La viuda de Robin Williams aseguró este martes que el fallecido actor estadounidense sufría demencia con cuerpos de Lewy (DCL), una enfermedad neurodegenerativa que altera el estado de ánimo, el movimiento y provoca alucinaciones.
«La depresión no mató a Robin. La depresión fue uno de los 50 síntomas que padecía», explicó Susan Schneider a la revista People.
Días después de la trágica muerte del intérprete, que se suicidó el 11 de agosto de 2014 a los 63 años, su esposa reveló que luchaba contra el mal de Parkinson, la depresión y la ansiedad.
Los primeros trastornos comenzaron a ser visibles en noviembre de 2013.
«Aparecían como una máquina de pinball. No sabías exactamente hacia dónde mirar», explicó su viuda.
Las cosas empeoraron los meses previos a su fallecimiento. Williams sufrió ataques de ansiedad que le provocaban rigidez y también calculaba mal las distancias.
Schneider lo encontró en una ocasión con los músculos completamente agarrotados y la cabeza ensangrentada porque había chocado contra una puerta.
Los doctores le realizaron cientos de pruebas para determinar su dolencia, pero la respuesta no llegó hasta la autopsia.
«Vivíamos una pesadilla», aseguró su viuda en otra entrevista concedida el martes al canal estadounidense ABC.
Schneider también aseguró que Williams sabía perfectamente que «estaba perdiendo la cabeza». Intentaba sobrellevarlo, pero el último mes todo se desmoronó.
«Es como si se hubiese roto la represa», describió.
Las autoridades aseguraron que Williams, ganador de un Óscar en 1998 por «Good Will Hunting», falleció por asfixia. Su asistente le encontró con un cinturón alrededor del cuello y cortes en su muñeca izquierda.
La última noche antes del fatídico desenlace, Schneider lo encontró tranquilo. Entró un par de veces en su dormitorio, una de ellas con un iPad en la mano.
«Pensé que era buena señal», reconoció. Luego se desearon buenas noches. Fue la última vez que lo vio con vida.