A casi medio siglo de su descubrimiento, la programación neurolingüística sigue siendo una terapia poco común en el campo de la psicología. Sus defensores argumentan que la terapia tiene la capacidad de corregir y potenciar múltiples áreas de la conducta humana e incluso incidir benéficamente en el funcionamiento del cuerpo humano, demostrando así el dominio del cuerpo por la mente.
En un consultorio psicológico en la colonia Escalón, en San Salvador, una voz relata la siguiente historia:
En el Amazonas hay un sorprendente ritual que se repite cada año dentro de una tribu aislada de la civilización. Existe un hechicero que programa la mente de las personas para que estas mueran. Un día el hechicero selecciona a un miembro de la tribu y le hace saber que es el elegido para ser ofrendado a los dioses. La víctima presencia como el hechicero mancha la puerta de su casa con sangre de jaguar, y al mismo tiempo que realiza un supuesto baile mágico arroja maldiciones y palabras de muerte. Cuatro días después del ritual la persona muere, como lo han hecho otras a lo largo de la historia de la tribu.
¿Qué sucede en el cuerpo de este individuo y qué provoca su muerte? Para el psicólogo Carlos Quevedo, especialista en programación neurolingüística desde hace diez años, la respuesta es simple: el poder de la mente sobre el cuerpo.
Quevedo aclara que en estos casos no es la magia sino la sugestión el factor que explica el desenlace de esta historia. “Los miembros de esta tribu ya tienen un programa mental determinado, han visto morir a otros y están convencidos de que el hechicero tiene el poder de matar, es lo que el psiquiatra Carl Jung conocía como inconsciente colectivo. El impacto que provoca al individuo ver la sangre marcando su casa y al hechicero danzar frente a él crean un condicionamiento que provoca que sus defensas corporales bajen y su sistema inmunológico colapse, hasta que el cuarto día muere”, explica.
Fundada por psiquiatra Richard Bandler 1968, la programación neurolingüística consiste en manejo de las imágenes y asociaciones mentales. Sostiene que con el manejo de estos dos elementos se puede lograr un cambio en la calidad de vida de sus pacientes. Los especialistas buscan reemplazar las imágenes (pensamientos) de crisis por imágenes de calma, bienestar y posibilidad. Fue con el mismo Bandler de quien Quevedo recibió capacitación en Cansas, Estados Unidos, en el verano del 2005.
Según la historia, Bandler comenzó a observar que ciertos psicólogos e himnoterapeutas de su época tenían más éxito que otros, como era el caso del innovador Milton Erickson. Durante sus investigaciones, Bandler descubrió cómo estas sesiones manejadas por el lenguaje lograban cambiar las imágenes mentales negativas por positivas. También documentó que el himnoterapeuta trabajaba con asociaciones con objetos que fueran del agrado de los pacientes para conseguir implantar en la mente de estos ideas más agradables y funcionales durante la hipnosis. Erickson inclusive logró que pacientes con problemas de motricidades lograran caminar.
“Se llama implementación de modelo; ponía al paciente a imaginar una persona que conociera que caminara perfectamente, entonces le preguntaba desde la primera hasta la última característica de esta persona y después le preguntaba ¿qué pasaría si esta persona fueras tú? Entonces, en medio del trance, hacía que el paciente caminara como la otra persona.”
Dependiendo de cómo percibimos el mundo logramos o no realizar diferentes cosas. Utilizamos nuestras posibilidades de la mejor forma que podemos. Todas nuestras acciones buscan conseguir resultados positivos, incluso aquellas que parecen más macabras, como las de Jack el destripador.
“En su caso, él buscaba obtener cierta calma después de despedazar a sus víctimas, lo que pasa es que nadie le dijo que podía obtener esta misma calma de otra manera”.
Y esto es básicamente la programación neurolingüística, darle a la persona otros recursos mentales para que su comportamiento se convierta en más positivo, más ecológicos para él mismo y para las personas que están a su alrededor, evitando perjudicar a otros y a sí mismo. Es un cambio de programa mental.
Se busca cambiar los pensamientos de incapacidad por los de capacidad, los de desanimo por los de entusiasmo y los de desesperanzar por esperanza. Para Quevedo, la capacidad de la mente para influir en el cuerpo es total. Un buen ejemplo es cuando evocamos recuerdos agradables que hemos experimentado, nuestro semblante y estado de ánimo mejoran inmediatamente. La mente almacena no solo recuerdos sino programas mentales que, si son inducidos pueden mejorar nuestro funcionamiento individual, tal como ocurre cuando se reemplaza un sistema operativo defesado de una computadora por uno nuevo y más funcional.
“La eficiencia del tratamiento es visibles desde la primera sesión que se tiene. Lo que se hace es desprogramar los pensamientos anteriores que tienen los pacientes, esos programas mentales anteriores se reemplazan por nuevos. Se le da a las personas más herramientas para conseguir un trabajo, para salir de una depresión, para utilizar la energía de la ansiedad de manera positiva o para cualquier situación en la que el individuo necesite una oportunidad”.
La cantidad de sesiones necesarias varía de acuerdo de cada caso y cada paciente. Si lo que se busca es modificar un pensamiento específico, Quevedo considera que de una a dos sesiones son sufrientes para alcanzar los objetivos. La programación neurolingüística puede realizarse por medio de un trance hipnótico o de forma consiente por medio de un relajación profunda.
Cuando Carolina Cáceres tenía 20 años buscó ayuda en la clínica de Quevedo. Cáceres deseaba lograr un mejor manejo de sus emociones ya que en esa época de su vida atravesaba problemas sentimentales con su pareja y familia. Además, la paciente deseaba superar una fuerte fobia. La joven asegura haber logrado excelentes resultados en ambos casos, los resultados fueron notorios y sorprendentes desde la primera secesión.
“Yo recomendaría este tipo de terapia psicológica a aquella personas que no la conocen”, aseguró Cáceres.
Programas mentales y salud
Según Quevedo, también es posible trabajar la salud desde la mente transfiriendo pensamientos positivos al paciente y preparando el sistema inmunológico, incluso en enfermedades poco alentadoras como el cáncer y el SIDA. Para el especialista, el criterio de oportunidad que se le da a un paciente que atraviesa una enfermedad complicada puede definir la superación de la crasis.
El psicólogo recuerda un caso en particular que para él valida la eficacia de la terapia en los casos de salud. Hace algunos años una chica -a la cual llamaremos Andrea- llegó a su consultorio luego de haber sido diagnosticada con un tipo de cáncer mortal. Quevedo trabajó con Andrea a lo largo de más de un año y comprobó que su condición física era drásticamente influida por su pensamiento.
El psicólogo asegura que había logrado establecer en la mente de Andrea pensamientos a largo plazo, extendiendo su línea de tiempo. Esto permitió que durante varios meses la joven se sintiera capaz de llevar una vida normal y con calidad. Además de sus salidas regulares con amigos, Andrea inclusive comenzó una maestría.
“Su sistema inmunológico estaba a tope (funcionaba a su máxima capacidad), a pesar de haber varias quimioterapias tenia cabello y lucía cada vez más guapa”.
Con esta mentalidad positiva, la joven viajó al extranjero para ser sometida a una operación quirúrgica en uno de los mejores hospitales especializados en cáncer del mundo. El psicólogo comenta que aquel entusiasmo y vitalidad que la mantuvieron activa durante varios meses se convirtieron en desesperanza y resignación al conocer el diagnóstico de los doctorares quienes asuraron se trataba de una enfermedad terminal. La noticia creó tal impacto en la joven que inmediatamente después de conocer la opinión médica comenzó a desmejorar drásticamente. Andrea murió algunos meses después.
Según el especialista, gran parte del deterioro corporal que causan las enfermedades físicas se debe a que las personas comienzan a perder el deseo y las expectativas de vivir. Cuando los pacientes comienza a perder de vista sus objetivos y sus metas es probable que el organismo se prepare para dejar de funcionar.
“Yo creo que el diagnóstico de los doctores fue lo que la terminó de empeorar su condición. Cuando le dijeron que ya no se podía hacer nada y perdió toda esperanza su condición comenzó a desmejorar y deteriorarse. Ahí podemos ver cómo las creencias en la enfermedad o en la salud pueden intervenir en el desarrollo de una enfermedad”.
Durante el proceso, Quevedo recuerda haber sido criticado por el tipo de terapia tan poco convencional empleada en Andrea. Algunas personas que se enteraron del caso le reprochaban el hecho de estar haciéndole creer algo que no era cierto a su paciente, una ilusión.
“No comprendo que criticaban una terapia que se manifestaba visiblemente en su cuerpo, ella cada vez tenía más energía. Yo me pregunto: si prefieren que el sistema inmunológico trabaje a tope o prefieren manejar ´la verdad´ según los médicos. Si la verdad te va a llenar de desesperanza, ¿es mejor que una “mentira” que te lleva a la vida?”.
Luego de más de una década practicando la programación neurolingüística en diferentes casos, y convencido de los resultados para sus pacientes, el gerente general de Outsourcing Corporation planea continuar ofreciendo su ayuda muchos años más a pesar del escepticismo que pueda existir en torno al tema.