El Salvador
martes 26 de noviembre de 2024
Arte-y-cultura

Miles de figurantes reconstituyen en Leipzig derrota de Napoleón

por Redacción


Esta afición por las reconstituciones de batallas se explica por el hecho de que permiten "revivir la historia" de manera más fiel que un en "museo polvoriento".

Miles de figurantes de toda Europa reconstituyen este domingo la «Batalla de las Naciones» en Leipzig (este de Alemania), una de las mayores confrontaciones de las guerras napoleónicas que se saldó con una derrota del emperador francés hace 200 años.

Unos 6.000 figurantes reconstituirán los combates de octubre de 1813, unos de los más sangrientos de la historia europea del siglo XIX, ante cerca de 30.000 espectadores.

Entonces, las monarquías prusiana, austriaca, rusa, sueca y británica, aliadas contra el emperador, lograron en Leipzig una victoria decisiva que supuso el repliegue de la Gran Armada hacia Francia, tras el desastre de la campaña en Rusia.

Cerca de 100.000 soldados, de un total de 600.000 movilizados del 16 al 19 de octubre de 1813, murieron en la batalla.

La reconstitución del domingo quiere hacer hincapié más bien en la «reconciliación» de los pueblos, según el alemán Michel Kothe, miembro de la Asociación «Batalla de las Naciones» que organiza el evento.

«Contrariamente a lo que ocurrió en la época, los representantes de 28 países acamparán pacíficamente antes de la batalla», agregó.

Estrella de la reconstitución, Frank Samson, un abogado parisino de 46 años, especializado en infracciones de tráfico, suele ponerse el uniforme del emperador desde 2005.

Como todos los figurantes, este apasionado del siglo XIX es voluntario. «A veces han propuesto pagarme, pero para mí es una afición. En Leipzig yo pago todo», dijo a la AFP.

Según él, un uniforme de Napoleón cuesta entre 1.000 y 1.500 euros, pero el de un mariscal es todavía más caro: cerca de 10.000 euros.

Al igual que Frank Samson, que se lleva a su esposa y a sus dos hijos a casi todas sus aventuras napoleónicas, muchos figurantes han convencido a sus familias para que participen en el espectáculo.

Para mejorar su papel, Samson aprende desde hace un año y medio el corso, la lengua materna de Napoleón. «Nunca hablaría inglés en un campo de batalla ya que Napoleón no lo sabía», asegura.

Desde hace siete años, también practica la equitación.

Para imitar al emperador, hay que tener un «humor de perros y colérico. Hay que caminar muy rápido, de forma que los oficiales no paren de correr detrás mío». Según él, Napoleón era una persona muy nerviosa que gritaba todo el tiempo a los oficiales, «para regocijo de los soldados».

Pero el «drama» de Samson es medir «dos centímetros más» que el original.

Esta afición por las reconstituciones de batallas se explica, según Kothe, por el hecho de que permiten «revivir la historia» de manera más fiel que un en «museo polvoriento».

La victoria de Leipzig en 1813 supuso la inflexión del dominio napoleónico en los Estados alemanes y tuvo una enorme repercusión en Alemania. «Fue un poderoso mito nacional», reconoce el alemán Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo.

Después de Leipzig, Alemania, constituida durante siglos por una multitud de pequeños estados, prosiguió su camino hacia la unificación, concluida en 1871 bajo dominio prusiano, con la proclamación del Imperio Alemán, al término de otra derrota de Francia.

Frank Samson ya se «regocija con galopar sobre la nieve en Austerlitz», una de las grandes victorias napoleónicas, pero se emociona con la reconstitución de la derrota, dentro de dos años, en Waterloo.