El Salvador
lunes 18 de noviembre de 2024

Bad Gyal, «el pussy que manda», se corona en el Sant Jordi como reina urbana

por Redacción


"Se me notan los nervios", ha añadido cuando ha visto que las palabras no le salían, impresionada de ver uno de los recintos de conciertos más grandes de Barcelona rendido a sus pies.

Como la propia Bad Gyal ha dicho al principio del concierto, lo que a ella se la da bien «no es hablar, sino montar fiestas», y eso es lo que ha hecho este sábado en el Palau Sant Jordi de su ciudad, Barcelona, donde ha celebrado la más multitudinaria de su carrera con 17.000 personas, que la han coronado reina de la música urbana.

Nunca antes la catalana había reunido tanta gente, pero no va a ser la última, porque lo de hoy más que una fiesta ha sido un fiestón, en el que el público no ha parado de bailar ni un segundo, mientras se sucedían las canciones a toda velocidad y Bad Gyal dominaba el escenario a ritmo de dancehall, reguetón, perreo y twerking.

«T’estimo molt Barcelona -ha dicho en catalán-. Estoy superfeliz, siento vuestra energía y os quiero agradecer este ‘sold out’ en mi ciudad».

«Se me notan los nervios», ha añadido cuando ha visto que las palabras no le salían, impresionada de ver uno de los recintos de conciertos más grandes de Barcelona rendido a sus pies.

No es de extrañar que hubieran nervios, lo de hoy ha sido un peldaño importante en el ascenso imparable de esta artista, que irrumpió hace seis años en el panorama musical español y rompió moldes con su canción «Pai» y un vídeo casero que se hizo viral.

Después llegaron temas proféticos, como un de los primeros que han sonado hoy, «Slim Thick», en el que dice «y soy buena en los ‘lyrics’ y soy buena haciendo ‘hits’ (…) y siento que en un tiempo Bad Gyal va a ser una estrella».

Esas canciones han convertido a Alba Farelo en Bad Gyal y ya nadie tiene que otorgarle el estatus de estrella, porque ella lo ha cogido sin pedir permiso y como tal se ha comportado esta noche.

Ha aparecido en el centro del escenario subida a un altar y rodeada de seis bailarines situados unos metros más abajo que ella y, juntos, han hecho arder el Sant Jordi desde la primera nota.

El repertorio ha sido parecido al de su reciente gira por festivales, que empezó el pasado verano en el Primavera Sound de Barcelona y le ha llevado después a Porto, Los Ángeles, Sao Paolo, Santiago de Chile y Buenos Aires.

Pero ha habido novedades y, en la sucesión frenética de canciones troceadas y unidas unas a otras sin transiciones para mantener el ritmo en lo más alto en todo momento, se han colado algunos fragmentos de canciones inéditas.

Ha sido fácil saber cuales eran las nuevas, aunque sólo hayan sonado unos segundos, porque han sido las únicas que no ha coreado el público, que se las sabía absolutamente todas.

«Esta canción que acabo de cantar es nueva -ha anunciado en uno de los pocos momentos que ha detenido su frenético vaivén de caderas y sus rimas pegadizas- y os voy a hacer otro regalo, os voy a decir el título de mi próximo disco, que se va a llamar ‘La joia’; y ahora lo vamos a celebrar. ¡Tírame la merca!».

En este punto, el Sant Jordi se ha iluminado con los móviles de los espectadores y Bad Gyal ha invitado a todos a desinhibirse a golpe de nalga.

Hay que decir que el público, en el que pocos pasaban de los treinta y predominaban las mujeres y los miembros del colectivo LGTB, ha estado muy predispuesto en todo momento a liberarse y a sentirse sexy.

Para subrayar el gusto por lo tórrido, el escenario ha lanzado en más de una ocasión llamas hacia el cielo y en las pantallas ha aparecido en letras gigantes la palabra ‘pussy’ para que quedara claro que, como dice la propia Bad Gyal, «el pussy que manda» es el suyo.