El Salvador
domingo 12 de enero de 2025

Llantom: el patriarca de la Feria de la Risa

por Teresa Andrade


Con 62 años, Tomás Morales Lozada, mejor conocido en el mundo artístico como Llantom, es el fundador de al Convención Internacional de payasos. Este año por sexta vez ha visitado el país para departir con sus colegas. Dejó la política por las pelucas y el maquillaje y se convirtió en el gurú del humor.

San Salvador se viste de gracia, color, risa y diversión siendo la sede de la sexta edición del Festival de la risa, que reúne a distintos exponentes de este arte de toda Centroamérica y México. En los cuatro días que dura el evento, un templo se convierte en escuela-circo para estos exponentes de la risa.

En medio de las vejigas, color, pelucas, maquillaje, zapatos grandes y narices rojas. Al fondo de aquella galera convertida en el Tabernáculo de Avivamiento Internacional (TAI), un payaso vestido con un traje a cuadros azul con negro, guantes y peluca celeste, y un aro bordeando su cintura es rodeado por media docena de jóvenes payasos atentamente.

“Te voy a enseñar un truco de magia”, le dice el payaso con un leve acento mexicano que brota con su cántico particular. Saca una caja, la abre y muestra la imagen de un conejo blanco. “¿De qué color es?”, pregunta. “Blanco”, contesta el joven con su playera a rayas y peluca negra. El mexicano cierra la caja, la abre de nuevo y ahora el conejo es morado. Así, se repite el mismo escenario con los siete colores del arcoíris.

Las tenues líneas de expresión en su rostro blanco con rojo están matizadas por un suave rocío de sudor. El público lo escucha como quien tiene frente a sí a un gurú. Aunque su cabello canoso ahora es celeste y las arrugas de sus manos son imperceptibles por sus guantes, los 62 años bien puestos que tiene son respetados en ese lugar.

El payaso se llama Llantom y tiene un puesto de venta de herramientas, enseres de magia y aditamentos para los payasos. De paso, enseña uno que otro truco, de paso cuenta algún chiste, de paso da algún consejo.

Llantom enseña trucos de magia a jóvenes payasos. Foto D1: Nelson Dueñas

Llantom enseña trucos de magia a jóvenes payasos. Foto D1: Nelson Dueñas

Esta es la sexta vez que está en el país y viene con la estela que precede su trayectoria, su experiencia y su valía. Él es el padre de la feria, él es el maestro de la risa, el gurú del humor.

La vocación

Un día, allá por 1993, Tomás Morales Lozada, escuchó un estruendo que nunca olvidará. Salió de su casa en Ecatepec, Estado de México, y vio a unos agentes policiales persiguiendo a un delincuente salvadoreño. Las autoridades en su afán de detenerlo lanzaron unos disparos al aire, lastimosamente encontraron fin en la cabeza de una niña.

Aquel sonido de la muerte lo conmovió hasta el tuétano. Toda la comunidad lloró y lamentó el incidente que le quitó la vida a la menor. “Yo siempre he odiado las injusticias”, recuerda Tomás Lozada. Por eso salió a las calles junto con cientos de personas de su comunidad a protestar en contra de los judiciales.

Junto a él, en plena marcha, iba un payaso. Tomás nunca se habría imaginado que en ese instante surgiría una gran amistad. “Teníamos muchas cosas en común, a mí me gustaba la magia, a él le gustaba hacer reír”, recuerda.

Tomás nació hace 62 años en Atixclo, Puebla. Cuando cumplió los 12 años, se mudó a la Ciudad de México. A esa edad aprendió algunos trucos de magia, alternaba su trabajo como sirviente o como lustrador de zapatos. La entretención era desaparecer alguna moneda, adivinar una carta, ser más rápido que el ojo.

Pero Tomás tenía que vivir de algo. La vida en la capital mexicana no era fácil, pero siempre hubo trabajo para él, desde vendedor de periódicos y chicles, limpiando pisos, hasta trabajar repartiendo medicamentos en una farmacia o de cobrador y vendedor de seguros de vida.

La vida lo había llevado por recovecos inimaginables, que incluso a finales de los ochenta lo llevó a la política y tuvo una diputación por el municipio de Ecatepec. Y en esas estaba cuando aquel día conoció a un payaso en una marcha en protesta por el asesinato de una niña a manos de las autoridades policiales que perseguían a un salvadoreño.

Tomás había resguardado durante todos esos años unos equipos de magia. Como aquel hombre de nariz roja de plástico y pintura blanca en el rostro se había ganado su amistad le ofreció regalarle el equipo de magia. “A ti te servirá más que mí”, le dijo.

Tomás Morales Lozada dando un taller a payasos jóvenes en México el pasado mayo de 2013. FOTO: Cortesía Feria de la Risa.

Tomás Morales Lozada dando un taller a payasos jóvenes en México el pasado mayo de 2013. FOTO: Cortesía Feria de la Risa.

Aquel payaso se sintió en deuda y le ofreció un acto para su comunidad en medio de la campaña política en la que estaba. “Ya en el escenario, ese payaso no hacía reír a nadie. Yo a sus espaldas me subía al escenario y agitando los brazos simulando aplausos los hacía reír”, recuerda. Luego su amigo volvía la mirada y él se ocultaba.

En una de esas, lo descubrió y le dijo: “No hagas eso, me distraes al público. Si quieres hacer eso ponte una peluca, píntate la cara y sube al escenario”. Y lo hizo. En una ocasión, su amigo no podía asistir a un evento y Tomás decidió cubrirlo. Estando ahí, entre niños, risas, colores y aplausos; ataviado con peluca, pintura y convertido en un personaje de fantasía algo cambió para siempre.

Desde entonces, sus libras de más inspiraron su bautismo: desde aquel día se convirtió en Llantom. “Un día mi amigo me dijo ve tu llanta (agarrándole el estómago)”, mencionó. Entonces, la contracción entre la palabra llanta y Tom de Tomás, lo inspiraron para el nombre que acompañaría sus 22 años de carrera.

El legado de Llantom

Hay quienes dicen que las casualidades no existen y justamente eso es lo que puso a Llantom en el momento y en el lugar preciso: en medio de una discusión entre tres estados mexicanos que se disputaban la sede de un evento de profesionales de la risa. Los payasos de Puebla, Hidalgo y Guadalajara armaron un zafarrancho. “Yo no entendí porque se peleaban por un evento, mejor hacer uno solo. Y me di la tarea de hacer el primer evento de la feria de la risa en Ecatepec”, dijo.

Aunque la misión no fue fácil, en su primera edición logró reunir unos 120 payasos. “En México, hay muchos, en promedio son entre 15 mil a 20 mil payasos, 120 no son nada”, argumenta.

Desarrollo de la Convención Internacional de Payasos 2014, que se desarrolla en el TAI de San Salvador. Foto D1: Nelson Dueñas

Desarrollo de la Convención Internacional de Payasos 2014, que se desarrolla en el TAI de San Salvador.
Foto D1: Nelson Dueñas

Pero más allá de los números, la idea de Llantom era crear una alternativa de educación para los payasos, ya que no hay escuelas cercanas. Registra que hay una en Cuba, otra en Rusia y una tercera en Estados Unidos. El acceso para la mayoría de los payasos es casi imposible. “Mi meta era aprender de los que saben”, confiesa. Por eso, la idea era traer estos expertos en el arte de la risa y darles herramientas y técnicas a los payasos mexicanos.

Buscando llevar las mejores técnicas y los más destacados exponentes, Llantom tocó puertas en Guatemala y fue así que llegaron a México. Posteriormente, conoció al payaso Pildorín, un peruano radicado en El Salvador y ahí inició la internacionalización de la convención.

Con Pildorín hubo un hermanamiento casi inmediato. Así pudieron traer la Convención Internacional de Payasos a Guatemala y a El Salvador. Llantom cuenta que como muchas cosas en la vida, las ambiciones y los malos entendidos hicieron que ese hermanamiento se viniera abajo. Sin embargo, fue en manos de Ronald Chávez, mejor conocido como Cavalín, que la feria renació y volvió a tierras salvadoreñas. Desde entonces, cuatro ediciones van ya bajo su coordinación.

El oficio del payaso

La experiencia de Llantom no solo es admirada por muchos, sino también respetada, por eso cada uno de sus consejos es escuchado con pronta atención. Su humildad deja a muchos con sorpresa, pero “el que sabe, sabe”, dicen algunos.

“Lo que estamos haciendo aquí es reunir a la gente para que sigan superándose, porque el payaso debe divertir no ridiculizar. No hay que ridiculizar al niño, a la mamá. Debes tener armas para que puedas hacer reír”, replica el veterano.

Y estas incluyen la ventriloquía, la magia, el payaso cantante, la globoflexia, entre otras que se dan en los talles de la convención. “Hay que seguir trabajando en pro del payaso, ya de por si es digno el payaso, pero tenemos que orientarlo para que siga superándose”, sentencia.

Y que Llantom jamás se imaginó que la feria fuera a tener las repercusiones internacionales que ha tenido. Gracias al salto que se dio en Centroamérica, este año por primera vez el evento llegará a Venezuela en septiembre y a Colombia en octubre. “Jamás imagine que fuera a crecer tanto, jamás imagine que le fuera a servir de verdad al payaso y ahora gracias Dios ha crecido mucho porque hemos hecho las cosas bien”, valora.

Hoy en día, asegura, el payaso está en una búsqueda constante de identidad, pero siempre hay que tratar de ser diferente. “Somos copias de copias de copias, tratamos de cubrirnos y ser mejores: ponte una peluca, ponte una nariz, unos zapatos, una ropa que convine y adelante”, sentencia.

Qué si extraña la política. Llantom responde enfático: “ser buen político es saber comer mierda sin hacer gestos y yo solo soy payaso”.

Feria de Payasos

Payasos oran antes de inaugurar su Convención Internacional en el local Tabernáculo de Avivamiento Internacional (TAI), el evento inició el pasado 19 de mayo y finalizará el 22. Foto D1: Nelson Dueños