Sus viñetas llegan diariamente a más de 13 mil salvadoreños vía facebook. Todos estos seguidores han sido cautivados en menos diez meses. Sin conocimientos de marketing o social media, Óscar Hernández Sandoval solo cuenta con el ingenio de sus viñetas y la empatía que puede hacer nacer de su público al ver las situaciones que plasma en las pantallas de miles.
Óscar vive en Lolotique, San Miguel, un municipio «tan caliente que bien se puede comparar con el infierno», según Ob, el personaje nacido de la imaginación y vivencias de Óscar. Un alter ego que comparte sus vivencias en la red en la fanpage “Ob’s World”.
Desde el oriente del país, Óscar −graduado de Técnico en Ingeniería en Sistemas− se inspira para sacar risas a kilómetros de distancias, gracias al internet. Capitalinos o hermanos lejanos han visto sus ocurrencias y no dudan en darle “like” o “compartir”. Con presionar la tecla “enter” poco a poco se abre un nuevo mundo para Ob.
Este ilustrador salvadoreño se suma a una nueva tendencia: talentosos jóvenes que explotan la conectividad que representan las redes sociales. Un ejemplo es la argentina, radicada en España, Agustina Guerrero, quien comenzó a finales de 2011 a compartir sus ilustraciones en facebook. Hasta la fecha Guerrero ha logrado una aceptación apabullante con 400 mil seguidores a nivel mundial, contratos publicitarios y un libro recopilatorio de sus mejores viñetas.
La página de Óscar comenzó con 200 seguidores, afirma su creador. La gran mayoría de esos primeros likes fueron amigos suyos, confiesa, pero la empatía que es capaz de generar con un dibujo atrajo al resto. Gracias a la opción “compartir” Ob se extiende cada día más.
Las situaciones y temáticas que vive Ob son de lo más variadas, desde ofrecerle al personaje de La Chele (su novia) “Los 10 millones de Flores” hasta una pequeña crítica a los que cruzan las calles sin hacer uso de las pasarelas.
¿De dónde surgen las ideas para crear?
«La mayoría de tiras son experiencias propias o conversaciones que tengo con alguien. También hay otras que se basan en la vida de cualquier salvadoreño, en nuestro gusto por las pupusas y esas cosas que nos identifican. Otras, son fruto de esos momentos filosóficos que vienen cuando vas viendo por la ventana del bus, uno se pregunta ¿Qué pasaría si…? Y te pones a divagar hasta que terminas riéndote solo porque la idea es divertida», dice.
Óscar sabe que la mejor manera de llegar al público es gracias a las imágenes: “la gente se detiene a leer lo que dicen.”
A veces sus viñetas llaman tanto la atención que más de alguna fanpage ajena a la suya termina tomando la ilustración y haciéndola pasar como propia, con logo nuevo y hasta cambios en el diálogo. El plagio, afirma, no es más que un riesgo latente en ese mundo virtual, en especial en un país que no tiene leyes que protejan los derechos de autor en la red.
Pero en esos casos no está solo. Sus fans le ayudan al darle el aviso del plagio. “Siempre hay personas que te avisan cuando ven una imagen modificada, entonces se les pide que la retiren o se hace una denuncia en facebook, algunos borran la imagen y suben la original o le ponen el enlace del autor”, comenta el ilustrador.
Los planes a futuro para Óscar y Ob incluyen hacer cortos animados, sin dejar de hacer viñetas todas las semanas. También le gustaría sacar un libro con una recopilación de su trabajo.
El talento encontró la herramienta ideal para expandir su trabajo y anima a otros salvadoreños a lograrlo. “Las redes sociales presentan una gran oportunidad para darte a conocer, y no solo es un beneficio para los ilustradores sino también para todo aquel que posea un talento que quiera mostrar al mundo.”
Algunas de las viñetas de Ob:
