Luis va caminando, grabando con su móvil, mostrando paisajes. Va de un lado a otro. Pidiendo raid. Enseñando las calles polvosas y pavimentadas de Quezaltepeque. Hablando con sus habitantes, ilustrando los caminos. Cerros por aquí, ríos por allá. Hay quienes dicen que se ha tomado el pueblo, de rincón a rincón. Lo graba todo. Lo documenta todo. Y todo lo sube a su canal de YouTube: Turistiando con Luis.
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La historia comenzó con un viaje al lago de Coatepeque.
De eso hace ya dos años, en septiembre de 2018, cuando trabajaba para un call center. Ahí, de plática en plática, se le ocurrió hacer un video en uno de sus viajes familiares.
Sus amigos le decían que tenía talento, carisma, humor. Pero Luis jamás se vio encarnado en eso que llaman youtuber.
Le gustaba viajar, documentar con su cámara los lugares que visitaba. Pero nunca para compartir sus experiencias en público.
Fue en ese viaje al lago de Coatepeque, ubicado al sur de Santa Ana, cuando decidió inventar un personaje que no le costó interpretar. Y no le costó porque era él mismo, con sus dramas cotidianos.
Había cero imitación en sus actuaciones, en su forma expresarse, en su manera de reír y hacer reír. En sus dudas y tribulaciones. En su afán de conocer el mundo.
Hizo el video. Lo editó. Lo subió a YouTube y generó una aceptación que nunca imaginó: cientos de visitas y decenas de comentarios.
— A mí siempre me ha gustado viajar y conocer lugares de El Salvador. Por eso decidí hacer videos enfocado en turismo… Para mí lo importante era ser natural. Mi personaje soy yo mismo. Hay quienes quieren seguir modelos o imitar efectos de otros youtuber. Yo no. Yo soy tal cual, coloquial, para llegar a la gente.
El problema —agrega Luis— fue que dejó de grabar y perdió constancia. Hizo como cinco videos. Todos con buenos comentarios. Pero las limitantes económicas y de tiempo le impidieron continuar en el mundo youtubero.
Y paró. Paró por un tiempo.
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— Por la pandemia del coronavirus nos echaron a todos los que trabajábamos en el call center. Me fui a la casa, sin trabajo, sin nada. Ahí pensé retomar los videos… ya cuando las medidas de la cuarentena se flexibilizaron, yo me decidí comenzar por Quezaltepeque.
Quezaltepeque —agrega Luis— tiene un encanto particular. Ahí nació. Ahí creció. Ahí se convirtió en lo que ahora es: un youtuber que avanza con ímpetus irrefrenables.
De Quezaltepeque, municipio del departamento de La Libertad, salió a otros lugares de El Salvador. En sus viajes lo acompaña su esposa y su perro. Siempre va ella. A todos los lugares, dándole color a todas las escenas.
— Para mí es la mejor compañía, porque es una mujer guerrera. Si le digo que nos vayamos de raid, nos vamos de raid…
Y el raid —destaca Luis— quiere que sea su sello.
— Mi idea es irme de raid a los pueblos y lugares turísticos. No he visto que alguien más lo haga en El Salvador. Quizá porque piensan que es peligroso. Pero yo quiero mostrar que en el país hay muchísima gente amable y muchísimas personas buenas.
Sus videos, más allá del turismo —dice Luis— tienen un toque nostálgico.
— Los primeros videos que hice eran más enfocados a los jóvenes. Ahora el concepto es más familiar. Trato de hacer cosas que les mueva el sentimiento a los salvadoreños, a los que están en el país y a los que viven en el extranjero. Por ejemplo, hacer un sopón en algún río. Quiero demostrar que esas cosas aún se pueden hacer.