“Hoy no vinimos a hacer biología, sino biografía de un hombre adelantado a su tiempo, pero siempre preocupado por transmitir su erudición de la forma más amena posible, de forma que todos los salvadoeños lo entendieran”. Con estas palabras resumió Rein Blumemberg el legado de Salvador Salazar Arrué, en la charla “Un Salarrué desconocido”.
Esta actividad se llevó a cabo ayer martes 22 de octubre, para celebrar el cumpleaños 114 del escritor salvadoreño, en el que fue su hogar y que ahora se denomina Casa del Escritor, en los Planes de Renderos.
El expositor, miembro de la fundación Nueva Acrópolis, destacó la sencillez con que vivió el literato y pintor, quien murió pobre. Este estoicismo le permitió cultivar las artes y las letras casi a tiempo completo.
Fue vital su viaje a Estados Unidos en 1916, donde estuvo durante 3 años absorbiendo y participando de los más diversos debates en torno a la ciencia, la cultura o la filosofía.
Al retornar al país, procesó todo ese saber y lo expuso de forma sencilla para que los salvadoreños pudieran conocerlo. Sin embargo eso nunca implicó que se abandonara la profundidad. La obra de Salarrué es una síntesis entre un simbolismo complejo y la búsqueda de un lenguaje ameno con talante pedagógico.
Blumemberg hizo hincapié en la necesidad de retomar el humanismo en el país, del cual el escritor es un pilar. “Al ir excluyendo las humanidades de los diferentes pensum, de alguna manera se ha anestesiado a los estudiantes. Esto no implica que se rechace los avances tecnológicos, no hay contradicción entre ambas”.
Luego del conversatorio se inauguró la exposición fotográfica sobre los nuevos poetas salvadoreños. Muchos de ellos dieron sus primeros pasos en el taller literario Casa del Escritor, dirigido por el escritor, Rafael Menjívar Ochoa.
La encargada de la exposición es la fotógrafa Priscilla Cader, quien se mostró agradecida por la oportunidad de retratar a los jóvenes escritores. “Nunca pensé que mis fotos iban a estar en un lugar tan importante como este, nada más y nada menos que la casa de Salarrué. Es un honor para mí” afirmó.
Vladimir Amaya, uno de los poetas retratados, resaltó la iniciativa de constituir galería, como forma de visibilizar a las recientes generaciones, a la vez que se potencia lo que escriben.
Con respecto al legado de Salarrué, señaló que “para nosotros es significativo porque nos enseñó a ser joven, aunque pasen los años. A la edad que fuera, siempre mantuvo su chispa intacta; en sus libros reflejaba la ternura de un niño. Si nosotros como jóvenes escritores perdemos esa visión de mundo, esa sensación de ser jóvenes siempre, estamos fritos”.
Silvia Elena Regalado, directora de la Casa del Escritor, recalcó que es una costumbre realizar actividades que combinen la nueva creación, con la semblanza de un escritor consagrado y tan importante como lo es Salarrué. El año pasado se hizo un recital de poesía y esta vez se decidió combinar con otro tipo de arte como lo es la fotografía.
Estuvo de acuerdo con Blumemberg en el sentido de que hace falta mayor difusión y profundidad a la hora de hablar de Salarrué. “No se pasa de Cuentos de barro, muy poco se estudia en las escuelas, colegios e incluso universidades. No tiene la relevancia que se merece. Con él se podrían hacer cátedras, por eso es una tarea pendiente”.
Indicó que las actividades en torno al escritor continuarán todo el mes. La próxima, en la Casa del Escritor, será el día 30, a las 2:30 p.m. Se dará otra charla, esta vez a cargo de Mario Noel Rodríguez, director del Plan de Lectura, además de presentar su libro de literatura infantil “Contando abejas para despertar.