El escritor colombiano Gabriel García Márquez ha fallecido este jueves en su domicilio en la Ciudad de México, según ha avanzado el diario mexicano Reforma. El médico personal García Márquez había advertido de su estado «delicado» solo unas horas antes y su familia había pedido prudencia.
«Mil años de soledad y tristeza por la muerte del más grande colombiano de todos los tiempos! Solidaridad y condolencias a la Gaba y familia», escribió el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en su cuenta en Twitter.
El pasado 8 de abril García Márquez, ganador del Nobel de literatura en 1982, había salido en estado «delicado» del prestigioso Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán de Ciudad de México, después de haber estado ocho días internado por un cuadro de neumonía.
Desde entonces había permanecido bajo vigilancia médica en su residencia de la capital mexicana, desde donde su familia reiteró que el estado de salud del Nobel era «muy frágil».
El médico, Jorge Oseguera, visitó dos veces al escritor en su domicilio el pasado miércoles, a las 13:00 horas y luego a las 19:25 de la noche, según ha detallado la emisora Caracol Radio.
Gabo, como se conocía afectuosamente al escritor, estuvo ocho días ingresado en un hospital de Ciudad de México hasta el martes de la semana pasada, aquejado por un proceso de infección pulmonar y en las vías urinarias del que se estaba recuperando en su casa.
Su vida, su obra
El escritor colombiano Gabriel García Márquez, fallecido este jueves, fue el más conocido y leído autor del realismo mágico latinoamericano, la corriente que en el siglo XX sacudió la literatura en español.
Nacido el 6 de marzo de 1927 en el pueblo de Aracataca, en la zona Caribe de Colombia, García Márquez dejó una extensa lista de cuentos y novelas, de la cual «Cien años de soledad» (1967) es considerada como su obra cumbre.
Ambientada en el mítico Macondo, «Cien años de soledad» fue escrita en extenuantes jornadas en Ciudad de México, donde la familia acumulaba deudas, y para enviar enviar el original mecanografiado a Argentina tuvo que empeñar la estufa, según reveló su biógrafo Gerald Martin.
Pero la recompensa le llegó en 1972, cuando por ella obtuvo el premio latinoamericano de novela Rómulo Gallegos.
En 1982 recibió el premio Nobel de literatura, y es recordado por haber acudido a la ceremonia en Estocolmo vestido de liqui-liqui, el tradicional atuendo caribeño.
Entonces, en un discurso de intenso contenido político, definió sus narraciones como «una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual este colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte».
Informal, amistoso y bromista, Gabo, como cariñosamente le llamaban sus amigos y sus lectores, se crió con sus abuelos maternos Nicolás Márquez, un veterano de la Guerra de los Mil Días, y Tranquilina Iguarán, quien le llenó de fantásticos relatos.
Aunque su vida estuvo marcada por la literatura y el periodismo –entre sus frases más celebres figuran «escribo para que me quieran mis amigos» y «el periodismo es el mejor oficio del mundo»–, García Márquez estuvo siempre cerca de la política.
Amigo de Fidel Castro, de Omar Torrijos y de Bill Clinton, defendió la revolución cubana y la sandinista, abogó por los exiliados de las dictaduras del Cono Sur, y fue miembro del Tribunal Bertrand Russell contra crímenes de guerra.
García Márquez estuvo en Cuba como periodista por primera vez en enero de 1959 en los albores de la revolución, y fue corresponsal de la agencia cubana Prensa Latina en Bogotá en ese año y en Nueva York en 1960.
Su amistad con Castro comenzó a mediados de los años 1970 y le ha valido las críticas de numerosos intelectuales. Pero el colombiano nunca ha ocultado su admiración por el líder cubano, a quien visitó hasta 2008 en la isla.
«Nuestra amistad fue fruto de una relación cultivada durante muchos años en que el número de conversaciones, siempre para mí amenas, sumaron centenares», comentó Castro en aquella ocasión.
García Márquez salió de Colombia en 1954, cuando su crónica en el diario El Espectador sobre un naufragio, publicada años más tarde como «Relato de un náufrago», molestó al régimen del general Gustavo Rojas Pinilla y los directivos del periódico decidieron enviarlo a Europa.
Viajó entonces a Ginebra, Roma y París, donde en un apartamento del Barrio Latino concibió y terminó «El coronel no tiene quién le escriba».
En 1961, junto a su esposa Mercedes Barcha, llegó a Ciudad de México, donde residió la mayor parte de su vida. Allí trabó amistad con el escritor mexicano Carlos Fuentes, su compañero en la escritura varios guiones para cine que no tuvieron éxito.
Después de la publicación de «Cien años de soledad» se trasladó a Barcelona (España), donde conoció al peruano, también Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa. Ambos tuvieron una importante amistad rota abruptamente en 1976, con un puñetazo que marcó su distancia no solo en lo personal sino también en las posiciones políticas.
Sobre los motivos de ese incidente se especuló a lo largo de casi 40 años. Pero sin que ninguno de los dos lo aclarase nunca. «Vamos a dejar sin responder esa pregunta. Es un acuerdo que tenemos García Márquez y yo. Vamos a dejar a nuestros biógrafos, si los merecemos, que investiguen la cuestión», dijo en 2012 el Nobel peruano.
Su última novela publicada fue «Memoria de mis putas tristes», en 2004. En los años recientes, García Márquez estuvo alejado de la vida pública desde que fue diagnosticado de un linfoma en 1999. Su última aparición pública fue en marzo, cuando festegó con la prensa su iniversario 87 en la puerta de su casa en México, donde recibió flores y pasteles y cantó junto a los reporteros.
Además de su riquísma obra literaria, dejó como legado la Fundación del Nuevo Periodismo en Cartagena (Colombia) y la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños (Cuba).
Con dificultades por la nube de periodistas que hacían guardia, el coche fúnebre partió de la casa acompañado de tres patrullas policiales y realizó un breve recorrido hasta la cercana funeraria J. García López, del barrio de San Ángel.
El fallecimiento del escritor ocurrió a las 14H00 locales (19H00 GMT), según el oficial Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México (Conaculta). Por el momento no ha habido declaraciones de los familiares que estaban con él, su esposa Mercedes Barcha y sus hijos Rodrigo y Gonzalo.
Varios amigos de la familia han ingresado en la casa sin tampoco hablar, entre ellos el escritor y fotógrafo colombiano Guillermo Angulo.
Mónica Hérnandez, una asistente ejecutiva de 28 años, fue la primera de la inmensa legión de admiradores de García Márquez que acudió a dejar un ramo de margaritas frente a la casa. «Es uno de mis autores consentidos vine a mostrar mi respeto», afirmó.
El gobierno colombiano ofreció apoyo logístico a la familia en caso de que deseen que García Márquez sea enterrado en su país mientras el presidente de Conaculta, Rafael Tovar, avanzó que en México se le podría realizar un homenaje «de acuerdo al tamaño del personaje».