La Cachada Teatro se originó en el año 2011, en un taller actoral que Egly Larreynaga, actriz y directora teatral salvadoreña, impartió a mujeres que vendían en mercados y dejaban a sus hijos en una guardería de una ONG ubicada en Mejicanos, San Salvador.
Fueron más de 25 mujeres las que iniciaron el taller, pero al concluirlo solo quedaron cinco: Ruth, Magdalena Evelyn, Magali y Wendy, quienes pasaron a conformar el elenco actual. Además, Kathy, estudiante de historia de la Universidad de El Salvador (UES).
Magdalena recuerda que cuando no había conocido el arte, se sentía poco valorada; su mirada siempre estaba baja, pero luego todo cambió y su ánimo y valoración personal creció de forma positiva. Asimismo, cuenta que a sus compañeras, el teatro les ha ayudado no solo a mejorar su autoestima y a descubrir su talento artístico, sino a cambiar su carácter y humor.
El hijo de Ruth, un joven de 18 años, constata lo anterior, ya que con una sonrisa en su rostro enumera los cambios que ha visto en su madre ahora que es actriz. “Antes ella llegaba y nomás entraba a la casa nos empezaba a golpear a mí y a mi hermano; hoy es diferente, ella llega, nos abraza y nos besa. Ahora es mejor”
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Algunas de sus compañeras expresaron sentir pena cuando iniciaron en la actuación ¿Les daba pena decir que son actrices?
Ruth: A mí me pregunta si yo soy actriz, y yo no puedo decir que sí. Ahora que yo conozco esto de ser actriz sé que es algo tan grande que uno nunca termina de aprender, siempre va más y más allá.
Magdalena: En un principio a mí me daba pena que la gente llegara a la tortillería y dijeran “ayer la vi en un reportaje de la televisión”, a mí me daba pena porque yo torteando y yo solo decía “¿ah, nombre?”
¿Cuál ha sido la reacción más emotiva que han recibido de sus familiares o amigos desde que es actriz?
Ruth: Mi hijo me dijo que estaba orgulloso de mí, es lo más grande que me ha podido decir. Con mi mami no hablamos mucho del tema, por lo menos hoy ya no critica (como lo hacía antes), ya eso es un halago.
Magda: El día del estreno fue a vernos mi mami y ella sintió mucho orgullo, el hecho de verla ahí con esa sala llena, yo pude ver su cara de orgullo. A parte que tiene muchas dificultades para aceptarlo. La que más le pesa es la religión, ella es evangélica. Entonces, no puede aceptar a puertas abiertas que lo que nosotros hacemos es bueno, porque la religión se lo impide.
Kathy: Fue el día del estreno. Algo que me ha gustado mucho es que los jóvenes que están entrando en teatro y nos están apoyando bastante.
Colectivamente, ¿Cuál ha sido la dificultad principal que han encontrado?
Egly: Económica. Somos un grupo muy pobre. Ahora ya estamos recogiendo frutos, nos salen más presentaciones, hemos logrado fondos. Ya tenemos personería jurídica, con lo que ya nos podemos postular a proyectos y cosas relacionadas. Tenemos como sueño que mejore no solamente la parte emocional sino las condiciones de vida de las integrantes.
También digo lo de económico porque antes había días que ellas no habían vendido, los niños se enfermaban y así teníamos que ensayar.
Ruth: Por ejemplo, ahora. Este día (de ensayo), las que van a vender o trabajar, no han ido a hacerlo, aunque es a diario que deben llevar para darle de comer a sus hijos. Cuando a nosotras nos pagan una presentación dejamos un porcentaje para los ensayos, porque no podemos dejar de vender, luego venir aquí e irnos con las manos vacías.
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En el 2012, las mujeres de este grupo estrenaron su primera obra llamada “Algún día” con la que han visitado diversos recintos culturales del país e incluso el penal de Quezaltepeque, en el departamento de La Libertad, donde muchas reclusas lloraron por la historia y abrazaron a las actrices cuando las hicieron recordar experiencias similares que ellas vivieron.
El año pasado, sacaron un nuevo montaje con el que han tocado la sensibilidad de miles de personas: “Si vos no hubieras nacido”, un drama que trata sobre mujeres que quedan embarazadas y dan a luz a sus hijos ante circunstancias de pobreza y de violencia obstétrica e intrafamiliar. La intención de la obra es mostrar o recordar al espectador los maltratos y adversidades que muchas mujeres viven en el país en pleno siglo XXI.
Las integrantes de La Cachada, tienen diferentes perspectivas sobre el teatro, pero coinciden en que es un recurso para reflejar la realidad sobre temas como el aborto, la violencia sexual y patrimonial en contra de muchas mujeres salvadoreñas.
Larreynaga es la directora del grupo, quien ha permitido que estas mujeres alcancen una alegría y una mejor visión de la vida. Sus aprendices aseguran que ella las ha contagiado de una «locura» que las hace apasionarse del escenario. El grupo la reconoce como una madre artística que les ha dado la capacitación profesional y gracias a ello, ahora son actrices que son bien recibidas por el público.
Durante uno de sus ensayos, Larreynaga se ve muy serena y organizada, dirigiendo a cada una de las actrices, quienes obedecen y aplican muy bien las observaciones. “La Cachada ha tenido formación artística profesional. No en el sentido de ir a una escuela, como bastantes de los actores que hay en el país, pero han recibido talleres con actores y profesores de teatro de Argentina, Colombia y España, sobre expresión corporal, de voz y creación de personajes”, expresa la directora.
¿Qué proyectos tienen a futuro?
Ruth: Pues el proyecto a futuro es prepararnos para dar talleres a otras mujeres.
Egly: El otro año ya podemos empezar a pensar qué queremos montar.
¿Siempre será sobre temas relacionados a las mujeres?
Egly: Hay dos opciones. Una de ellas es una obra escrita y dirigida por una amiga mía. Aunque no sé si me va a decir que sí.
Magdalena: Tocar esos temas que están ahí pero que no se habla mucho de ellos; es como ponérselo a la gente para que no vuelvan a ver a otro lado y vean que esto es así.
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El sábado 25 de junio, La Cachada se presentó en uno de los teatros más reconocidos a nivel nacional, ubicado en un centro comercial de San Salvador. Tras la función el público se puso de pie y aplaudió durante casi tres minutos.
En las primeras filas se encontraba Sara, una sexagenaria amante del arte, quien disfrutó la obra y no pudo contener las lágrimas por la trama de la obra.
“Es casi imposible no sacar una lágrima con este drama tan realista”, recalcó la mujer que salió satisfecha de la puesta en escena sobre mujeres que nunca disfrutaron su infancia por ser madres involuntariamente o que lo fueron en medio de situaciones inhumanas que coartaron sus sueños y felicidad.
“Ojalá nacieran más proyectos de cultura que apoyaran a mujeres como ellas, porque aquí talento hay, pero dinero nunca y si lo hay, solo es para lucecitas o banquetes de diputados” dice Sara mientras las mujeres de La Cachada salen del escenario a prepararse para su próxima presentación.