La fama tiene sus desventajas y las sobrecargas de trabajo, como para cualquier persona, son capaces de nublar sentidos. Y eso es lo que vivió Kristen Stewart, sobre todo en la era Crepúsculo.
Los flashes de las cámaras, la interacción con los fans, en fin. Kristen reveló a la revista Marie Claire, en su edición de agosto, todo lo que le costó aprender a lidiar con la fama: “Prendio fuego mi universo y lo vi arder. Hablando con franqueza fue un período muy traumático a principios de mis veinte años que despertó algo en mí que era un poco más… salvaje”.
La actriz confesó haberse sentido quemada por el público, que le hacían pensar una y otra vez si era capaz de soportar tanta exposición.
La ansiedad que acarreaba era producto de su etapa de adolescente en la que era ridiculizada por su aspecto masculino. “De repente no era cool ser una más entre los chicos”, comenta.
Pero todo no paraba ahí. Los momentos más difíciles fueron cuando sus amigos hacían burla de su aspecto: “Kristen no es una chica. ¿Qué es?”.
“Fue como si hubiera acabado de morir. Todo un momento cliché, de muchas inseguridades cuando me odié a mí misma”, confiesa.
Con los momentos en los que sentía perdía el control, la exnovia de Robert Pattinson relata que prefería declararse enferma y encerrarse.
Sus malos recuerdos del pasado no han vuelto a su vida actual gracias a que aprendió a que se si se cae tenía que aprender a levantarse. Así sentía que sentir las cosas “es un regalo”.
“Necesitaba caer varias veces para aceptar la lección. Pero no lo cambiaría por nada, para ser honesta. Estoy orgullosa de haber podido avanzar y no caer en cada cráter mental. Eso es algo nuevo para mí. La edad me ha hecho más inteligente y tranquila. Y es maravilloso”, sostiene .