La compañía ha presentado este martes en la ciudad de San Francisco un avance de las novedades del sistema operativo, aunque la principal sonará ya muchos de los usuarios.
Tal y como se sospechaba Windows 10 dará marcha atrás en algunos de los cambios realizados en la versión actual, Windows 8, que ha tenido una fría recepción en el mercado. El más importante será la vuelta del menú Inicio clásico.
Microsoft trató de eliminarlo en la primera versión del actual sistema y ha ido recuperando poco a poco la funcionalidad en sucesivas actualizaciones. La nueva versión incluirá además una búsqueda universal, capaz de encontrar archivos en el disco duro o información en la red a partir de una única consulta.
Windows 10 será mucho más parecido, en realidad, a Windows 7, la versión de mayor éxito hasta la fecha. Los PC arrancarán en un escritorio convencional, con íconos y carpetas en lugar de la interfaz que Microsoft trató de popularizar con la llegada de los ordenadores de pantalla táctil.
Estas teselas seguirán presentes en Windows 10 pero de manera mucho más discreta, junto a las opciones del menú Inicio. Las aplicaciones creadas en los últimos años para la nueva interfaz podrán seguir utilizándose, pero se ejecutarán en ventanas convencionales.
Para Microsoft la existencia de una doble interfaz – una pensada para usuarios con ratón y otra para los de pantalla táctil-, se había convertido en un problema, sobre todo en entornos empresariales.
Pocas grandes empresas han dado el salto a Windows 8 en los últimos años y el sistema contaba solo con una cuota instalada del 12.68%. Su adopción ha sido más lenta, de hecho, que el malogrado Windows Vista.