 74 años de edad, ha hecho de su hogar un museo personal donde preserva y expone objetos antiguos, herramientas de época y otras reliquias que han formado parte de la historia de la ciudad viroleña y del país.


El también militar retirado, que laboró en la Fuerza Aérea en los tiempos de la Guerra Civil, ha coleccionado múltiples piezas que son una muestra de la orfebrería, alfarería y esculturas, entre otras expresiones que se han desarrollado a lo largo de la historia salvadoreña reciente.


En su museo personal resguarda un sinnúmero de copas, vasijas y otros recipientes de diversos metales; piezas de alfarería en las que destacan pequeños tótems de animales; y centenares de carros de metal a escala, que resaltan con detalles en pintura, llantas y demás carrocería.

“Hay de todo, hay de hierro, de bronce, madera, artesanales como los candiles, campanas viejas de escuela…”, dice Don Reynaldo al enlistar los objetos que ha coleccionado desde 1970.

Palacios, quien vive en Zacatecoluca desde hace treinta años, asegura que las piezas han llegado a sus manos por medio de compras realizadas por él mismo o regaladas por amigos.

Radios elaboradas de madera y herramientas marcadas por su uso en la tierra o viejos talleres se suman al inventario del museo.

En la sala principal de su casa ha colgado en exposición una decena de llaves forjadas en hierro que alguna vez abrieron puertas pesadas y portones coloniales.


También se halla una muestra de trofeos alzados en alguna victoria desconocida, figuras de Cristo crucificado desgastadas por el tiempo, recipientes de vidrio que alguna vez sirvieron en un antiguo laboratorio, relojes análogos clásicos y de péndulo, cofres de larga data decorados con polvo de oro y espejos con más de dos siglos de antigüedad.


Cada pieza ha ido aumentando en valor a medida pasa el tiempo, indica el coleccionista.


Entre las piezas más destacadas de la colección de Don Reynaldo destacan figuras de piedra humanoides de gran tamaño, así como las bases de los corredores que se hallaban en los portales del centro histórico de Zacatecoluca antes del terremoto del 2001.


“En la época del terremoto, aquí en Zacatecoluca, la gente sacó objetos históricos que se cayeron. Los tablones los sacaron a la calle. Yo los anduve recogiendo y así hice la juguetera”, relata sobre sus pericias.


También no faltan artículos de barro y máscaras de animales que buscan replicar el estilo de la orfebrería precolombina.


Además de esta afición, Don Reynaldo ha dedicado su vida a escribir narrativa y poesía libre sobre experiencias personales y sus vivencias durante la Guerra Civil.

Entre los libros que ha escrito se encuentran “Bajo la piel del poeta”, “Más allá del horizonte”, “La añoranza de la tierra” o “El niño y el mar”, los cuales también expone en su casa como una muestra de su creatividad.

Afirma que comenzó a escribir durante su permanencia en Estados Unidos, luego de salir del país tras dar una opinión criticando la masacre de los jesuitas en 1989 durante su servicio militar.


Palacios también ha expuesto su ingenio al decorar su hogar con azulejos coloridos que él mismo recolectó de la construcción de nichos del Cementerio de Zacatecoluca, para darle vitalidad y expresividad al hogar que comparte con su esposa y sus mascotas, como una muestra del ingenio de los habitantes de la ciudad viroleña.

