De la explosión de formas y colores de Agatha Ruiz de la Prada a la sobriedad romántica de Hannibal Laguna, la Madrid Fashion Week, vitrina de la moda española, busca un lugar que se le resiste entre las grandes citas mundiales.
La Mercedes-Benz madrileña es el reflejo «del eclecticismo de nuestra cultura, creo que es la única pasarela del mundo de la que no puedes decir que tiene un estilo determinado», afirmaba este lunes a la AFP el hispano-venezolano Laguna en uno de los vestidores de esta 59ª edición, Otoño/Invierno 2014-15.
«Aquí tenemos absolutamente de todo, estilos minimalistas, barrocos, roqueros», decía mientras se preparaba para presentar su colección número cien, esencia concentrada de su ‘demie-couture’, un ‘pret-à-porter’ de lujo confeccionado a medida muy apreciado en Medio Oriente, Rusia y otros países emergentes.
Para este diseñador nacido en Caracas pero instalado desde hace décadas en España, la diversidad es una fuerza.
«Antes existía una especie de dictadura de la moda, pero eso es algo del siglo pasado, ahora cada mujer se viste como quiere y creo que una pasarela debe reflejarlo», afirma el modista rodeado de sus modelos, minuciosamente ordenados junto a bolsos y zapatos bajo las fotografías de cada maniquí.
Violetas, rosas, beige, azules o verdes en tonos pastel, bordados con redes de seda incrustadas de pepitas doradas sobre tejidos de mikado triple que cortados al bies dan volumen a las prendas, algunas plisadas en espiga: todo está concebido para lograr un efecto de elegancia romántica.
Un estilo en las antípodas del universo urbano de Juanjo Oliva, el chic retro de Roberto Verino, las líneas minimalistas de Juan Vidal, el sabor estadounidense de Ana Locking o los grandes estampados de colores chillones y formas ahuecadas de Agatha Ruiz de la Prada.
Una variedad de doble filo que puede impedir a Madrid fijar su imagen.
«Le falta encontrar su punto diferenciador, en París tienen el lujo, en Londres la vanguardia, en Milán el tema más clásico, Nueva York es un poco casi ya el siglo XXII y Madrid todavía no ha sabido encontrar su hueco como sí lo han hecho otras pasarelas que están al mismo nivel, Río de Janeiro por ejemplo», considera Anitta Ruiz, asesora de imagen de artistas que trabaja como estilista en la Fashion Week.
Sufre también la confusión con una industria textil muy fuerte a nivel mundial.
«Nuestra potencia en moda internacional es mucho más la moda pronta, con firmas como Zara o Mango, que están presentes en todo el mundo», señala Laura Luceño, profesora del Centro Superior de Diseño de Moda de Madrid, cantera de creadores como Amaya Arzuaga, que el viernes dio el pistoletazo de salida a una cita que termina este martes.
«Pero nuestros diseñadores no consiguen destacarse realmente desde Cristóbal Balenciaga», contemporáneo de Coco Chanel y Christian Dior, quien triunfó en la alta costura de París, reconoce.
Uno de los obstáculos con los que chocan es la falta de medios, explica Carmen Mañana, crítica de moda del diario El País.
«Los diseñadores españoles no tienen dinero y eso se nota», explica, subrayando que existe una desconexión entre esa industria textil potente, que vende en todo el mundo, y los modistos. «Esa colaboración está empezando ahora, pero de una forma muy tímida», añade.
Carente de apoyos financieros, «cuando un modisto español se vuelve loco o da rienda suelta a su creatividad, no vende nada, se lo comen. ¡Hasta luego! Así que para seguir viviendo cada vez apuestan más sobre seguro, por cosas que saben que van a vender», dice la crítica de moda, para explicar una cierta falta de riesgo.
Otro inconveniente de Madrid es el limitarse a una creación nacional de nivel desigual, ya que no atrae a modistos extranjeros. «¿Para qué van a venir si no hay compradores ni prensa internacional?», se exclama Mañana.
En la sala de prensa de la Mercedes-Benz FashionWeek Madrid casi todos los medios extranjeros son latinoamericanos porque, como dice Giancarlo Miranda, director de la revista peruana Privée, «en Sudamérica los diseñadores españoles sí interesan».