La tutela legal que controla la vida de Britney Spears desde hace más de 13 años podría llegar a su fin este miércoles, cuando la Corte Superior de Los Ángeles celebrará una audiencia para responder a las peticiones del abogado y el padre de la artista.
Tanto el representante legal de la cantante, Mathew Rosengart, como su padre, Jamie Spears, han solicitado en los últimos días la finalización de la tutela, aunque con enormes diferencias que deberá dirimir la jueza que supervisa este mediático caso.
Nadie sabe si la magistrada Brenda Penny decidirá que ha llegado el momento de liberar a la artista del mecanismo de control legal al que fue sometida en 2008, tras una etapa de comportamiento errático por el que llegó a perder la custodia de sus hijos.
Si lo hace sin mayores preámbulos, la imagen del sistema judicial de California quedaría muy dañada.
Cuando Britney salió de rehabilitación ese mismo año, volvió a trabajar en discos y espectáculos que ingresaron millones de dólares a pesar de que seguía bajo la estricta tutela legal, una disposición que se reserva para personas gravemente incapacitadas o en un estado avanzado de deterioro físico o mental.
Además, el final abrupto daría la razón a la artista, quien en su explosiva declaración del pasado 23 de junio aseguró que la tutela era un entramado para «pagar el sueldo de mucha gente» que se aprovechaba de su trabajo.
Tampoco es lo que desea Rosengart, el primer abogado que designa ella personalmente.
Según los últimos documentos entregados en el juzgado, el letrado se inclina por un final escalonado en el que se depurarán responsabilidades y se analizará qué funcionó mal.
Rosengart está convencido de que el padre de Britney y un variopinto grupo de empresarios y abogados se han aprovechado de la tutela legal para enriquecerse gracias al éxito de la cantante, sometida a un férreo control en el que no tenía acceso a sus cuentas ni potestad para decidir sus proyectos.
En su última declaración escrita el abogado cree que el padre de Britney tiene una desesperación «evidente» y «egoísta»: «Quiere escapar de la justicia y la responsabilidad (pero no lo hará) y evidentemente hará o dirá cualquier cosa para evitarlo», aseguró.
El caso ha dado un nuevo giro este fin de semana después de que el diario The New York Times publicara un reportaje con declaraciones de tres personas que han trabajado para Britney durante su tutela: un empleado de seguridad, una asistente y su jefa de vestuario.
Entre las declaraciones más espinosas, el exempleado de seguridad afirma que el progenitor mandó colocar micrófonos en la casa de Britney, cuyas llamadas y mensajes eran interceptados, incluso las comunicaciones con su propio abogado.
Se desconoce si la corte de California conocía estas prácticas, que en caso de haberse hecho a espaldas de los tribunales pondría contra las cuerdas a su padre, responsable último de la tutela.
«La grabación o el monitoreo no autorizado de las comunicaciones privadas de Britney, especialmente las comunicaciones entre abogado y cliente, que son una parte sacrosanta del sistema legal, representan una violación desmedida y vergonzosa de sus derechos de privacidad y un ejemplo sorprendente de la privación de sus libertades civiles», indicó Rosengart.
Por su parte, el padre se decanta ahora por un final abrupto de la tutela, siempre en los «mejores intereses de su hija».
Jamie ha defendido que con su tutela salvó a la artista de caer en malas influencias que habrían echado a perder su patrimonio de 60 millones de dólares y que todo lo demás son rumores que no se corresponden con la realidad.
La jueza tendrá la última palabra de un caso que podría alargarse.