Libre de las mordazas que en el pasado contuvieron su voz como autora, ya fuesen autoimpuestas o sugeridas, Taylor Swift ha llegado a erigirse en gran azote del machismo en el mundo de la música que, en la reelaboración del disco «Red», no duda en proclamar: «Fuck The Patriarchy» («Que le den al patriarcado»).
Ese desahogo es parte de la letra que contiene la versión inédita de más de 10 minutos de su tema «All Too Well», con el que se cierra la nueva grabación íntegra y extendida de uno de los discos más importantes de su carrera, aquel con el que comenzó a rebelarse frente a lo más rancio del viejo Nashville.
El «Red» original (2012) ha quedado para la historia como el álbum en el que inició su transición hacia el pop adulto desde los sonidos del «country» más accesible que ya con sus trabajos anteriores -«Taylor Swift» (2006), «Fearless» (2008) y «Speak Now» (2010)- la habían convertido en una estrella de lo políticamente correcto.
En lo comercial fue un éxito, pues repitió por tercera vez consecutiva la hazaña de despachar más de un millón de copias en su primera semana en el mercado, pero, más aún, a través de canciones como «I Know You Were Trouble» dejó vislumbrar por primera vez su carácter, también su rabia e impotencia, y se revolvió contra la conformidad y el recato que se presuponen más elegantes, sobre todo en el caso de ellas, al final de las relaciones.
Aquellas emociones estaban presentes incluso en el primer sencillo, «We Are Never Ever Getting Back Together», aunque el propósito de escarnio (supuestamente contra el actor Jake Gyllenhaal) quedara suavizado por el tono lúdico del corte y el videoclip con trajes de peluche gigante.
Un hito de ese tránsito fue la denuncia por 1 dólar que ganó contra un locutor que se propasó aprovechando la captura de una fotografía juntos y que, en un primer momento, la reportó cierta imagen de quisquillosa y exagerada, en lugar de ser vista como una víctima del patriarcado contra el que ahora clama.
Aún pasarían años en los que se le reprochó mantenerse demasiado tibia en la condena de políticas y actitudes retrógradas que, con el «trumpismo» en boga, se estaban cebando con las mujeres y el colectivo LGTBQ+, su principal granero de seguidores.
Sobre cómo padeció aquellas críticas y por qué decidió sacudirse la imagen de niña buena representante del conservadurismo trataba el documental «Miss Americana» (2020), que de rondón permitió conocer mejor su prolífica capacidad para la composición, refrendada en discos elevados por la crítica como «1989» (2014), «Lover» (2019) y, sobre todo, «Folklore» (2020) y «Evermore» (2020).
Desde esa posición más libre y empoderada llega este viernes al mercado el nuevo «Red (Taylor’s Version)» (2021), que es fruto de otro de sus golpes en la mesa en defensa de sus derechos tras una maniobra comercial que tuvo al representante Scooter Braun como artífice y que la despojó de todo control sobre la primera parte de su discografía.
Aunque la propiedad de aquellos máster ya no estuviese a su alcance, la creatividad detrás de las canciones era suya, así que emprendió con «Fearless» la regrabación de todos los álbumes perdidos, aprovechando la ocasión para darle a cada trabajo un contorno aún más fiel a su espíritu.
Aunque sutil, la producción de la que inicialmente se hizo cargo sobre todo Nathan Chapman cuenta ahora con sus más recientes aliados del sonido «indie» Aaron Dessner y Jack Antonoff. En paralelo, su voz, nueve años más tarde, dota aún de más cuerpo y profundidad aquellas letras siempre cargadas de contenido.
Frente a los dieciséis cortes originales (además de los seis extras de la versión «deluxe»), Swift sirve en esta versión propia un total de treinta temas, nueve de ellos inéditos, entre los que sorprende la bailable «Message In A Bottle», que con la firma de Max Martin y Shellback se quedó probablemente fuera en 2012 para reforzar el tono melancólico del álbum.
Ahí sigue como compañero de aventuras Ed Sheeran, esta vez en dos cortes («Everything Has Changed» y la nueva «Run»), así como Gary Lightbody (Snow Patrol) en «The Last Time». A ellos se suman Chris Stapleton en la más «country» «I Bet You Think About Me» y, sobre todo, la artista alternativa Phoebe Bridgers para redondear el mensaje de «Nothing New».
En un disco que trata sobre la desorientación emocional que provoca el fracaso sentimental, destacan asimismo los cortes «Better Man» y «Babe», que había cedido a otros artistas y que ahora por fin resuenan en la garganta de su autora original.
La guinda de este pastel de varios pisos es la citada «All Too Well», que llega acompañada de un cortometraje titulado de la misma manera, escrito y dirigido por la propia Swift para demostrar que no está dispuesta a recostarse en las mieles del éxito y que le queda mucho por contar y cantar.