El Salvador
viernes 10 de enero de 2025

Una escritora multifacética que logra cautivar desde niños hasta diputados

por Karla Espinoza


Margarita Robleda es una poeta, escritora de cuentos, novelas, productora de radio que tiene un “don especial” para hacer sonreír y enamorarse de la vida con sus intervenciones. Estuvo en el país y compartió silla con ocho grandes escritores en el "V Festival Anual de Poesía Infantil Manyula", organizado por Jorge Argueta.

Desde lejos se ve que ella es muy diferente. Sonríe por doquier, habla con todos y saluda a quien se cruce en su camino; ofrece adivinanzas, chistes, y hace reír hasta al más frío soldado salvadoreño en la frontera.

Margarita Robleda es su nombre. Una poeta, escritora de cuentos y novelas con un “don especial” para llegar a niños, jóvenes y hasta adultos mayores. Incluso, para llegar a diputados y, por si esto fuera poco, entender la delincuencia que aqueja al mundo. Su mensaje es sencillo: “yo traigo la invitación, más libros y abrazos, cero balazos”.

Dice que es una rana disfrazada de niña; no es madre, pero sí la tía de muchos niños. Con su trabajo de guionista, productora y locutora de radio ha llegado a cientos de corazones con un mensaje positivo.

Aunque confiesa que no estudió en una universidad ha sido de las más importantes ponentes de las mismas. Entre sus reconocimientos figuran el Premio Elena Poniatowska, obtenido en 1988 por promoción al altruismo; le fueron otorgadas las llaves de la ciudad de Port Arthur, Texas. Además ha recibido el Premio Nacional de Cuento Infantil Juan de la Cabada, 1991, por “Una mexicana que fruta vendía”.

Esta columnista de la nueva revista “Regina” tiene 64 años y disfruta de sus estadías en El Salvador, tanto que su primer escrito fue dedicado al territorio cuscatleco y su experiencia en una humilde casa de Chanmico, en el municipio de San Juan Opico, en el departamento de La Libertad. Aprecia la organización para la elaborar una sencilla comida, las flores que solo en este país se observan y muy pocos aprecian, o como ella escribe: “Estoy convencida de que lo bello está en los ojos de quien lo mira”.

Margarita Robleda

Esta mexicana está enamorada de El Salvador y siente un compromiso con Guatemala, Honduras y el Pulgarcito de América/ Fotografía D1 Nelson Duelas

 

Ahora se encuentra en El Salvador como parte de un grupo de ocho talleristas del “V Festival Anual de Poesía Infantil Manyula”, donde comparte junto a otros renombrados escritores como René Colato, Silvia Elena Regalado, Alberto Pocasangre, Jorgelina Cerritos, Ricardo Lindo, Manlio Argueta, Mara Price y Jorge Argueta, el responsable y organizador de esta actividad.

El Festival se realizó los días 19, 20 y 21 en la Biblioteca Nacional “Francisco Gavidia” y para el sábado se trasladó al Museo de los Niños Tín Marín. En la actividad los niños tuvieron la oportunidad de escuchar cuentos y poesía e interactuar con estos reconocidos escritores.

¿Cuál es su compromiso con Centroamérica y especialmente con El Salvador tomando en cuenta que es la séptima vez que visita estas tierras.

Yo me siento comprometida con El Salvador y con Guatemala, también lo tengo con Honduras. Me duele como se maltrata en la frontera a mis hermanos salvadoreños, guatemaltecos y hondureños. No sé por qué lo tomo, pero es una manera de decirles, “Oye, no todos los mexicanos somos como todos esos perros de la frontera”. Entonces yo le regalo una semana a Guatemala y otra a El Salvador, imparto charlas y conferencias.

Cuéntenos sobre esta visita donde compartió con nueve talleristas del “V Festival de Poesía Infantil Manyula.”

Jorge Argueta es poeta salvadoreño que vive en San Francisco y organiza actividades en Estados Unidos para recaudar fondos y realizar este festival para niños que viven en zonas difíciles, de violencia, entonces ellos van y escuchan poesía y cuentos. Son niños y se sorprenden con la palabra, “¿De dónde viene el Chupacabras? (se contesta) de Chu mamá y Chu papá? ¿cuál es el juguete favorito del Chupacabras, el chupatín?”. Siempre que llego a la frontera con El Salvador, les digo a los de Migración, “Oiga, traigo adivinanzas de México, ¿quiere una?” Y ellos contestan extrañados que sí. Lo hago porque estoy consciente que su trabajo es aburrido.

¿Cómo logra romper con esos moldes? Cuando llega a esos lugares lo que uno desea es terminar todo el papeleo rápido.

Yo no, mi vocación es hacer lagartijas a las neuronas y cosquillas al corazón de quien se cruce en mi camino.

¿En qué momento se convierte en rana entonces?

Tengo 100 canciones y 115 libros publicados. Tuve un programa de radio con la Rana Susana (croa como una rana), el Pavo Silvero (grazna como un pavo), el Burro Jonás (rebuzna como el burro), la Gallina Matilde (cacaraquea como la gallina) y la Changa Matanga (chilla como mono).

Entonces acabo de venir de una gira que tuve de un mes y medio en México, donde visité Chihuahua y Sonora, dos estados conflictivos. Mi familia me dijo, ¿qué vas a hacer allá, ahí hay balazos?

Realmente lo que hago es llevarles el mensaje: “yo traigo la invitación, más libros y abrazos, cero balazos”.

Mi evaluación con esta experiencia es que “yo le tengo más miedo a una vida sin sentido que a la muerte”. Mucha gente vive sin sentido, lo único que busca es comprar, yo no quiero eso, me da más miedo eso que la muerte. Yo no le tengo miedo a la muerte. Si eso pasa, hasta ahí llegué ¿qué más? ¡estoy lista! Mucha gente busca distraerse mientras llega la carroza (se refiere a la muerte). Tengo 64 años, puedo vivir 20 años más, puedo desperdiciar la vida. Hay mucha gente muerta que anda circulando y que no se ha dado cuenta que está muerta.

¿Cuál es el espacio dónde Margarita Robleda inicia sus historias?. He leído que muchas veces es en su casa…

El Salvador también, este fragmento de la revista (señala su nuevo proyecto la revista Regina) lo escribí acá en Chanmico, por andar subiendo fotos de estas visitas al Facebook me buscó Laura Ramos y me dijo que quería hacer una revista de mujeres y “queremos que nos escribas sobre las culturas del mundo”, me dijo. Entonces pensé en algo de El Salvador para mi primera entrega. Mi columna no nació como podría esperarse con una columna de los rascacielos. Empiezo a hablar de la vida cotidiana, de lo que estoy viendo. Hago una reflexión sobre todo esto. El primer mundo es tomar en cuenta al ser humano. Eso es a lo que tenemos que aspirar, volver a ser personas.

 

 

¿Es esta una lectura muy diferente a lo que estamos acostumbrados a leer de usted?

Yo quiero hacer un espejo dónde puedan ver lo bellos que son los salvadoreños y las personas que nos rodean.

¿En qué momento empieza a escribir para niños?. ¿Usted escribía canciones de protesta?

Lo que me da gusto es que después de 64 años, yo sigo cantando protesta pero con los jóvenes (interpreta un rap).

¿En qué momento cambia al rap?

Al final de cuentas yo busco un vehículo de comunicación. Lo que pasa es que me piden que hable con jóvenes y ellos dicen, “esta ruca nos va a regañar”, pero yo canto rap y rock para decirles, “¡cuídate, quiérete!”.

¿El problema de los promotores es llegar con los canales inadecuados?

Es que les tenemos miedo a los jóvenes. Yo me resistía mucho, a mí me daban miedo con sus aretes en las orejas, pero al final ellos están aterrados. Están oyendo que el mundo es una porquería porque nosotros nos hemos encargado de eso. Entonces llega una ruca que se sube al escenario y la cara de los jóvenes es: “ay, esta señora nos va a regañar”. Entonces cuando empiezo a decirles “estoy aquí porque me da la gana, porque me preocupan porque ustedes son mis cachorritos” (lo dice en forma imponente, mueve sus manos), entonces ellos reaccionan positivamente.

Creo que lo importante en esta vida es hacer tu vocación. Mi vocación es hacer lagartijas a las neuronas y cosquillas al corazón de quien se pone en mi camino. Yo veo mucha gente triste a mi alrededor. Yo quiero que sean felices. Mi manera de rebeldía es saludar, hacer felices a los demás.

El periódico se abrió esta mañana con la noticia de que cada cuatro horas hay una violación ¿Cómo recibe esto?

Me duele y es lo que sucede en todo el mundo, es lo que sucede en un mundo en ebullición y que está en la desesperación. Albert Einstein dijo que en épocas difíciles de guerra sale lo mejor y lo peor de seres humanos. Me deberías de preguntar lo que sucede en Ayotzinapa, eso estamos viviendo en el mundo. En España matan a golpes a los marroquíes, eso estamos viviendo en el mundo. Yo fui el otro día a la casa del migrante en Juárez, cuando llegué sentí la energía de los que llegan.

Es una pena que tenga tanta angustia existencial un hombre para lastimar a un ser tan frágil como una niña que no puede hacer nada ¿Entonces de qué te está hablando? De una sociedad enferma que debe de tener éxito, una computadora no se qué, y no tienen con qué. Eso es lo que está pasando. Tenemos que regresar a la comunidad de Chanmico, debes de regresar a cuidar tu jardín. Nos han quitado las «satisfactores» y nos han dicho que debemos consumir. Entonces tenemos que cantar, bailar, buscar esos «satisfactores». No tengo dinero, pero de acá salgo para hacer el caldo de una comunidad. No soy nadie porque la Coca no puso Tiburcio, mi nombre en su lata. Yo soy, independientemente haya una lata con mi nombre o no.

¿Por qué dice que trabaja con niños hasta los 112 años?

Me han mandado con los niños y adultos. Yo no trabajo para los niños, sino con humanos hasta los 112 años, porque a los 113 les cambia el carácter, trabajo con niños y familias, doy charlas a policías, adultos mayores.

¿A quién es más difícil de llegar a niños, jóvenes o adultos?

He dado charlas a los diputados.

¿Cómo fue la reacción de ellos?

Trabajé mucho pensando en cómo podía llegarles y recordarles que era su oportunidad y que unos seguirán y otros hasta acá llegarán. “¡Que no sea en balde tu paso!”. Me llevaron a sus distritos a dar charlas. Es el poder de la palabra y la fuerza de esta. Hay un poema que dice:

“Hija mía te regalo la palabra.
Que tu sí, sea sí; si así lo quieres.
Que tu no, sea no por tu decisión.
Que tu quiero sea quiero y no por favor.
Que tu no quiero, sea no quiero
y no tengas, por ello, que pedir perdón.
Hija mía te regalo la palabra.
Me ha costado sangre conseguirla
y sé que tu abuela, tu madre,
y toda nuestra dinastía por tenerla han dado la vida”.

¿Cómo se define?

Yo soy una rana que salta de charco en charco, ando vestida de niña. Soy “atrevida, Robleda, Mogel es mi nombre verdadero”, porque soy autodidacta y me atrevo a escribir poemas, novelas y cuentos para niños, no fui a la universidad y ahora voy a las universidades a dar conferencias porque descubrí mi voz.

¿En qué momento descubre esa vocación?

A los nueve años escribí mi primer cuento, pero era yo lectora desde niña. En mi casa se leía, esa es una ventaja. Ni siquiera podría decir que ese es mi chiste. Eso fue natural.

¿Y no tuvo problemas con la gramática?

Pues hay unos señores que tienen un lapicerito rojo y necesitan chamba – ríe- les vamos a dar trabajo. Por qué te vas a limitar, “ay no, no escribo porque tengo mala ortografía”. Entonces que lleve una bolsita de acentos y que se repartan. Claro que un acento es muy importante, cambia la cosa, no es lo mismo la “lástima que lastima”. Igual que una coma, “vamos a comer niños” (emite con voz terrorífica) y “vamos a comer, niños”.

Fotografía D1 Nelson Dueñas.

Fotografía D1 Nelson Dueñas.

¿Cuál es la pregunta que más le hacen a usted los jóvenes?

Me dicen que siempre me ven alegre. Les llama la atención. Y no, pues les digo que hay días nublados y difíciles. La meta siempre es esa, no perder de vista que quiero estar bien.

¿Cómo es un día normal para Margarita?

¿Es que cuál es normal?, ¿en dónde? Vivo mes y medio durmiendo en camas diferentes, no sé dónde queda el baño en la noche. Cuando me dices ¿dónde vivo?, te contesto que mi hamaca está en Mérida (lugar de residencia en México), pero mi casa está en un parque precioso de la Universidad “Dr. José Matías Delgado” (lugar donde se realiza la entrevista), porque ahora estoy aquí. Mi casa soy yo y dónde esté.

¿Y su pasatiempo?

Estoy encantada con el Facebook, descubrí que a través de él puedo hacerle promoción a la lectura y estoy ensanchando el mundo. Ya tengo el problema de que voy a tener 5 mil amigos y yo no los busqué, ellos me han ido buscando. Eso quiere decir que lo que les doy, les sirve.

¿Cómo se fascina con esta red social?

Todo empezó porque vi que los jóvenes ponían, “tengo hambre, ya llegué. Me pica mi ombligo, no”. Entonces yo empecé a subir cosas y viajes, pensamientos que hago y que me encuentro. Por ejemplo escribo: “el 99% de los calcetines no tienen pareja y no andan chillando”. De qué te quejas, ¿no?. Ya hice mi fan page, solo para que le den like. Entonces para iniciarla posteé, “Oigan, no sé cómo está esto, pero por favor pónganle like, y si no me van a cerrar esto” y salieron muchos diciéndome “por favor no me saques, no entro siempre, pero me da gusto leerte”, otros de Argentina y España que me dice “no sé cómo llegué a esto, pero me encanta”.

¿Por qué siempre se dice llamar la tía y no una madre?

Porque no tengo hijos. No tengo la capacidad de ofrecerle a los niños lo que ellos necesitan como: rutinas, estabilidad, límites, orden. Ellos están tristes por eso, porque no hay límites, no hay orden, porque los papás piensan que hay que ser amigos. Los papás son los papás. Los papás son los capitanes del barco. “ay, no quiero que mi hijo sufra lo que yo sufrí”. Tú no eres tan mala persona por lo que sufriste ¿por qué le vas a negar a tu hijo la fuerza de crecer y crecerse? El mejor regalo que me dio mi mamá fue a los 20 años. A esa edad yo salí de casa porque la vida no podía ser para mí: nacer, crecer, reproducir y morir, entonces me fui al DF. Entonces se me acabaron los parientes a los seis meses de salirme y regresé a mi casa a buscar dinero.

Entonces me dijo mi mamá, “No, bueno, tú tuviste los suficientes calzones de irte a México, entonces tienes los suficientes calzones para morir de hambre”. Mi mamá me dio una patada en el trasero. Me crecí y regresé a México, conseguí un trabajo rentando autos en Avis. Me acuerdo que estaba yo en la carretera y venían todos los autos encima de mí y brinqué el otro lado. México es una ciudad de locos para manejar. La necesidad te hace crecer.

Y si en cambio decís, “yo no quiero que mi hijo se frustre”, te contestó: “¿sabes qué? Que se frustre y “desfruste”. Vivimos en un mundo injusto y entonces él tiene que crecer”

Eso me hizo mi mamá. Yo me salí de la casa porque Mérida me quedó chica, si mi mamá me hubiera dicho, “hijita bienvenida a casa, la hija pródiga, bendito Dios que has regresado”. Entonces yo hubiera regresado a un lugar con la sensación de fracaso, un lugar dónde no quería estar. Con la patada que me dio, crecí y órale vámonos. Estuve seis meses trabajando en Avis, y me fui a buscar mi camino y llegué a la Sierra Tarahumara, de maestra voluntaria buscando, buscando lo que quería ser y acá estoy.

¿Satisfecha?

Digamos que contenta. No he terminado todavía hay más cosas que pueda inventar.No sé qué falta, me lo irá diciendo la vida. En este rally hay muchas pistas.

¿En qué proyectos está trabajando actualmente?

Hace 22 años escribí una novela que se llama, “¿Quién es Irene Torres?”La novela agotó 3 mil ejemplares en México, y no sé cómo se metió en el cajón, no sé por qué. Quizá porque yo sigo con lo nuevo y produciendo. Entonces yo me reencontré con Irene Torres sin saberlo y me dijo, “Yo soy Irene Torres”, y le pregunté: ¿la misma Irene?.

Ella es una mujer que se cansó de su marido y que este le dijera que ella tenía loqueras. Una mujer que quiere saber quién es la extraña bajo su piel. Una mujer que te invita a expresar lo que piensas, hablar con la pareja de corazón a corazón, te quedas callada hasta que explotas. La próxima vez traeré a Irene a El Salvador, tiene mucho que decir. Ella le escribe a su marido, “Ay, Ramiro de mi alma si tan solo pudiéramos platicar”. Irene no tenía celular ni nada, y nosotros con todos esos aparatos no podemos escribir esa carta. Ahora estoy trabajando con mujeres y estoy encantada con los jóvenes. Estoy escribiendo, gracias a ella, en la revista Regina.

¿No es más difícil con los jóvenes?

Ellos están muy solos porque les tenemos miedo.

¿Y los inmersos en pandillas?

Son jóvenes que están lastimados que no encuentran calor en su hogar y se juntan entre ellos para darse una solución.

¿Qué se puede hacer?

Promover más sitios de deportes o dónde encuentren espacios, eso necesitan. Nos gritan con sus grafitis. No se pueden leer pero seguro que ahí dice, “aquí pasó el Pancho, tengo miedo, auxiliio” o tú crees que no pueden escribir algo más que eso, “quién soy, hay alguien por ahí”.

A mí me e encanta la actividad de la Matías que tienen jóvenes destacados, inteligentes, que los maltratan en las escuelas porque los maestros no saben cómo callar a un preguntón. Acá no sé cómo se les detecta. Unos son formados como emprendedores y otros comunicadores.

¿Ha habido alguna ciudad dónde le de miedo llegar?

Te da cosa por lo que dicen las noticias y te dejas influir. ¿Sabes qué? Decides que ese miedo no te puede influenciar. Yo me subo a un taxi en el DF y si siento que el taxista me quiere asaltar entonces le pregunto a este, ¿oiga joven, usted de pequeño qué le gustaba jugar? He desarrollado habilidades de sobrevivencia.

Estaba un día en el DF en un kínder y salgo en calle contraria y luego me sale un policía en moto y le vi la cara de “te pesqué, te caché”. Y cuando lo ví abrí la puerta y le dije “ay Dios, un ángel de la guarda, estoy perdida. Al fín una persona buena” y él saltó muy asustado y me dijo, ¿ay, qué le pasa señora? , dijo muy asustado.

Cuando vengo a la frontera con El Salvador, los soldados de la carretera y me preguntan: “¿ajá qué trae señora?” y yo les contesto: “pues traigo una esperanza de que esto cambie”. Ahí aprovecho y les regalo una adivinanza porque solo pienso que es un muchacho campesino que no tuvo otra que disfrazarse de cactus.

Un día veníamos con una amiga en la carretera y ella tomó fotos y la pararon. A ella se la llevaron atrás y entonces vino un soldado a mí.
Le dije: “¿oiga, cuántas hormigas caben en una ballena?” y contestó muy serio, “ninguna”. Yo le respondí, “ah, muy bien, y ¿por qué?” y él me contestó: “porque las hormigas no saben nadar”. Además me dijo, “mire señora, en El Salvador a los soldados solo nos interesa el sexo, las mujeres y el dinero”. Entonces pensé, “me está avisando”. Entonces me llegó una inspiración, “a nosotros también nos interesa lo mismo, pero además hay algunos que queríamos dejar el mundo mucho mejor”. Por el otro lado mi amiga dijo, “ay no, ¿qué haría Margarita?”