La noche de ayer fue singular en la fría Antártida: la furia musical de Metallica tomó la base argentina de Carlini. El concierto, que duró una hora y cuarto, se transmitió via streaming, a partir de las 10:32 p.m.
La presentación también mostró cómo los cuatro integrantes de la banda recorrieron el paisaje del lugar,navegaron cerca de ballenas sobre un gomón y evitaron pasar por el Pasaje de Drake porque viajaron en un avión a una base chilena. El concierto se dio bajo una temperatura de 12 grados bajo cero.
James Hetfield apeló ante los 150 privilegiados que asistieron al recital bajo un domo transparente de 12 metros de diámetro y seis de alto. “¿Están listos para hacer historia?”, interrogó al auditorio.
Un aspecto particular del show fue que tanto músicos como asistentes escucharon todo por auriculares como forma de promover la conservación del medio ambiente. Se transmitió con 14 cámaras que mostraron banderas de México, Chile, camisetas de la selección argentina y una manta del club de fútbol Rosario Central entre los fanáticos del grupo.
Los californianos, todos con anteojos negros, abrieron con Creeping Death y los audífonos comenzaron a agitarse al ritmo de sus cabezas. De ahí siguió “For Whom The Bell Tolls” y el público comenzó a corear a todo pulmón el nombre de la banda.
“Este es un lugar loco pero absolutamente bello, es el show más extremo en esto de tocar en los siete continentes”, dijo el vocalista James Hetfield, antes de entonar Sad But True y Welcome Home (Sanitarium).
“Este es uno de los lugares más maravillosos de la madre tierra” gritó Hetfield a los fanáticos. El verdadero show, la potencia había iniciado con One, Blackened y la calma de Nothing Else Matter y Enter Sandman. El cierre, con broche de oro, llegó con Seek and Destroy.