El Museo Picasso reabre sus puertas este sábado en París, con salas renovadas de depurado minimalismo al servicio de la obra y el espíritu libre del genio español.
Cinco pisos del Hôtel Salé, mansión barroca del siglo XVII en el Marais, el barrio histórico en el corazón de París, fueron refaccionados durante cinco años para duplicar el espacio disponible que ahora abarca 3.700 metros cuadrados.
La estructura básica del edificio es la misma, pero además de modernizar el sistema de aire acondicionado y la seguridad se simplificó al máximo la escenografía para resaltar mejor unas 400 obras del malagueño.
«Hay mayor fluidez en el recorrido de las salas, se circula mucho mejor que antes y hay una libertad que sienta muy bien al espíritu y la obra de Picasso», dijo a la AFP el nuevo director del museo, Laurent Le Bon.
Para la inauguración, que coincide este sábado con el 133 aniversario del nacimiento del pintor el 25 de octubre de 1881, Le Bon confió a Anne Baldassari, directora del Museo Picasso en su versión anterior, la tarea de seleccionar las obras entre las 4.755 que posee la institución, incluyendo 297 pinturas y 368 esculturas.
El gesto que puso fin a las controversias tras la destitución de Baldassari al término de dilaciones de un obrador de renovación por 43 millones de euros y conflictos internos con el personal, que obligaron a retrasar varias veces la reapertura.
La experta mundialmente reconocida se despide de esta forma dejando al nuevo museo su visión del pintor fallecido en 1973 a los 91 años y la manera de mostrarlo al público.
En la depuración del decorado, el visitante no es acosado por carteles explicativos. «No hay comentarios, esto no es un libro sino una exposición de obras originales», explica Baldassari. «Mi filosofía es que una exposición es el lugar en que los visitantes se exponen a las obras». Y no al revés.
Otros artistas
Existen otras instituciones en el mundo dedicadas a Picasso, y algunas de sus obras más conocidas están en otros museos como «Las señoritas de Aviñón» en el Metropolitan de Nueva York o el «Guernica» en el Reina Sofía de Madrid. Pero en París se puede disfrutar de una visión completa de la riqueza creativa de un artista que vivió en permanente revolución.
En un «autorretrato» pintado al final del período rosa (1904-1906), el artista de 25 años se presenta con el torso desnudo. «La carrera» de 1922 inspiró un telón de escena para los Ballets Rusos de 1924, con libreto de Jean Cocteau y vestuario de Coco Chanel. Y una «Cabeza de toro» fue realizada por Picasso en 1942 con un asiento y un manillar de bicicleta.
Todos los períodos están representados, incluyendo la juventud, el Azul y el Rosa o el de influencia africana, pero algunos están más presentes, especialmente las obras surrealistas, protocubistas y cubistas.
«Las obras –señala Baldassari– hablan entre ellas, en una clima de respeto con relación a las demás». El antiguo museo tenía tendencia a mostrar por separado dibujos, pinturas y esculturas, mientras que ahora se mezclan los géneros.
El edificio conserva el mobiliario –bancos, sillas y mesas de bronce patinado o resina blanca– encargado especialmente a Diego Giacometti para la apertura del primer museo en 1985.
El subsuelo está dedicado a los talleres de Picasso. Fotografías, grabados y esculturas evocan obras clave de la carrera artística y los lugares donde fueron creadas: el Bateau-Lavoir, el castillo de Boisgeloup, el taller de la calle Grands-Augustins en París, la villa La Californie o la granja Notre-Dame-de-Vie en Mougins.
Una de las novedades es el altillo del museo, un espacio liberado bajo las vigas de madera que sostienen el techo y dan una sensación de intimidad: allí se colocaron los cuadros de otros artistas que Picasso admiraba. Cézanne, Gauguin, Degas, el aduanero Rousseau, Matisse, Braque, Derain, Renoir, Modigliani, Balthus o Miró dialogan con el creador español.
Los tres recorridos del museo, comenta Baldassari, «son caminos para acercarse a él, para escucharlo vivir y respirar. Picasso decía ‘lo importante no es mi pensamiento, sino su movimiento’. Y ese era mi proyecto, restituir a Picasso en todos sus diferentes estados, respetando de manera casi religiosa lo que él quiso decir». «Tras la visita, concluye la curadora, uno sólo debe recordar la obra, gracias al marco minimalista».
El museo espera unos 715.000 visitantes para 2015 y cuenta con un auditorio para 95 personas, una biblioteca de 11.000 volúmenes y una librería boutique de 150 m2.