El museo Städel de Fráncfort presenta la primera retrospectiva del pintor expresionista alemán Emil Nolde (1867-1956) organizada en 25 años en su país, con numerosas escenas de la Biblia, la vida berlinesa y paisajes del norte de Alemania.
La exposición, hasta el 15 de junio, ofrece a lo largo de 12 capítulos y 140 cuadros (lienzos, acuarelas y grabados) una presentación cronológica de la obra del pintor.
El primer cuadro de uno de los artistas más apreciados del movimiento expresionista, «Los gigantes de las montañas» (1895-96), apunta ya al gusto de Nolde por lo fantástico y lo grotesco, que impregnaría toda su producción.
Nolde fue celebrado rápidamente como un artista de primer plano, y en 1927, al cumplir 60 años, se le dedicaron 460 exposiciones, y sus cuadros se expusieron en 21 museos.
Sin embargo su estrella se apagó con la llegada al poder de los nazis, a pesar de su nacionalismo y su adhesión al Partido Nacionalsocialista.
Su políptico «La vida de Cristo» (1911-1912), expuesto ahora en Fráncfort, fue por ejemplo decretado como «arte degenerado» por el régimen nazi, que lo expuso como ejemplo de «desviación» en Munich entre 1937 y 1938.
«Nolde era una persona ambivalente», reconoce Christian Ring, director de la fundación «Seebüll Ada und Emil Nolde», que presta una gran parte de las obras expuestas.
«Pero lo más importante es que su arte no cambió. Se mantuvo fiel a su lenguaje pictórico. Por eso podemos seguir apreciando su obra», añade.
Durante el período nazi, sus cuadros fueron prohibidos y retirados de los museos, y el autor no tenía derecho ni a vender ni a pintar.
Con ayuda de amigos y de vendedores que le facilitaron el material necesario, consiguió pintar 1.300 acuarelas de pequeño formato, algunas de ellas expuestas en el museo Städel.
Rehabilitado tras la guerra, Nolde dedicó sus últimos años a los paisajes del norte de Alemania, pintando marinas y jardines, y haciendo gala de nuevo de un dominio magistral de los colores.