El Salvador
lunes 25 de noviembre de 2024

Como me ven pobre no creían que mi sobrino era el famoso Roger Rodas

por Redacción


Ellos son los familiares de Roger Rodas, el salvadoreño que falleció en un accidente de tránsito junto al actor Paul Walker. Doña Chela y don Luis, tíos de Rodas, viven en Candelaria de la Frontera, Santa Ana. Ambos traen a sus memorias los recuerdos del par de veces que frecuentaron a su sobrino en sus viajes por El Salvador.

Acomodaba las verduras que saca a vender cada día en el puesto que tiene en el mercado municipal de Candelaria de la Frontera. Era un día en época de navidad, para ella común, uno más en sus 78 años de vida, en el que no esperaba visitas, y menos de esas que caen por sorpresa.

Doña Chela se sentó, exhausta, mientras miraba la gente que iba y venía a abastecerse de las compras de la época. A unos pocos metros la observaba su esposo, don Luis, el encargado de cuidar los baños, solo un año mayor que ella. Los dos han trabajado en ese lugar desde hace ocho años, de lunes a domingo, desde las 6:30 de la mañana hasta que el mercado cierra.

Cuando volteó su vista a uno de los portones, notó que un joven preguntaba por ella. Estaba acompañado de otros tres muchachos más, con pinta de extranjeros, que se bajaron de un pick up. Caminó de prisa y al acercarse más se dio cuenta que tenía frente a ella a su sobrino, el que vivía en los Estados Unidos, hijo de su hermana, al que no había visto crecer.

Doña Chela, acompañada de su esposo, don Luis. FOTO: Salvador Sagastizado.

Doña Chela, acompañada de su esposo, don Luis. FOTO: Salvador Sagastizado.

“¡Mirá Roger!”, le gritó a don Luis para que avivara el paso.

Era Roger Rodas el que llegó hasta Candelaria de la Frontera para ver a los familiares que él sabía tenía en ese pequeño pueblo que limita con Guatemala. Roger fue guiado desde Santa Ana, porque recordaba el lugar en el que había nacido, más no sabía cómo encaminarse a él. Había emigrado a los cinco años a Estados Unidos, junto a su madre y hermana, huyendo de las amenazas que de pequeño recibió su familia y luego de que su padre fuera asesinado.

“Cuando se fue, era un niño. Y al verlo de nuevo, ya tamaño muchachón, agradable… Solo entró y comenzó a saludar a toda la gente”, es el recuerdo que viene a la mente de doña Chela de esa mañana decembrina.

Roger los presentó ante sus compañeros de viaje y los identificó como los parientes que tenía en El Salvador. “Ella es mi tía Chela y él mi tío Luis. Esta es mi familia, mis tíos”, decía con soltura a sus amigos, entre los que se encontraba el actor hollywoodense Paul Walker.

Ese encuentro, que pasó desapercibido, duró alrededor de una hora. Rodas tomó después su camino de regreso a San Salvador, porque luego buscaría la costa Pacífica.

“Solo vinieron a saludarnos a nosotros, a ver cómo estábamos y se fueron al Puerto de La Libertad. Aquí qué íbamos a saber nosotros que él andaba con un actor”, son los comentarios que hasta hoy se hacen el uno al otro.

“Un gran muchacho, inteligente y listo”

Roger Rodas y Paul Walker. Foto D1: tomada de Facebook de Always Evolving.

Roger Rodas y Paul Walker. Foto D1: tomada de Facebook de Always Evolving.

Doña Chela y don Luis eran tíos de Roger Rodas, el salvadoreño que el pasado sábado murió en un accidente de tránsito junto al actor Paul Walker, en el que el exceso de velocidad habría llevado a perder el control del Porshe en el que se conducían por las calles de los Los Angeles.

“Ellos dos eran únicos, andaban juntos por todos lados”, afirma con voz quebrantada por los años don Luis, quien tiene aún la imagen viva de cuando Roger llegó hasta el mercado a buscarlos, visita fugaz que Walker habría disfrutado lejos de las cámaras y el asedio de la prensa.

El vínculo entre Rodas y Walker estaba marcado más allá de la amistad: ambos habían creado negocios y organizaciones de ayuda, sin contar que Rodas además era el asesor financiero del actor.

Para conseguir esos logros, dice doña Chela, a Roger “le costó superarse”. “Era inteligente, listo, muy buena persona”, así lo describe, pese a que fueron pocas las veces que pudo ver a su sobrino. Para ella, fueron esas cualidades las que le llevaron a ser un exitoso empresario con la capacidad de fundar empresas como “Always Evolving” y otras.

Doña Chela, al recordar el pasado de Rodas, eleva sus ojos achinados y reconoce que su sobrino desde pequeño tiraba luces de qué quería hacer en su vida. Una de estas: las competencias de carreras automovilísticas.

Ella aún retiene entre sus pensamientos la primera vez que Roger corrió. Esa competencia la realizó montado en un triciclo azul, cuando era estudiante del kínder municipal, “Prebístero Matías Delgado”. Corrió y ganó. “Ya traía él que le iba a gustar ese deporte”, dice la señora.

Así es como pareciera incluso prefiere recordarlo: vestido con su traje especial de carreras, su característica gorra y sonriente.

Vista del kinder municipal donde Roger Rodas ganó su "primera carrera" con un triciclo a sus compañeros. FOTO: Salvador Sagastizado

Vista del kinder municipal donde Roger Rodas ganó su «primera carrera» con un triciclo a sus compañeros. FOTO: Salvador Sagastizado

En su modesta casa, ubicada a unos cuantos pasos del mercado en el que trabaja, Doña Chela mantiene –sobre una juguetera y a la vista de todos- una mediana imagen, enmarcada, en la que Roger sonríe. Viste de blanco y sostiene un premio que de seguro ganó tras una competencia. Es de las pocas que tiene de él. La guerra y el paso del tiempo les dejaron sin muchas instantáneas que pudiera hoy mostrar y compartir.

Son pocos de su familia los que le conocieron. Es posible que algunos nietos, y hasta la pequeña bisnieta que baila frente al televisor, no sepa quién fue Roger Rodas. O tal vez en algún momento alguien le explique quién es el de la imagen que guardan entre las fotografías familiares que cuelgan en la salita.

Al llegar del mercado, sin quitarse su delantal ni haber bajado la maleta que carga a su regreso, doña Chela toma entre sus manos la imagen, frunce sus cejas y expresa que aún no procesa que el hijo de su hermana menor sea el que invadió las noticias de varios medios, el pasado fin de semana.

“Desde entonces estoy enferma. Desde que mi hermana que vive en Guatemala me avisó a las 7:00 a.m. del domingo sobre lo que había pasado”, confiesa doña Chela que además dice haber hablado hasta este lunes con la madre de Roger -con la que vive agradecida por todo el apoyo que le ha dado a su familia-, quien sigue inconsolable por lo ocurrido.

Algunos habitantes de ese pueblo fronterizo ya se han acercado para darles el pésame. Los que conocieron a Roger también lamentaron su fallecimiento. Y hubo unos cuantos más, agrega doña Chela, se han tomado el tiempo para salir de la duda y preguntarle si de verdad ese muchacho era su pariente cercano. “No creían que él era mi sobrino porque él era famoso y yo soy pobre”, cierra la tía de Roger, no sin antes lanzar una sonrisa disimulada ante algo que para ella no tiene importancia.