Cuatro siglos después de la muerte de Miguel de Cervantes, el ayuntamiento de Madrid decidió financiar las investigaciones para encontrar los restos del ilustre autor de «El Quijote», para «pagar una deuda importantísima» con el padre de la literatura española.
«Encontrar la tumba de Cervantes sería pagar una deuda importantísima con el príncipe de las letras en España, con quizá el personaje que ha tenido más transcendencia en la historia de la humanidad desde España», explicó este jueves a la AFP el director general del patrimonio cultural del ayuntamiento madrileño, José Francisco García.
Publicado en dos partes, en 1605 y 1615, en sus primeras ediciones, «el Quijote ha tenido una transcendencia y una influencia universal», subraya.
«Sería un proyecto cultural para la ciudad de Madrid de los más importantes que podamos contemplar en este momento», agrega, antes de advertir: «hay que ser prudentes, estamos en una fase inicial».
Nacido en 1547 en la vieja ciudad universitaria de Alcalá de Henares, cerca de Madrid, el escritor pasó los últimos años en el centro de la capital, en el ahora llamado Barrio de las Letras. en homenaje a sus célebres habitantes: Cervantes, Lope de Vega y los dos grandes rivales literarios del Siglo de Oro, Francisco de Quevedo y Luis de Góngora.
Un barrio que destacaba en aquella época por «el gran número de los miembros de la farándula y la bohemia, además de autores de todo tipo, que allí vivían», escribió el historiador Fernando de Prado, que presentó al ayuntamiento el proyecto de búsqueda de los restos de Cervantes.
El autor de «El Quijote» fue enterrado en este barrio en abril de 1616, en la iglesia de las Trinitarias.
Pero se ignora el lugar exacto de su sepultura, perdido con el paso del tiempo y las obras de ampliación de esta iglesia y del convento adyacente, de fachada de ladrillos rojos.
Durante años, pareció difícil excavar en el lugar, donde viven aún las religiosas, buscando a ciegas en una iglesia declarada patrimonio cultural de la ciudad en 1921.
Sin embargo «la tecnología ha avanzado lo suficiente para que nos garanticen ahora que se puede emprender el estudio con el georradar, de manera a determinar con bastante solvencia donde hay enterrados restos humanos», explica García.
El manco de Lepanto
El ayuntamiento de Madrid asignó un presupuesto de 12.000 a 14.000 euros a la primera fase de análisis histórico y a las posteriores búsquedas con georradar, que deberían comenzar «en las próximas semanas».
El objetivo es que «antes del verano tengamos ya una conclusión sobre si tenemos posibilidad de iniciar la excavación arqueológica o no», agrega García. El proyecto «ya tiene la autorización por parte de las propietarias, la congregación de las monjas, y de la comunidad de Madrid», añade.
La excavación sólo se lanzará si las búsquedas logran localizar restos humanos en una zona claramente definida.
Al menos otras dos personas fueron enterradas en este lugar, según De Prado, que relataba en su informe el entierro de Cervantes, tras una muerte fechada el 22 o el 23 de abril de 1616 según los historiadores.
«Amortajado en humilde sayal de la orden Tercera de San Francisco, en la que había profesado poco antes, dentro de un modesto ataúd, las manos sobre el pecho sosteniendo un crucifijo de madera y la cara descubierta (…) fue conducido a su entierro el sábado 23 de abril al que, tal vez, fuera el más modesto convento de Madrid».
Para los antropólogos, el trabajo después debería ser fácil.
«Nos aseguran con bastante fiabilidad que si se encuentran estos restos se podrá determinar si se corresponden a Miguel de Cervantes por características físicas especiales que tenía», afirma De Padro.
Cervantes fue apodado «el manco de Lepanto» tras haber sido herido en el pecho y perdido el uso de la mano derecha durante la legendaria batalla naval de Lepanto (1571), ganada por la Santa Alianza contra los Turcos.
«Cervantes tuvo inútil esa mano durante 45 años. Un antropólogo forense puede identificar este tipo de lesiones osteológicas que servirían como prueba identificativa», asegura.