Más allá de su espectacular voz y del lugar privilegiado que ocupó en el mundo de la música hispana, Camilo Sesto fue conocido por sus polémicas declaraciones, por el secretismo entorno a su vida y hasta por sus cambios estéticos en sus últimos años.
Su carrera musical subió como la espuma a mediados de los setenta y se convirtió en un ídolo de masas, especialmente para las jovencitas de la época, que llenaban sus conciertos y le esperaban durante horas a las puertas de los teatros en los que representó el musical «Jesucristo Superstar».
Una persecución de sus fans femeninas que no tenía paralelismo con su vida privada ya que apenas se le conocían relaciones, ni femeninas ni masculinas -el rumor nunca confirmado de su homosexualidad le persiguió siempre-.
Se habló de relaciones con Andrea Bronston o Maribel Martín pero solo se supo con certeza de una mujer que ocupó su corazón por un breve tiempo, la mexicana Lourdes Ornelas, madre de su hijo Camilo Michael, nacido en 1983, y origen de uno de los episodios más controvertidos de su vida.
La pareja se separó pronto y Camilo Sesto batalló duramente por hacerse con la custodia de su hijo, lo que consiguió con presiones, según contó Ornelas hace poco en un programa televisivo español.
El cantante tardó ocho meses en reconocer al niño, nacido en la localidad mexicana de Santa María de la Rivera. Y propuso a Ornelas que vivieran los tres en su casa de Torrelodones ( Madrid).
Y empezaron los problemas. Por dos veces, Ornelas y su hijo volaron hacia México y las dos Camilo Sesto consiguió que volvieran, según relataría la pareja en 1991 a la revista Hola.
Sesto había abandonado durante unos años el mundo musical para dedicarse a su hijo y cuando regresó a los escenarios, en 1990, había perdido un espacio en el panorama musical que nunca recuperaría.
Fue en ese momento en el que comenzaron los años más extraños de su vida. El público seguía recordándole como una gran mito de la canción y sus canciones se escuchaban y se trasmitían de generación en generación, pero su imagen pública se deterioraba al mismo ritmo.
Las informaciones sobre su desaparición o sus enfermedades se sucedían en los medios, siempre negadas posteriormente por Camilo Sesto o su entorno.
Tanto se hablaba de él, que llegó a afirmar en una entrevista: «Ni estoy ingresado, ni me estoy muriendo; estoy cansado y harto… ¿por qué publican esas mentiras sobre mí?».
Pese a todo, continuó llenando recintos con sus conciertos, especialmente en Latinoamérica, donde centró su carrera tras trasladarse a Miami (EE.UU.) para estar cerca de su hijo tras un nuevo capítulo de sus problemas con la madre.
Se alejó varias veces de la música y regresó otras tantas. Y ya en el siglo XXI su imagen comenzó a alejarse de la que todos recordábamos de su época de esplendor.
Sufrió un trasplante de hígado en el año 2000 y tras un rechazo de ese primer órgano tuvo que pasar por el quirófano de nuevo al año siguiente, lo que le dejó en un frágil estado de salud.
Además las cirugías fueron transformando su cara y aunque su tirón popular seguía vivo, decidió dar un giro a su carrera, con la introducción de temas con los que intentaba conquistar a un público más joven.
De esa vertiente fue su último éxito, «Mola mazo», un tema de 2002 que adaptaba una expresión popular entre la juventud española de la época y que fue tan impactante como discutido.
«Tengo hambre de vida», decía entonces el cantante, a quien la «inspiración» le pillaba siempre «con una guitarra en la mano».
Hace tres años lanzó un tema que incluía la voz del papa Francisco, titulado «Padre nuestro» y que era la versión en español de una canción extraída del musical «Il Primo Papa».
Lo presentó convaleciente y sentado en una silla de ruedas por un golpe en la cadera que había sufrido semanas antes, acompañado por su gran amiga Ángela Carrasco.
«Me siento privilegiado de haber podido compartir palabras con alguien que no es cantante, pero que es casi la persona más importante del mundo; eso me ha hecho sentir tocado por la mano de Dios», declaró el alicantino en un acto celebrado en una iglesia madrileña.
Fue el penúltimo acto musical de Sesto, que hace apenas un año presentó su disco «Camilo Sinfónico», cuya versión en vinilo estaba previsto que saliera la próxima semana.
Se le vio frágil y delgado en la presentación y se limitó a posar en el photocall sin hacer declaraciones.