Cuando un bebé prematuro es sometido a procedimientos médicos que pueden ser dolorosos, la presencia de la madre que le habla reduce los signos de dolor y aumenta el nivel de oxitocina, la llamada hormona del apego y que también se relaciona con el estrés.
Una investigación de la Universidad de Ginebra que publica hoy Scientifics Reports demuestra el impacto positivo de la presencia de la madre cuando los bebés prematuros se someten a procedimientos médicos dolorosos.
El estudio, realizado con 20 bebés prematuros, se centró en la voz materna «porque en los primeros días de vida es más difícil que el padre esté presente, debido a las condiciones de trabajo que no siempre permiten días libres», indicó la autora principal Manuela Filippa, de la Universidad de Ginebra.
Un bebé prematuro suele ser separado de sus padres y colocado en una incubadora, a menudo en cuidados intensivos, donde durante varias semanas será sometido a procedimientos médicos rutinarios que pueden ser dolorosos, pero no siempre se pueden aliviar con analgésicos, porque pueden ser arriesgados para su desarrollo.
El equipo observó que, si la madre hablaba a su bebé, los signos de expresión de dolor disminuían y su nivel de oxitocina «aumentaba significativamente, lo que podría atestiguar una mejor gestión del dolor», señaló el centro universitario en un comunicado.
Para su estudio, el equipo siguió durante tres días el análisis que se realiza a los pequeños extrayendo unas gotas de sangre del talón. En uno de ellos la madre no estaba presente, en otro ella hablaba al bebé y en el otro le cantaba.
Para el estudio, la madre empezó a hablar o cantar cinco minutos antes y lo hizo hasta después del final del procedimiento médico, explicó el líder del grupo Didier Grandjean de la Universidad de Ginebra.
Para estudiar si el dolor disminuía en presencia de su madre usaron el Perfil de Dolor del Bebé Prematuro (PIPP), que establece una parrilla de codificación entre 0 y 21 para las expresiones faciales y los parámetros fisiológicos (latidos del corazón, oxigenación) que atestiguan sus sensaciones dolorosas.
El PIPP fue de 4.5 cuando la madre estaba ausente, bajó a 3 cuando le hablaba y se situó en 3.8 si cantaba.
Grandjean consideró que la diferencia entre hablar y cantar puede explicarse por que la madre adapta menos sus entonaciones vocales a lo que percibe en su bebé cuando canta, cosa que no ocurre cuando habla.
Además, vieron que los niveles de oxitocina del bebé aumentaban de 0.8 picogramos por mililitro a 1.4 cuando la madre hablaba. «En términos de oxitocina, se trata de un aumento significativo», afirmó.
Estos resultados demuestran el impacto positivo de la presencia de la madre cuando los bebés prematuros se someten a procedimientos médicos dolorosos. «Demostramos aquí la importancia de unir a padres e hijos, especialmente en el delicado contexto de los cuidados intensivos», subrayó Filippa.