Todo indicaba que Nokia sería el ejemplo a seguir en materia de telefonía móvil, pero cinco años después, el gigante de telecomunicaciones finlandés ha protagonizado una caída estrepitosa.
En noviembre, los accionistas decidieron vender la división de teléfonos al estadounidense Microsoft a partir de 2014, por 5.440 millones de euros, renunciando a un sector en el que fue durante mucho tiempo líder mundial.
¿Cómo se ha podido producir una cosa así?
Según algunos especialistas, Nokia estaba en la cumbre de su actividad en 2007. La empresa controlaba casi la mitad del mercado mundial de teléfonos con acceso a internet, los primeros smartphones.
Un éxito que parece haberle cegado y le impidió ver las evoluciones en la época.
«La arrogancia se instauró en Nokia y por ello reaccionaron con lentitud a los cambios mundiales», explica a la AFP un investigador del Instituto de Investigación Económica ETLA, Petri Rouvinen.
El desarrollo de los smartphones iba paralelo al de los programas informáticos y los servicios. Pero durante mucho tiempo, Nokia se consagró a «falsas innovaciones», dice Rouvinen.
«Habría que haber dado prioridad al software en vez de al tradicional hardware», aduce.
De hecho, la empresa permaneció mucho tiempo prisionera de su sistema de explotación Symbian, utilizado hasta 2011. Según Tero Kuittinen, analista de Alekstra, este sistema ya se había quedado «obsoleto» hacía años teniendo en cuenta las necesidades de los smartphones de pantalla táctil.
Sin embargo, a partir de 2005, la empresa contrató a cerca de 2.000 personas para desarrollar Meego, un sistema de explotación de alta gama. Este permitiría el nacimiento de una plataforma destinada a los futuros smartphones.
Pero los resultados fueron muy decepcionantes. Al mismo tiempo, Google desarrollaba Android con 4 veces menos de personal.
Sin un sistema de explotación sólido, Nokia se asoció con Microsoft y concentró sus esfuerzos en su sistema de explotación Windows, muy marginal en el mercado internacional dominado por Samsung (Android) y Apple (iOS).
«Por decisión propia, Nokia limitó el tamaño de su mercado», explica a la AFP Sami Sarkamies, analista del banco Nordea.
El ex consejero delegado Jorma Ollila reconoce muchos errores en su autobiografía publicada en Finlandia.
«Teníamos muchas suposiciones y falsas percepciones», admite.
Pero la caída brutal de Nokia solo es un ejemplo entre tantos otros en las telecomunicaciones.
«Hace solo una década, había Nokia, Ericsson y Motorola. Hoy ya no están», recuerda Rautanen.
«A partir de 2007, dejó de ser razonable separar las telecomunicaciones, los productos electrónicos y los ordenadores», estima Rouvinen, para quien todo esto está bajo una sola área: «la digital», dice.
Aunque se habla menos, otro factor explica esta caída vertiginosa: la capacidad del propio Ollila. Sin duda, ha conseguido muchos logros, aunque algunos, casi siempre en privado, le acusan de haber influido demasiado en las decisiones de la empresa, incluso después de dejar su puesto de consejero delegado en 2006.
A diferencia de la mayoría de los finlandeses que no quieren hablar de los errores de Ollila, Kuittinen es más directo.
«Ollila se rodeó de aduladores que carecían de las cualificaciones para responder a los desafíos de los programas», comenta.
Otro observador, que pidió el anonimato, tampoco habla muy bien del que fuera máximo jefe: «era una persona que preconizaba el diálogo pero que solo había una verdad: la de Ollila».
«Si en 2000, Apple hubiera dejado de concebir ordenadores, una actividad que registraba pérdidas, nunca hubiera podido lanzar el iPod, iTunes, iPhone, iPad etc.», dice Kuittinen. «La dirección de Nokia parece no darse cuenta de hasta qué punto perjudicó a la empresa», sostiene.
Nokia anunció el martes unas pérdidas netas de 91 millones de euros en el tercer trimestre y una caída del 22% de su volumen de negocio, pese a la recuperación de las ventas de los smartphones.
Las ventas de Lumia, el smartphone con el que Nokia trata de competir con los aparatos de Samsung y Apple, se elevaron a 8,8 millones de unidades, un aumento del 19% con relación al trimestre anterior, muy distanciada de iPhone de Apple, que vendió 33,8 millones de aparatos en el tercer trimestre.