La justicia rusa declaró este martes culpables a los tres acusados del ataque con ácido que hirió gravemente al director artístico del teatro Bolshói, entre ellos al bailarín Pavel Dimitrichenko, condenado a seis años de prisión por haberlo planeado.
Yuri Zarutski, el hombre que lanzó el ácido a la cara de Serguei Filin en enero, fue condenado a diez años y el tercer acusado en el caso, el chófer Andrei Lipatov, que facilitó la huida, a cuatro.
Dimitrichenko y Lipatov cumplirán su pena en un campo de régimen severo y Zarutski en un campo de régimen especial. La fiscalía había pedido nueve años contra Dimitrichenko, diez contra Zarutski y seis contra Lipatov.
La jueza Elena Maximova también impuso el pago de 3,5 millones de rublos (77.600 euros) a los acusados en concepto de daños y perjuicios.
El abogado de Dimitrichenko, Serguei Kadyrov, dijo que la condena era «injusta» y que apelaría el fallo, mientras que la abogada de Filin, Tatiana Stukalova, todavía tiene que consultarlo con su cliente.
Los tres acusados estaban siendo juzgados desde mediados de octubre en un tribunal del distrito moscovita de Mechanski por el ataque cometido el 17 de enero contra el director artístico del teatro cuando salía de su casa.
Según la jueza, los tres se pusieron de acuerdo para cometer el crimen.
«Dimitrichenko estaba descontento con el reparto de los papeles y las primas a los artistas de Filin y elaboró un plan criminal», dijo la jueza.
El bailarín, de 29 años, esposado dentro de la jaula de los acusados que había en el tribunal, sonrió a su padre cuando anunciaron el veredicto.
Durante el juicio, Dimitrichenko negó haber querido herir deliberadamente a Filin pero reconoció haber pedido que le dieran una paliza. Por su parte Zarutski, la persona que ejecutó el ataque, reconoció que el ácido fue idea suya.
Tras el ataque Serguei Filin, de 43 años, tuvo que recibir injertos de piel y fue operado de los ojos varias veces en Alemania. En septiembre había vuelto a trabajar al teatro, protegido por un guardaespaldas, pero poco después tuvo que volver a Alemania para curarse los ojos de nuevo.
Rivales sin piedad
El caso ha puesto a la luz las rivalidades sin piedad entre los bailarines del célebre teatro Bolshói, el más prestigioso de Rusia y conocido en el todo el mundo.
El caso también tuvo consecuencias en la organización del teatro y el bailarín principal de la compañía, Nikolai Tsiskaridze, en conflicto con Filin, fue despedido en junio por haber dudado de la gravedad de las heridas de su rival.
El exdirector del teatro, Anatoli Iksanov, acusó además a Tsiskaridze de haber instigado la agresión.
Un mes más tarde, sin embargo, Iksanov también fue despedido.
El teatro se ha visto afectado por otros escándalos. A mediados de noviembre una bailarina estadounidense, Joy Womack, explicó en una entrevista al periódico Izvestia que dejó el Bolshói porque le pidieron 10.000 dólares si quería ser solista.
Y el pasado lunes el director de orquesta y director musical del teatro, Vasili Sinaiski, dimitió tan sólo quince días antes del esperado estreno de la ópera «Don Carlo», de Verdi, según anunció el director general del Bolshói, Vladimir Urin.
Urin, el reemplazante de Iksanov, tiene por misión restablecer el orden dentro del teatro y mejorar su imagen.