domingo 27 de octubre del 2024

Algeciras, desgarrada, llora a Paco de Lucía

por Redacción

Unos lo escuchaban tocar de niños, otros aprendieron a rasgar la guitarra con él: en Algeciras, ciudad natal de Paco de Lucía, cada uno trae un recuerdo del gran maestro del flamenco a la capilla ardiente de su último adiós.

«He mirado para el cielo y he visto las estrellas brillar, son las cuerdas de tu guitarra que no paran de tocar», escribió en el libro de condolencias Lola León, una algecireña de 58 años que conoció al guitarrista siendo niña.

«Los dos vivíamos en la Bajadilla», dice esta mujer de ojos sonrientes en alusión al barrio popular de esta ciudad andaluza que vió nacer a Francisco Sánchez Gómez, más conocido como Paco de Lucía, el 21 de diciembre de 1947, en el seno de una familia humilde en la que todos se dedicaban al flamenco por necesidad.

Junto al gran libro instalado a la entrada del ayuntamiento, en el que cientos de personas dejaron sus mensajes junto a ofrendas de flores y velas, una gran fotografía del maestro, aferrado a su inseparable guitarra, mira a la multitud que espera para entrar en la capilla ardiente.

«Eramos muy jovencitos, yo tenía 11 años y él debía tener 19», afirma Lola, recordando los conciertos improvisados de Paco y su gran compañero, el cataor Camarón de la Isla, con el que formó un dúo legendario hasta la muerte de éste en 1992.

«Ellos iban a casa de un amigo y se ponían a tocar, las niñas nos sentábamos en la puerta y los escuchábamos embobadas», agrega.

Unos metros más atrás, en la cola, Juan Sánchez no puede contener las lágrimas. Ha viajado nueve horas en coche desde Barcelona, en el noreste de España, para dar el último adiós a aquel amigo que conoció hace 11 años, viniendo de vacaciones a Algeciras.

«Mi hermana tiene una casa al lado de donde vivía él, allí nos hicimos amigos y pasábamos el tiempo jugando al dominó y a las cartas», dice este electricista de 49 años, con la voz entrecortada por la emoción.

«Era muy buena gente, lo daba todo, y era un gran maestro, yo aprendí a tocar escuchándolo a él», agrega. La rumba «Entre dos aguas», que ya en 1973 hizo a Paco de Lucía mundialmente conocido, quedará para siempre en su recuerdo.

Paco, aquel muchacho que se ganó al apodo ‘de Lucía’ por el nombre de su madre, Lucía Gómez, y que, adiestrado por su padre, un cataor desconocido, a los 12 años empezó a tocar la guitarra en los «tablaos», como sus hermanos, para llevar dinero a casa, llegó a revolucionar el flamenco con sus frenéticos punteos y un sinfin de influencias, desde el jazz a la música clásica, pasando por la bossa nova.

Convertido en un maestro indiscutible a nivel internacional, el guitarrista murió el martes, a los 66 años, de un ataque al corazón cuando se encontraba con su familia en el caribe mexicano, cerca de Tulum.

Una muerte que conmocionó al mundo de la música y la cultura en España, y, sobre todo, a su Algeciras natal.

Sus restos mortales, repatriados el viernes por la mañana, habían sido expuestos por la tarde en una capilla ardiente en Madrid por la que desfilaron miles de personas, entre ellos el príncipe Felipe y la princesa Letizia.

Su ataúd, protegido por un cordón amarillo y flanqueado por una veintena de coronas de flores, fue envuelto con la bandera rojigualda de España y la verde y blanca de Andalucía.

Después, el féretro viajó a Algeciras donde debía permanecer expuesto en el ayuntamiento toda la noche, antes de ser llevado a hombros hasta la cercana iglesia de Nuestra Señora de la Palma para un mutitudinario oficio funerario, el sábado a la una de la tarde (12H00 GMT).

Más tarde, el entierro, en el cementerio antiguo de la ciudad, se celebraría «en la más estricta intimidad» por deseo de la familia.