Hace 25 años, Internet no era más que una idea de un informático desconocido en un laboratorio europeo, pero poco después desembocaría en un fenómeno mundial que cambió la vida de miles de millones de personas.
El británico Tim Berners-Lee trabajaba en un laboratorio del CERN, la Organización Europea para la Investigación Nuclear, cuando se imaginó una manera de acceder fácilmente a los archivos de ordenadores interconectados. Le dio forma a la idea en en un artículo publicado el 12 marzo de 1989, considerado la partida de nacimiento de la «World Wide Web».
La idea era tan audaz, sin embargo, que corría el riesgo de no materializarse jamás.
«Hubo una gran dosis de orgullo en el proyecto en sus inicios», dice a la AFP Marc Weber, creador y curador del programa sobre la historia de Internet en el Museo de Historia de la Computadora en Mountain View, California.
«Tim Berners-Lee propuso de la nada, sin que nadie se lo hubiera pedido, todo ese sistema de gestión de documentos», y al principio sus colegas lo «ignoraron por completo», cuenta Weber.
La web tenía rivales
Básicamente, la web es un software para navegar por la información que está en línea. Su característica distintiva es la posibilidad de hacer clic en los enlaces para abrir los archivos en computadoras que pueden estar en cualquier lugar.
Berners-Lee finalmente convenció al CERN de adoptar el sistema tras haber demostrado su utilidad compilando un anuario del laboratorio en un índice en línea.
Pero incluso entonces la batalla no estaba ganada.
Los militares de Estados Unidos comenzaron a estudiar la idea de conectar las computadoras en redes en la década de 1950, y en 1969 lanzaron Arpanet, precursora de la actual Internet.
Inicialmente, la web tenía rivales como CompuServe o el Minitel, por ejemplo. Pero eran pagos, mientras el sistema de Berners-Lee permite publicar contenido gratuitamente en equipos conectados en red, dice Marc Weber.
El vicepresidente Al Gore jugó un papel importante en la decisión de los departamentos del gobierno de incorporarse a la web, y el lanzamiento en 1994 del sitio en internet de la Casa Blanca fue un sello de aprobación.
A partir de entonces, mientras crecía a un ritmo trepidante la cantidad de información alojada en los servidores, gigantes como Google y Yahoo! nacieron como servicios para ayudar a la gente a encontrar páginas interesantes.
«La computadora personal cambió nuestra forma de trabajar, pero la web revolucionó y cambió muchas áreas», señala Michael McGuire, analista de la firma de investigaciones Gartner.
La posibilidad de acceder gratuitamente a los archivos en Internet transformó los modelos tradicionales de actividad en la música, el cine y los medios de comunicación.
«Cualquiera puede ser un oyente, cualquiera puede ser un editor, en la misma red. Nunca había habido nada como esto», dijo Jim Dempsey, vicepresidente a cargo de políticas públicas en el Center for Democracy & Technology, con sede en Washington.
Libertad amenazada
Un principio importante de Internet es su naturaleza igualitaria y abierta, pero esa condición está amenazada, advierte Jim Dempsey.
«Nunca se podrá evitar que un adolescente mire fotos de gatitos», dijo. «El problema es que puede limitarse la capacidad de las personas para criticar al gobierno, o crearse una Internet de varias velocidades en la que sea más difícil para los innovadores, los críticos o los defensores de los derechos humanos llegar a un público mundial».
La web unificó Internet, pero nada está «escrito en piedra» y podría fragmentarse de nuevo, estima también Marc Weber.
En Estados Unidos, los grandes proveedores de acceso a Internet se han atribuido el derecho de tratar de manera preferencial algunos datos que circulan en línea. Los gobiernos tratan de minar la protección de datos privados en línea, y en algunos casos restringen la libertad de acceso a Internet con el bloqueo de páginas o servicios.
Otra cuestión en juego es el acceso a la web de miles de millones de personas en los mercados emergentes, sobre todo con el uso de los teléfonos inteligentes. «La web está solo a medio hacer; y aún no es mundial», recuerda Marc Weber.