Pidió un café latté con leche descremada, preguntó si alguien más quería y con un lenguaje coloquial reprochó que lo habían despreciado la invitación. Es Gerardo Muyshond. Tiene un apellido famoso por la coyuntura política, pero también hace unos años cuando en el país se estrenó “Uno, la historia de un gol” (un documental de 32 minutos que narra la alegría y decepción de El Salvador en el Mundial, España 82).
Gerardo es un publicista que estudió comunicación social, mercadeo y publicidad en la Escuela de Comunicaciones Mónica Herrera. Dos años después recibió una beca para finalizar sus estudios en la casa matriz de su universidad en Chile. Ahora es el director general creativo y de servicio al cliente en Publicidad Comercial y por años se ha dedicado a hacer comerciales que han marcado a los salvadoreños, unos trabajos conceptuales que se enumeran ejemplarmente la historia publicitaria.
Su carrera en la cinematografía empieza en 2006 cuando decide hacer el documental que causó euforia entre muchos salvadoreños, “Uno, la historia de un gol”; ahora regresa con una producción polémica que narra a través de 52 voces (entrevistados que vivieron y formaron parte de la guerra de alguna manera), una visión más completa el conflicto. .
La cinta, “El Salvador, archivos perdidos del conflicto” es un documental que recopiló, de acuerdo con su director, a través de archivos históricos que guardan hemerotecas, noticias que describieron el impacto del conflicto armado. Se trata de un material que alcanza para permanecer sentado frente al televisor viendo imágenes y noticias por tres años sin pararse un solo momento. A este total se le suman otras 300 horas de entrevistas, compactadas en tres horas.
La producción cinematográfica de esta compilación e investigación de actores se sintetiza en una trilogía. La primera se estrena este 10, 11, 12 de noviembre, en una presentación premiere. Esta primera parte narra sobre los diferentes puntos de vista de la guerra y sus posibles causas. A partir del 13 de noviembre, formará parte de la cartelera de una cadena de cines.
La segunda entrega trata sobre la guerra como tal, donde se desvelarán las tácticas miliates, llas metodologías, entre otros detalles. Esta es la cinta más larga y se estrenará en el marco del aniversario de los acuerdos de paz, este 16 de enero, de 2015.
La tercera parte, será presentada en Semana Santa, y narra sobre los Acuerdos de Paz, cómo se llega a este y si fue o no necesaria la guerra en los diferentes sectores.
¿En qué momento decides hacer cine?
En realidad, fue una de esas cosas que se ven más fáciles de lo que es. Cuando hice el primer documental referente al fútbol (Uno, la historia de un gol), lo hice con un amigo con el que ya había hecho varias docenas de comerciales, y uno aplica la idea de que hacer cine será como hacer los comerciales, pero más largos. La verdad es que es más complicado que eso. Hay una cosa que es más importante, la investigación. Hacer una investigación cuando hay más de 30 personas que intervienen en la historia es mucho más complicado. Sin embargo todo empezó en 2006 con ese documental y pensamos que en junio de2007 íbamos a estrenar, pero no, fue hasta junio de2010.
Tres años y medio nos llevó hacer esa bendita película, que fueron tres de los mejores años de mi vida. Me encantó, me fascinó porque hicimos muchos amigos.
Muchas veces la gente te cierra la puerta en la cara. Vos llamás y les decis, “mire es que fíjese que estoy haciendo un documental y te cierran. Yo me quedo con los que sí nos abrieron la puerta, personas que sí nos ayudaron.
¿Quiénes se opusieron a este reto cinematográfico en su vida?
Hubo mucha gente que me dijo “vos estás loco”, pero hubo apoyo familiar. Por ejemplo, la que ahora es mi esposa y en ese entonces novia fue la que más me apoyó en todo esto. Ella me decía que no veía porque no se podía hacer: “El que quiere hacer las cosas encuentra la manera, el que no, encuentra las excusas”, así me decía.
Nos divertíamos haciendo la primera cinta. Hice que le gustara el fútbol, ahora los dos vamos al estadio, somos aguiluchos los dos. Se nos desarrolló una pasión por ir a los estadios a los dos como pareja. Las personas que te dicen que “no” se puede, te las topas cuando andás pidiendo la ayuda. Cuando yo andaba pidiendo información llegábamos a las hemerotecas y te decía una persona, rotundamente que “no”, y así repasaban remitiéndote por una cadena como de siete personas, hasta caer en la primera a la que le preguntaste.
Yo quería vivir todo eso, porque sabía que si hablaba como director operativo de todo eso a los dueños de los medios lo lograría, pero yo quería vivir la experiencia de un salvadoreño normal, sin conecte, para tratar de ver esa realidad.
¿Y por qué hacerlo así, siendo más fácil y rápido de la otra manera?
Porque quería saber con lo que en realidad se topaba la gente. Si algún día me preguntaban yo podía enfatizar con esa experiencia, sino, sentía que hacía como trampa. Finalmente tuvimos que ocupar el conecte. No te miento cuando entramos a los archivos de los periódicos y cuando entendieron lo que estábamos haciendo hasta nos ofrecían más ayuda. Nosotros detectamos que decir “no” es lo más fácil cuando no te entienden lo que estás haciendo. Cuando tenés este documental y “Uno, la historia de un gol”, la gente ya tiene esos referentes y es más fácil que te abran las puertas, para mí y cualquier otra persona. Ahora debería ser más fácil.
¿Y si embargo hubo tropiezos, no es cierto?
Sí, pero los tropiezos no fueron de la gente, sino de la exsecretaria de Cultura, Margalena Granadino. Fue algo mal intencionado que nos quisieron boicotear el proyecto porque partían de una premisa y un prejuicio solo por el apellido que tengo. Ella deducía que venía con cierta tendencia. Esa es una falta de respeto de parte de la exsecretaria de cultura. Me pareció ofensivo.
¿Ella se lo dijo a usted abiertamente?
Nosotros mandamos los correos a los respectivos canales donde le pedíamos filmar en locaciones específicas: el Teatro Nacional, excasa presidencial, el excuartel El Zapote, El Palacio Nacional, eran unas locaciones preciosas que yo quería mostrar como cualquier salvadoreño. La señora no nos respondía y la misma gente de ella nos decía que no entendían como era que ella tenía el permiso en el despacho y no lo firmaba.
Finalmente encaramos a la señora y nos contesta una llamada y me dice, “si usted me manda las preguntas y los nombres y las horas en que va a filmar, entonces yo le doy permiso”. Lo cual me parece un irrespeto a mi inteligencia, porque sabía que me iba a decir que tales personas sí y tales no.
Hasta entrevisté al exvicepresidente de la República, exmiembro de las FPL (Sálvador Sánchez Cerén) y él ni siquiera me cuestionó sobre qué iba a preguntarle y llegó a platicarme; “preguntame lo que querás”, si quería contestaba unas preguntas y sino no. Y esta señora me quería censurar cuando la obligación de ella y por lo que ella cobraba un sueldo, por fomentar la cultura, y nosotros estábamos haciendo un proyecto cultural, le guste o no a ella, era lo que nosotros queríamos contar. El Salvador, dónde yo me quedé, es un país libre, todavía. Es un país donde no existe ese tipo de censura. Quiero mandarle un mensaje bien cariñoso a doña Magdalena de Granadino, “aunque usted no quiso, estamos estrenando hoy esta película, oye”.
¿No la va a invitar?
Yo la invitaría con mucho gusto y si quiere ella que se siente a la par mía en la película. Y no nos logró detener, porque a un salvadoreño de verdad no lo logran detener en su convicción.
¿Cuánto tiempo les llevó hacer este documental?
Fíjate que si empezamos desde la parte de investigación, rondamos los tres años. A nosotros nos da risa cuando me dicen que este documental tiene fines propangandísticos políticos, ¡ imaginate! Hace tres años se nos ocurrió y pensamos: “¡vaya, lo lanzamos justo cuando sean las elecciones!”. No, hombre, las cosas se lanzan cuando ya están listas. Nosotros quisimos contar un proyecto que nos llamaba la atención y quisimos empezar a contarlo responsablemente, y no hacerlo con clichés. La parte de rodar fue corta, fueron como tres semanas de entrevistas o un mes quizás. Hacíamos una entrevista en la mañana y otra en la tarde. La parte de la investigación es dura, más cuando se trataba de un montón de ignorantes como nosotros que no sabíamos nada de la guerra y luego venía la parte de la edición, esa sí es durísima. Imaginate, tenemos suficiente material para pasar viendo la televisión durante tres años, sin levantarte para ir al baño, aunque sea una sola vez y después tuvimos 300 horas de entrevistas y estas reducirlas .
¿Cómo ve ahora este trabajo tu familia?
Todavía no me siento realizado. Es algo que no se lo he enseñado ni a mi familia, esto es algo que no lo ha visto nadie, más que los cinco o seis personas que hemos estado metidas en el proceso editorial del proyecto. Yo ahora siento la gran curiosidad de ver qué nos responde la gente cuando se lo compartamos. Ahí es cuando te cae el 20 de que ya lo estrenaste.
¿Es la misma tensión que con “Uno”?
Creo que hemos empezado más tarde. La promoción de esta película, pero creo que la tensión creada por los medios es mucho más relevante que la levantada por “Uno”. Esa levantó mucho polvo, pero en un segmento de población futbolera. En este otro caso, creo, es un “grupo objetivo”, así como lo llamamos en marketing, al que va este proyecto. Es un segmento más amplio porque la historia de El Salvador nos pega a todos y nosotros nos quedamos asombrados.
Ya tenés “Uno” y las tres entregas de “El Salvador, archivos perdidos”, ¿qué sigue?
Fíjate que es una pregunta que no me atrevo a responder aún. Esa misma pregunta me hicieron cuando estrenaba “Uno” y yo bien enfático, recuerdo que dije, “cualquier cosa que no sea de la guerra o de las maras yo lo hago”.
¿Entonces de las maras va a ser?
– Ríe -¡Puta, ahí no me quiero meter! Lo que yo quería en lo personal y si le preguntas a cualquier miembro del equipo creo que te va a responder lo mismo. Siento que todo esto tiene algo que ver con “Uno”. Es que son cosas que sucedieron en mi niñez, cosas con las que yo crecí, son cosas ochenteras que a mí como a otros nos definieron como salvadoreños: la guerra en El Salvador y el 10 a 1 de la Selección, a mí me marcaron en diferente manera, son cosas que forjaron mi niñez. Mi familia es futbolera y además mi familia ligada a diferentes experiencias de lo que fue la guerra por amigos de diferentes bandos y todo lo demás. El tema de la guerra para mí no fue ajeno. Creo que con esto encuentro diferentes respuestas que me hice cuando fui niño.
¿Hay escenas que no quisieras volver a ver?
Hay cosas que yo decidí no volver a ver. Es material que para nosotros es grotescos, que nos sacaban las lágrimas. Ver cadáveres desmembrados, en tomas que no sé si salieron al aire. Hay un testimonio que sí lo incluimos en el documental como el de un niño dónde expresaba qué era para él la guerra. Eso te va a sacar las lágrimas, también hay cosas sanguinarias que vos ves que son terribles, que vos no entendés como es que un ser humano por más causas que cree que tenga, pueden ser capaz de hacer esas cosas, pero era una guerra y desgraciadamente hay gente que las documentó. Esos archivos, ojalá y se quedaran perdidos. Porque no creo que ningún ser humano mereció recibir eso, como ningún ser humano merece recordarlo.
¿Ha cambiado su percepción de la guerra?
En mi caso personal, sí. Una de las cosas que he aprendido es a recibir las críticas por mi forma de pensar. Y hay otra gente que piensa distinto a uno y yo tengo derecho de pensar como me ronque la gana. Creo que la intolerancia fue una de las razones que nos llevó a la guerra, así como el no aceptar que había gente que pensaba diferente a uno y el haber aprendido qué era la guerra y aprender de esa intolerancia te lleva a ser más tolerante. Yo nunca he creído en esas cosas donde mezclas puntos de vista para llegar a un acuerdo salomónico. Puedo ponerme de acuerdo con gente de ultra lo que sea, derecha o centro. Hay una moraleja que queremos dejarle a la gente, “nadie es tan estúpido como para arriesgar su vida en algo que no cree, ni nadie es tan estúpido como para apostar su vida por un país al que no ama”, entonces hablás que si seguís esa línea de pensamiento: los que pelearon en la guerra son patriotas y lucharon por una causa por la que creían firmemente. Ahí tenés dos cosas en común. Si tomaban el patriotismo, o no.
¿En las entrevistas hay una pregunta común, “¿valió la pena la guerra?”, a partir de todo lo que has visto la podés contestar?
Para mí no.
¿Por qué no?
Te lo voy a poner con otras crisis sociales alrededor del mundo. ¿A cuántas personas mató Mandela? ¿a cuántas Matin Luther King? ¿A cuántas mató Ghandy? ¿A cuántos hombres mataron las mujeres para tener acceso al sufragio universal? Hay cambios que creo que son insostenibles y que eventualmente cambian, yo creo que en El Salvador hay cosas insostenibles. Entiendo el emputamiento de una generación y no comparto los métodos, en lo personal yo, pero no sé qué hubiera hecho en esa posición.
¿Los método de ambas partes?
Por supuesto, aunque no son solo ambas partes. Este documental me di cuenta que hubo un cachimbo de partes. Acordate que hay empresarios de empresarios, guerrilleros de guerrilleros, militares de militares. Yo me he sentado con exmiembros del FMLN que te dicen, “mire, sí hubo secuestros de esto y lo otro. Yo en lo personal, jamás realizaría un secuestro”, y era alguien del FMLN. Acá lo de lo que te das cuenta es que hay miles de cortes, no es tan simple que eran unos contra otros. Yo creo que los cambios se habrían podido dar. Al final hay cosas que van a cambiar.
Honduras ya no tiene presidentes militares, es un nuevo gobierno; Costa Rica nunca tuvo guerra, ni ejército. Hay cosas que siempre van a cambiar. Hay un consejo que le doy a todo el mundo: “no es justo comparar con conductas y paradigmas del 2014 con conductas y paradigmas de la década de los años 60”. Son contextos diferentes. Si llevás a una niña con la forma de vestir actual a 1920, seguramente la van a linchar. Es una época que no se puede evaluar actualmente, pero no es justo que llegue el futuro sin haber aprendido esa lección. Esa es una de las razones por las que hemos hecho esto.
¿Cuál fue el personaje que más le impactó y el que más le costó entrevistar?
A los que más disfruté son los hermanos Galeas, Marvin y Geovanny. Ambos tienen una gran capacidad de narrativa espectacular. Son amantes de la lectura y la escritura, un vocabulario bastante rico con capacidad de acentuar sus testimonios. Parecen cuentistas al momento de hablar lo que les pasó. Imaginate, a los dos tuvimos que llamarlos . Ambos eran de capas medias del país, unos migueleños que nos contaban muchas cosas interesantes y por circunstancias de la vida terminaron en la guerrilla y pasaron por un proceso de transformación ideológica de la vida misma. En el documental lo contamos poco. Me pareció un Geovanny más polémico que Marvin, pero me parecieron que son dos tipos que te logran cautivar.
Sí, hubo otros que me costó entrevistarlos, -hace una brevísima pausa, sus ojos se enrojecen y su voz se empieza a quebrantar- porque habían hecho cosas que afectaron directamente a mi familia durante la guerra. Ellos no sabían que yo era parte de la familia y me tocó soplarme la historia contada por ellos. Al final ellos tuvieron sus razones, como seres humanos tuvieron los motivos de hacer las cosas por experiencias propias que les había tocado vivir. Fue un poco difícil para mí. Yo no sabía quién era él cuando llegó a la entrevista.
¿Perdón, después de esa entrevista su percepción siguió siendo la misma?
Es que yo los entiendo, yo creo que si todos escuchamos las versiones de todas las personas llegamos a entender por qué lo hacen. De ahí podés entrar en acuerdo o desacuerdo del por qué lo hicieron y vos hubieras o no hecho lo mismo. Sin embargo alguna razón todos tenían. Nadie se metió en esto por joder. Nadie se metió en esto por decir, “mirá qué chivo es ir a disparar fusiles”, ¿me entendés? O decir, “vámonos a la montaña y no veamos a nuestros familiares” o “me voy a enlistar en el ejército para hacer prácticas de tiro al blanco”. No creo que haya habido alguien que haya entrado con esa mentalidad, al menos en su sano juicio.
¿Cuénteme sobre las preguntas?
Les hicimos las mismas preguntas a todos los entrevistados, al final obteníamos 52 respuestas con las mismas preguntas y 52 respuestas de dónde escoger para ver quién lo decía mejor. Entonces verás que el documental fue fluyendo sin que tenga intervención. Vos te das cuenta que en la mayoría de documetales hay una voz que dice, “y entonces vino…” una locución etérea en off, nosotros no recurrimos a eso. Nosotros nos brincamos de un testimonio, al siguiente, y al siguiente hasta ir hilvanando la historia y creo que se entiende. Ahí está la historia contada por otros más.
¿Y qué te ha gustado más, hablar de guerra o del fútbol?
No me conviene decirlo ahorita – sonríe apenado – pero sí, el de fútbol me ha gustado más. Era mi bebé. Mirá, a mí siempre me ha llamado la atención la política pero como un salvadoreño normal, nunca me he metido a un partido, tampoco he ido a una marcha, ni he hecho proselitismo, pero de fútbol sí me he metido al estadio, me he metido a sol general porque ahí es dónde se vive el partido men.
¿Se metió a Vietman?
Claro, y yo con toda la mara. Imaginate que mido casi dos metros y chele en medio del solón y los demás me decían, “¿bicho y vos que hacés aquí?”, – contesta emocionado -, “no, puta disfrutando el partido a la par tuya”.
¿Y tiró algo alguna vez?
No, pero me cayeron un par de cosas. No, y si hemos ido con compañeros de trabajo y hasta nos hemos tomado fotos porque alrededor del fútbol se mueven otras pasiones y esa es otra de las cuestiones a las que se asemejan las dos cosas, la guerra y el fútbol. Estos son dos de los temas prohibidos.
¿Ahora solo le falta hacer una película de religión?
Sí, de religión, vamos a agarrar a un par de curas a ver qué sacamos- bromea- . No sabés qué será tu inspiración el día de mañana. Me gusta más “Uno” que es para todo público, es una película para toda la familia, es más unificadora. Irónicamente, esto es importante que te lo cuente, que hay un montón de comentario de “Uno” y “El Salvador, archivos del conflicto”. Me llama la atención comentarios de gente que dice que nosotros nos queremos lucrar a costillas del pueblo.
O sea que tenemos que regalar la entrada si gasto tres años de mi vida echando riata, sin tener feriados, sin cumpleaños, sin celebrar aniversarios ¿me entendés? Yo recuerdo que estábamos trabajando este documental con mi hijo recién nacido y mis compañeros no me deja mentir, tuve una intervención quirúrgica en medio de esto, y realmente yo estaba sangrando en la sala de edición, a la par de uno de ellos, editando, esto por la pasión que te genera, aunque no hayan vacaciones. No hemos tenido ni una sola vacación desde que nos metimos en esto por todo el proceso de edición. Luego la gente te dice que por cobrar una entrada le estás robando a la gente.
Al final lo que saco de esto es que hay odio en nuestra sociedad ahorita. Eso es lo que hemos tratado de desfomentarcon estos proyectos.
¿Volverían a hacer algo más de guerra?
Sí, media vez no se trata de sembrar cicuta o cizaña. Se trata de que reflexionemos, cualquier esfuerzo vale la pena.
¿Ya hay acuerdos para exportar la cinta?
Sí, Neftlix, y varios países, entre ellos Colombia que está muy interesados.
Además, esta vez quisimos estrenarla en el país y no afuera por que hoy tenemos más credenciales que antes. Cuando hicimos “Uno”, tuvimos que validarla en el extranjero para que cuando la trajéramos acá nos creyeran que era una buena producción.
¿Es más fácil proyectarla afuera que acá?
Te lo pongo así. Si yo hubiese querido entrevistar a un político estadounidense en la Casa Blanca, en Washington, consigo el permiso matado de la risa (fácilmente). Aquí no logré hacerlo para entrevistar a un expresidente en la excasa presidencial que no la están ocupando. Yo he filmado comerciales en la Estatua de la Libertad tramitando permisos después del 11 de septiembre, son permisos que los hacen sin corrupción, y sin preguntarte quiénes somos. Para que veas la diferencia de cultura. Recuerdo cuando filmábamos un comercial en Time Square, en Manhattan, en la vía pública. De repente de nos acerca un policía de esos que andan a caballo y yo dije, “ya nos vacunaron aquí, alguna ley estamos rompiendo”, y el tipo se llega y nos pregunta si en algo nos podía asistir para que termináramos de grabar como mejor nos sintiéramos nosotros. Y acá venis y la secretaría de bloquea el permiso.
¿Y ahora hay nuevos proyectos?
No, ninguno.
¿Querés disfrutar a tu familia?
Sí, ahora mi hijo de 1 año, me vio en la tele y dicen que estaba pegado en la pantalla viéndome.
¿Tu esposa no resintió el tiempo que le dedicaste a la cinta?
No, para nada, ella me entiende perfectamente. Ella es publicista también. Es de las personas que te impulsa a seguir adelante.
Diario1.com comparte el tráiler:
https://www.youtube.com/watch?v=KY9ef9aqyeo