Con el Premio Nobel otorgado a Alice Munro, la literatura de Canadá encuentra su lugar en el mundo, después de que sus escritores se han sentido durante años subestimados a pesar de sus contribuciones al universo de las letras.
Se puede decir que Munro es la primera canadiense en recibir el prestigioso premio de la Academia sueca -Saul Bellow, nacido en Montreal, lo recibió en 1976, pero como se mudó a Chicago a los nueve años se considera un autor estadounidense-.
Con su típica modestia, Munro, de 82 años y escritora desde los 11, dijo al aceptar el galardón el jueves que se sentía contenta no solo por ella, sino por el efecto positivo que el Nobel tendrá para los escritores de su país.
«Me alegra particularmente que haber ganado este premio deje contentos a muchos canadienses. Estoy feliz también de que esto traiga más atención sobre la literatura de Canadá», celebró.
Los temas y el estilo de la autora de «El Progreso del amor» (1986), «Secretos a voces» (1994) o «Demasiada felicidad» (2009), marcado por silencios, y por la presencia de un narrador que explica el sentido de los acontecimientos, le valieron ser conocida como la «Chéjov de Canadá», en referencia al escritor ruso Antón Chéjov.
Reconocimiento a los escritores canadienses
Desde el primer ministro Stephen Harper hasta sus compatriotas a lo largo y ancho del país, se regocijaron con el reconocimiento mundial otorgado a uno de los suyos.
«Munro es una gigante de la literatura canadiense», dijo Harper a través de un comunicado, agregando que «toda la obra excepcional de Munro y este logro monumental incitará a los escritores canadienses de todos los niveles a trabajar para alcanzar la excelencia en el campo literario y seguir su pasión por la escritura».
Ted Arnott, miembro del Parlamento canadiense, escribió en su cuenta en Twitter: «El Premio Nobel de Literatura de Alice Munro le dará a los escritores canadienses el reconocimiento mundial que han merecido durante largo tiempo».
«¡Hurra!», celebró otra gran dama de la literatura anglófona canadiense, Margaret Atwood, cuyo nombre había sido mencionado como una posible merecedora del premio.
Canadá tiene una floreciente tradición literaria, con luminarias como Atwood, Michael Ondaatje y la novelista Carol Shields, que ha obtenido un Premio Pulitzer.
Entre los prominentes escritores en lengua francesa de esta nación bilingüe se encuentran Marie-Claire Blais, Anne Hebert, Gabrielle Roy y Michel Tremblay.
Orgullo canadiense
Robert Sirman, director del Consejo para las Artes de Canadá, dijo a la AFP que estaba «extremadamente contento» por el premio, tanto por el país como por la autora.
«Nuestra sensación es que Canadá ha estado compitiendo por encima de las expectativas durante muchos, muchos años en el campo de la literatura, y creemos que esto ha sido reconocido internacionalmente», dijo Sirman, señalando que Munro también ha recibido el prestigioso Premio Booker (en Gran Bretaña) y otros varios galardones.
«Al mismo tiempo, hay algo simbólico en el Premio Nobel -no podemos negarlo- y el hecho de que la competición sea particularmente grande a escala global», agregó Sirman, cuya organización es responsable de identificar y ayudar a los talentos artísticos canadienses.
Sirman destacó como «muy fortalecedor» el hecho de que, «finalmente», Canadá obtenga su lugar entre los otros muchos países del mundo que recibieron esta distinción.
El jueves, los hashtags (etiquetas) de Twitter #cancon (por «Canadian content», que significa contenido canadiense) y #Canadianpride (orgullo canadiense) se habían convertido en virales, en lo que constituyó una atípica celebración patriótica del Nobel de Munro.
«Algo extraordinariamente modesto»
La Academia Sueca describió a Munro como una «maestra de la narración breve contemporánea», género al que rara vez se le ha adjudicado el premio literario más prestigioso del mundo.
Sus compatriotas subrayaron el carácter tranquilo, discreto y típicamente canadiense de Munro, no sólo en su estilo personal, sino también en el tono y tema de sus obras.
Sirman señaló que sus cuentos «pueden pasar en Quebec así como en cualquier otro lugar del país».
«Hay algo común acerca de la forma en que Alice Munro ha arraigado su voz en la vida de pueblo. La palabra que yo usaría es modestia», continuó.
«Hay algo extraordinariamente modesto acerca de su elección del medio -el cuento- y en elegir como ambiente la realidad de los pueblos pequeños», dijo.
Es la primera vez, en 112 años, que la academia sueca premia a un autor que sólo escribe cuentos.