El Salvador
lunes 25 de noviembre de 2024

Muere Ruth Rendell, digna heredera de Agatha Christie

por Redacción


Ruth Rendell ha vendido millones de ejemplares y algunos de sus títulos han dado lugar a películas, como "Carne Trémula", que el cineasta español Pedro Almodóvar llevó al cine.

Ruth Rendell, prolífica escritora de novela policíaca psicólogica, fallecida el sábado en Londres a los 85 años, era la digna heredera de la gran dama del crimen, Agatha Christie.

Esta implacable observadora de las debilidades humanas y de la sociedad inglesa contemporánea estaba en estado crítico desde que en enero sufrió un derrame cerebral.

Traducida a 26 idiomas y autora de unos 70 títulos, Ruth Rendell ha vendido millones de ejemplares y algunos de sus títulos han dado lugar a películas, como «Carne Trémula», que el cineasta español Pedro Almodóvar llevó al cine con el mismo título o la obra Analfabeta, que el francés Claude Chabrol plasmó en «La ceremonia».

Los amantes de la novela policíaca consideran que Rendell renovó el estilo, al igual que lo hizo P.D. James, la otra estrella del género británica fallecida en noviembre a los 94 años.

Escritora millonaria, cubierta de premios, debía su título de baronesa al primer ministro británico Tony Blair y a su compromiso de cuarenta años en el Partido Laborista.

Cabello corto, rostro huraño, mirada aguda bajo unas cejas «curvas que parecen argos góticos», según un crítico, Ruth Rendell consagró desde hace años sus mañanas a escribir antes de asistir en la tarde a las sesiones de la Cámara de los Lores.

Nacida el 17 de febrero de 1930 en Woodford, en las afueras de Londres, esta hija de profesores trabajó varios años como reportera para una cadena de diarios locales. Según rumores, tuvo que abandonar su puesto en Chigwell Times a raíz de un artículo sobre una cena en el club de tenis local en la que no estuvo. La periodista no mencionó la muerte súbita del orador invitado esa noche.

Homosexualidad, desapariciones, muerte de niños

En 1964, creó el inspector Reginald Wexford, el personaje de muchas otras novelas, que se parecía como una gota de agua a su padre fallecido. Sus investigaciones la llevarían a adentrarse en los males de la sociedad británica: violencia doméstica, racismo y pobreza. «Me gusta mostrar la sociedad tal como es», solía decir.

Esta serie, situada en la pequeña ciudad inexistente de Kingsmarkham y que comprende más de 20 volúmenes, fue adaptada para la televisión y difundida durante trece años.

«A la gente le gustan mis libros, sobre todo los policíacos, porque se han apegado al personaje de Reg Wexford. Su vida, su familia, que he ido construyendo a lo largo de los libros, apasionan a los lectores. Si lo piensan bien, las historias más populares del mundo son las que cuentan el destino de las familias, los destinos del hombre que evoluciona en el seno de una comunidad», aseguraba.

Y es que desde que empezó a escribir siempre trató de indagar, entender por qué un ser humano puede matar a otro o por qué la perversidad y la locura son inherentes a los individuos. A Rendell le fascinaba el lado oscuro de la naturaleza humana.

A partir de 1964, Ruth Rendell empezó a tener una alta productividad: un libro cada ocho o nueve meses.

Paralelamente, empezó a escribir obras más psicológicas, una especie de novelas policíacas sin policías, en las que la investigación contaba menos que las circunstancias que llevaron al crimen, así como en otras historias de suspense firmadas con el pseudónimo de Barbara Vine.

En su técnica literaria hacía uso del intertexto, utilizando clásicos de la literatura para crear, a partir de ellos, nuevos argumentos, como por ejemplo, en Carne Trémula (1986) en la que utiliza elementos de Crimen y castigo de Dostoievski.

En algunos de sus libros, como «El Lobo para el matadero» la escritora sabía poner el acento en el gesto en apariencia banal que va a revelar el asesino o la víctima.

La homosexualidad, la desaparición o la muerte de niños, la búsqueda de identidad eran temas a menudo tratados. «Me interesa mucho la pasión que suscitan los niños», decía esta madre de un hijo que tenía dos nietos. Y es que la «la literatura concede muy poco espacio a este sentimiento», estimaba esta mujer comprometida en la lucha contra el analfabetismo.