El Salvador
lunes 25 de noviembre de 2024

«El Principito» se posa en Cannes con la ligereza de una rosa

por Redacción


La película es tanto para los amantes del libro de Saint Exupéry como para los que no lo conocen y lo quieran descubrir, contó Osborne en la conferencia de prensa posterior a la proyección del filme en Cannes, fuera de concurso.

Mark Osborne presentó este viernes en Cannes su personal lectura de «El Principito», una de las obras más universales de la literatura, a través de los ojos de una niña que se resiste a que los adultos le roben la infancia.

Es la primera vez que el cuento de Antoine de Saint-Exupéry llega a la gran pantalla en forma animada.

No es fácil adaptar esta historia onírica al cine sin traicionarla, por lo que Osborne opta por «inventar una historia en torno al cuento» y decide que El Aviador (Jeff Bridges) sobrevive para contar su historia.

Ya viejo, rodeado de cachivaches y recuerdos, pasa el tiempo intentando poner a punto un avión con el que volver a tocar las estrellas que cada noche observa desde su telescopio.

Osborne coloca en el centro de su filme a «La niña» (voz de Mackenzie Foy) a quien su madre (Rachel McAdams) le ha organizado cada minuto de su vida para prepararla a una brillante carrera en el mundo de los adultos.

Pero El aviador, su excéntrico y apestado vecino, le envía un avión de papel hecho con una página de El Principito y altera los cuidadosos planes de la madre.

A través de sus grandes ojos, la niña descubre la infancia que los adultos intentan robarle. Sobre todo, la empatía y la importancia de las relaciones humanas. Solo a través del corazón se puede descubrir la esencia del otro. «Lo importante escapa a nuestra vista», le recuerda.

El viejo aviador va descubriendo día a día a su vecinita un capítulo de la historia de El Principito, al que encontró cuando su avión se averió en el desierto del Sáhara, que poco a poco la va transformando.

«Todo es posible, sólo hay que creer en ello», dice el filme de una hora y 47 minutos que puede ser visto tanto por pequeños como por adultos.

«Quería que el filme hablara de la manera en que el libro puede cambiar nuestras vidas y no adaptar cada página. Quería conseguir un equivalente cinematográfico de esta experiencia emocional» que vivió Osborne ya de adulto con la lectura del cuento de Saint-Exupéry, una de las obras de la literatura más universales y traducidas de todos los tiempos.

La película es tanto para los amantes del libro de Saint Exupéry como para los que no lo conocen y lo quieran descubrir, contó Osborne en la conferencia de prensa posterior a la proyección del filme en Cannes, fuera de concurso.

Parábola de la vida moderna 

El último trabajo del cineasta de «Kung fu Panda» (2008) es en realidad una despiadada parábola de la vida moderna.

La cuidadosa preparación hacia el éxito –poder y dinero– en una sociedad cada vez más competitiva fabrica robots sin sentimientos y roba la esencia del ser humano: los sueños y la empatía. Pero sobre todo, los priva de la infancia.

«Es muy difícil encontrar un equilibrio» entre dejar a los niños disfrutar de su infancia y ese afán de los padres de organizar su vida para que tengan un exitoso futuro, reconoce Osborne.

La idea de la película ha sido del productor francés Dimitri Rassam  -hijo del que fuera también productor Jean-Pierre Rassam y de la actriz Carole Bouquet- que tardó diez años en germinarla y cinco años en llevarla a cabo, el tiempo en convencer a Osborne de sumarse al proyecto que ha costado 57 millones de euros y de convencer a los herederos de Saint Exupéry de ceder sus derechos para llevarla a cabo.

En la versión inglesa cuenta con las voces de Benicio del Toro, Riley Osborne, Marion Cotillard, James Franco y Ricky Gervais.