“Y vos no le vas a llevar nada a tu marido”, le pregunta una mujer a otra que entre sus brazos sostiene a un bebé. “No fregués”, responde mientras ríe y ambas pasan de largo entre los puestos de ventas que hay sobre la Calle Rubén Darío en el centro de San Salvador.
Según los comerciantes, las ventas durante esta temporada disminuyen un poco cada año. Sin embargo, el centro capitalino no deja de ser una opción para los que van a buscar el regalo del Día de San Valentín.
Peluches, flores, tazas con chocolates, almohadas y hasta toallas son solo algunos de los productos que en esta época se ofertan a aquellos que llegan a comprar el obsequio para su pareja y amigos.
“Llévele un baby doll que tengo por ahí”, me dice una vendedora cuando le pregunto qué otra cosa puedo regalar además de peluches, chocolates y corazones. La mujer de aproximadamente 45 años me comenta que eso es un regalo que algunos hombres dan.
“¿Cuántos le compraron este fin de semana?”. Me contesta que solo uno, pero que el 14 le van a comprar más, pues en los últimos dos años en la misma fecha le han comprado hasta cuatro prendas de ese tipo.
Cuadros con imágenes de Piolín, Winnie the Pooh, Silvestre y otras caricaturas no faltan. Hay de dos, tres y cinco dólares. Un vendedor de otro negocio me dice que esos los compran tanto hombres como mujeres, que nunca pasan de moda.
Una joven llega a un puesto y agarra varios peluches de perros. El dueño llega y se le acerca a hacerle una serie de preguntas.
¿Qué busca?
-Un peluche para mi novio
-¿Qué le gusta a él?
-Los perros
-¿Cuál es su color favorito?
Parece una consulta con un médico porque después del cuestionamiento el vendedor le dice: “Este le va a gustar” y le da un perro negro. La escena se asemeja cuando un médico encuentra la razón del dolor de un paciente y luego le receta la medicina que se lo quitará.
“Pero es que uno parecido le regalé el año pasado. ¿No tiene un lobo bonito?”, expresa con disgusto la chica, quien mira todos los peluches que el hombre tiene en una góndola. El hombre insiste en que compre el muñeco que le sugiere, pero ella se resiste, por lo que procede a dejar de atenderla.
“Mire, ¿esto se le puede regalar a una chica? Cree que esto le guste a mi novia”, le pregunto a la chica que buscaba un peluche y le enseño un tigre de felpa que tengo en mi mano. “Ummmm. No sé, porque depende de cuál sea su animal favorito, eso es lo importante”, me responde muy seriamente y luego añade: “por ejemplo, a mi novio le gustan lo relacionado a perros”.
Los precios para un peluche van desde los cinco dólares, aunque algunos de ellos salen deformes o con problemas de fábrica. Los considerados mejores o más bonitos son aquellos que van de los ocho a sesenta dólares. “El precio le incluye el plástico y el arreglo que lleva encima”.
Para los amantes de lo dulce están las tazas rellenas con chocolates, cuyos precios oscilan entre uno y los seis dólares, dependiendo del tamaño del recipiente, la cantidad y marca de los chocolates. Este es un regalo tanto para hombres como mujeres.
La ropa interior para hombre es lo que más compran los hombres homosexuales, según una vendedora que está enfrente de unza zapatería, aunque dice que los peluches es la otra opción.
Hay quienes regalan flores. Una mujer con insistencia ofrece un arreglo de flores artificiales. Afirma que no han pasado de moda, lo que contrasta con la opinión de varios compradores que prefieren regalar otros artículos.
El momento del día que más esperan los propietarios de las ventas de la Calle Rubén Darío es el mediodía porque los niños y jóvenes salen de estudiar y los adultos en su hora de almuerzo aprovechan para ir a conseguir el regalo.
Los vendedores dicen que el 14 de febrero las cosas se ponen más caras, aunque otros desmienten que eso sea así.