Orgullosa muestra un par de aretes tras otros, finaliza sacando collares con piezas grandes como dijes. Todos son diseñados y producidos por ella. Dice que son piezas únicas, no se pueden repetir debido al proceso de fusión de vidrios. Estos accesorios le valieron a la artesana su participación en la primera pasarela realizada por CONAMYPE.
Ella comenzó experimentando con la vitrofusión en 2010, para contar con un ingreso más en casa. Esta técnica usa trozos de vidrio común que se pueden calentar a temperaturas tan altas que funden el vidrio y lo convierten en líquido moldeable en forma y color.
Este proceso puede durar más de cuatro horas y debe esperar otras cuatro para que las piezas ya moldeadas se enfríen de manera apropiada y no se arruinen. Un toque leve a la pieza en reposo y esta no tendrá el brillo característico del vidrio.
Sin ningún tipo de formación previa en diseño, la creatividad fue aflorando. De forma autodidacta pudo desarrollar los diseños de sus primeros accesorios. Unos meses después asistió a un taller impulsado por CONAMYPE sobre la técnica y mejoró su proceso comenzando a añadir trozos de metal a sus accesorios.
La técnica de vitrofusión usada por la artesana imposibilita crear diseños iguales en masa. Pueden ser muy parecidos, pero nunca iguales: “Usted tendrá algo único e irrepetible”, afirma Ana Gladys. Esta técnica funde piezas de vidrio, algunas incluso recicladas de botellas que parecen inutilizables, para crear aretes y collares personalizados, según lo requiera el cliente.
Ana Gladys y otros artesanos que trabajan con la vitrofusión deben viajar hasta Nahuizalco, al Centro de Desarrollo Artesanal (CEDART), para hornear sus piezas. Comenta con ilusión que están gestionando un horno para San Salvador, lo cual la beneficiaría en gran manera, ya que hace dos viajes semanales a Nahuizalco para producir sus accesorios. El precio del horno ronda los $4 mil, más los gastos generados por la adecuación del lugar en el cual se colocará.
CONAMYPE tiene como meta impulsar la comercialización de las distintas piezas que engalanaron la pasarela de Opulencia Pipil: vestidos, pantalones, blusas, zapatos, carteras y accesorios. Todas hechas por artesanos nacionales como Ana Gladys. Todos elegidos por la calidad de sus productos y la versatilidad. Las piezas que se crean de manera artesanal, con toques de originalidad, vanguardistas, a mano e irrepetibles, las convierten en representantes de una nueva generación de productores salvadoreños.
Vitrofusión en ropa
Fueron alrededor de 24 artesanos, entre ellos Ana Gladys, quienes prestaron sus técnicas y creaciones para conformar la colección de ropa y accesorios que nació bajo el concepto de Opulencia Pipil. Esta visión busca crear ropa y accesorios que muestren la riqueza de lo autóctono actualizado en diseños utilizables en el siglo XXI. La vitrofusión se incluyó en la línea de joyería de la colección.
El proceso incorporó a la diseñadora salvadoreña Sara Hernández, quien en 2012 obtuvo el reconocimiento mundial por el impecable diseño que lució la delegación salvadoreña en la apertura de los Juegos Olímpicos en Londres.
Hernández y los artesanos comenzaron a armar el rompecabezas en 2013. En el caso de la creación de la ropa, se buscó crear una visión conjunta entre el diseño y la producción artesanal que ha resultado ser una fórmula ganadora. Norma Rivas, Coordinadora Regional de Desarrollo y Formación Artesanal, asegura que las aplicaciones de bordado que se realizaron a la ropa obtuvieron una alta demanda luego del desfile.
La mayoría de productos presentados se realizaron a base de materiales que mostraron la calidad de la producción salvadoreña. Entre ellos vidrio, barro, semillas, morro, cacho y telas frescas. El resultado que transmite la colección es el deseado: moda y artesanías pueden ir de la mano con éxito.
Las carteras, uno de los productos estrella de la colección, demostraron que el desfile cambió la percepción de los consumidores salvadoreños, que están siendo conquistados por los diseños artesanales. Rivas asegura que varias carteras ya estaban disponibles antes del evento, pero que luego del mismo la demanda creció. Están elaboradas en coco, tule, madera y mimbre.
Además, durante la creación de la colección, los artesanos expandieron su proceso de producción: “La diseñadora nos aportó en poder abrirle el universo de opciones a los artesanos”, dijo Rivas. Esta nueva visión también incluye transformar la percepción de los consumidores: “Se puede utilizar producto artesanal para vestirse todos los días. Que se vea como una pieza utilitaria”, señaló Norma Rivas.
Comercializar bajo una sombrilla grande
El siguiente paso es sostener el proyecto a largo plazo y que sea el pionero, de una serie de varias colecciones que verán la luz bajo la organización de CONAMYPE año tras año.
Los buenos resultados han permitido que se propongan metas más altas: “Se nos ha convocado en CONAMYEPE para saber cómo le damos más seguimiento al proyecto y que no quede en un evento nada más. Se están viendo algunos aspectos legales para montar una marca y que todo producto que vayamos produciendo se respalde por la marca” comentó Ana Gladys, quién participa en reuniones semanales con otros artesanos.
Los artesanos podrán vender sus colecciones bajo la marca creada por CONAMYPE. A finales de mayo se llevará a cabo otro desfile con el cual buscan atraer la atención de posibles compradores gracias a la alta calidad de los productos: “Buscamos que con ese nivel de calidad puedan incidir en mercados internacionales”, aseguró Roxana Portillo, Técnica de Desarrollo Artesanal.