La industria de la moda rápida (producción de prendas que están elaboradas para ser reemplazadas rápidamente, por lo que su calidad es de media a baja) está causando graves problemas de contaminación en los ríos de África, un continente donde grandes marcas de Europa y Estados Unidos tercerizan parte de su producción para abaratar costes, debido al vertido de desechos sin tratar y del uso poco sostenible del agua.
Según denunció este martes la organización sin ánimo de lucro Water Witness al publicar un estudio titulado «¿Cómo de justa es la huella de la moda en el agua?», la actividad de este sector está causando graves problemas de acceso al agua y de contaminación fluvial en las zonas de África donde se desarrolla.
Centrado en el análisis de casos en cinco países africanos (Etiopía, Lesoto, Madagascar, Mauricio y Tanzania), el informe plantea, más en concreto, que el rápido crecimiento del textil industrial como sector económico estratégico en África coincide con el surgimiento de «significativos desafíos» en cuanto al manejo del agua, con un potencial muy destructivo.
Los problemas listados por Water Witness (organización con sede en Escocia) incluyen el vertido de desechos y aguas residuales sin tratar a los ríos, con un alto riesgo para la salud humana y para el medioambiente, ya que las emanaciones incluyen lejías, metales tóxicos y tintes, entre otras sustancias.
«Las aguas residuales dejan los ríos sin vida y no aptos para su uso. Aunque algunas empresas están adoptando un abordaje responsable, nuestros casos de estudio también muestran cómo los vertidos sin tratar de la manufactura textil han contaminado el agua que necesitan miles de personas vulnerables para el uso doméstico y la producción de alimentos», detalla la organización en el sumario del estudio.
Por ejemplo, para elaborar el informe se tomaron muestras del Msimbazi, principal río de la capital económica de Tanzania, Dar es Salam, y se encontró que tenía niveles de pH capaces de producir quemaduras severas en la piel humana, así como altos niveles de metales pesados.
Otro de los problemas resaltados es la forma en la que «el sector compite con las comunidades y la naturaleza por el acceso» a un agua escasa y cómo, en algunos casos, las necesidades de las fábricas reciben prioridad sobre el derecho humano a este bien líquido esencial.
Estas limitaciones incluían, aun en plena pandemia de covid-19, el acceso a instalaciones de lavado y saneamiento para los trabajadores de las propias fábricas (el 80 %, según Water Witness, mujeres).
«La falta de acceso a agua limpia e inodoros en el puesto de trabajo está ampliamente reconocida como un indicador de esclavitud moderna», recalcó la organización.
El uso poco sostenible del agua, en general, en toda la cadena de producción y los grandes desafíos de gobernanza que la actividad del sector de la moda supone para los países donde tercerizan su producción completan la lista de desafíos por Water Witness.
Aunque bien la organización no indicó en concreto a qué marcas responsabiliza por las peores prácticas, el informe sí menciona varias decenas de ejemplos que tercerizan su producción en África, desde Adidas a Calvin Klein, pasando por Zara, Levi’s, Mango o H&M, entre muchas otras.
De acuerdo al informe, estas grandes compañías se ven atraídas, entre otros factores, por el bajo coste de la mano de obra y el rápido crecimiento del sector en África.
«Antes de la pandemia, las exportaciones de moda de África generaban unos ingresos de unos 4.600 millones de dólares al año», destacó la organización.