Tras ocho años en la pantalla, «Mad Men» se despidió el domingo por la noche de sus fans, que se reunieron en veladas temáticas en bares, restaurantes y clubes de comedia de Nueva York para ver el final de Don Draper y compañía.
En City Winery, en Tribeca (sur de Manhattan), donde más de cien personas siguieron el último episodio con vino y pizza en un ambiente festivo, algunas chicas lloraban, otros aplaudían y todos quedaron sorprendidos y satisfechos por el cierre de la serie.
«Queríamos verlo en algún lado. Mi novio encontró este lugar y dijimos ¿por qué no?», explicó a la AFP Dawn Carrington, una diseñadora londinense que lucía vestido ajustado y melena pelirroja al estilo de Joan Harris (Christina Hendrix), una de las estrellas de «Mad Men».
«Es mi serie de televisión favorita. es adictiva. Creo que es especial por dos cosas: en términos de estilo es muy rigurosa y está muy bien escrita. Los personajes son muy reales, son personajes con defectos», indicó esta artista que lleva 15 años en Nueva York.
Para la mayoría de los amantes de la serie creada por Matthew Weiner y que se estrenó en Estados Unidos en junio de 2007, el episodio 92 titulado «Person to Person» (De persona a persona) tenía como principal atracción descubrir el destino de Don Draper, interpretado por el actor Jon Hamm.
«Es uno de los mejores finales de serie que he visto. Muy inteligente», dijo Greg Caulfield, un ingeniero neoyorquino de 42 años, tras el cierre con Draper en un retiro espiritual en una comunidad hippie en Big Sur (California).
Con sus complejos personajes, su estética, su particular fotografía y el lento ritmo de la narración, «Mad Men» cautivó a los telespectadores contando la vida de una agencia de publicidad en el Nueva York de los años 60, que al mismo tiempo ha sido el reflejo de la sociedad de esa época.
El caos de los ’60
Estrenada un mes después de que «Los Soprano», otro mito de la televisión, dijera adiós, «Mad Men» marcó el inicio de una nueva era para el canal por cable AMC, que posteriormente emitiría las exitosas «Breaking Bad» (2008-2013) y «The Walking Dead» (estrenada en 2010).
Ganadora de cuatro Globos de Oro y 15 premios Emmy, la serie también triunfó por poner el dedo en la llaga en temas como el sexismo y el racismo, dos problemas contra los que Estados Unidos sigue luchando.
«No es sobre la publicidad. Eso es solo el transfondo. Es acerca de gente y el momento en el que viven», señaló en ese sentido Caulfield, para quien buena parte de la atracción de la serie es la época que describe, los tumultuosos años 1960.
«Hay caos. Los 60 fueron tiempos muy dramáticos, con asesinatos, Vietnam, desorden civil», precisó.
Ya antes de la difusión de los últimos episodios de la serie, Nueva York había comenzado a rendir homenaje a «Mad Men».
La cadena AMC develó una escultura conmemorativa en el frente del Time and Life Building (edificio del tiempo y la vida), sede en la ficción de Sterling Cooper and Partners, la firma de publicidad en torno a la cual gira el show.
De su lado, el Museo de la Imagen en Movimiento armó una exhibición de escenarios, piezas de vestuario y cientos de objetos de utilería, así como una visión fascinante de cómo Matthew Weiner convirtió su idea en una serie televisiva.