El director Diego Quemada Diez y los actores no profesionales de «La Jaula de Oro», docu-ficción sobre el drama humano de la migración centroamericana a Estados Unidos, siguen cosechando aplausos por el mundo y todos quieren continuar haciendo cine.
«Es increíble la recepción que tuvo la película en todo el mundo, a la gente le llega y le gusta porque habla de un tema universal», dijo Quemada Diez a la AFP tras el estreno en París, donde siguió creciendo la bola de nieve que genera un experimento cinematográfico que el director de 44 años planea repetir.
La película, que ya acumuló 33 premios en el mundo entero y cuyos jóvenes protagonistas ganaron el premio «Un cierto talento» en el pasado Festival de Cannes, relata la cruel odisea de los migrantes latinos hacia la tierra prometida del sueño americano.
Tres adolescentes, que tenían 15 años durante el casting y ahora apenas un par de años más, fueron seleccionados por Quemada Diez – español nacionalizado mexicano- entre 6.000 candidatos, entrevistados en Guatemala y las montañas de México.
Los guatemaltecos Brandon López y Karen Martínez, junto al chiapaneco Rodolfo Domínguez –un indígena trotzil que está aprendiendo español–, relataron en París cómo se prestaron a la experiencia casi por curiosidad y cómo ahora van por más.
«Fue inimaginable para nosotros», dijo Brandon López a un público de varios cientos de estudiantes de secundaria que asistieron a una sesión especial matutina, horas antes del estreno en un cine de Passy, uno de los barrios más ricos de París.
«Yo nunca pensé salir siquiera de la colonia donde vivo» en Guatemala, comentó el joven. «Al principio no me gustaba la actuación, pensaba que iba a terminar ‘La jaula de oro’ y ya…Pero me gustó mucho y creo que voy a seguir».
«En la película no actué: era yo», explica López, vestido a la americana con gorra de béisbol incluida. «Hablaba yo mismo con mis palabras, mi lenguaje, y no cambié la forma de ser en nada, salvo que ahora estoy un poco mas creído», bromea, antes de desencadenar una ovación tras acceder a una demostración en vivo de «break dance» en respuesta al pedido de una chica francesa.
«Me resultó apasionante, me encantaron los actores, era como estar en la vida real», dijo a la salida Khemais, un alumno de secundaria de 17 años. «Me sorprendió ver lo chicos que son en la realidad, en la pantalla se veían más grandes», dijo a su lado Clara, de la misma edad.
Para lograr el realismo en la pantalla de estos jóvenes convertidos en actores a medida que avanzaba la película, Quemada Diez los puso en la aventura camino al norte sin contarles demasiados detalles del argumento.
«Nosotros no conocíamos el guión, ésa fue la estrategia de Diego», explicó Karen Martínez. En el filme encarna a Sara, la muchacha que para protegerse de los múltiples peligros del cruce de fronteras se hace pasar por varón. «Lo íbamos conociendo poco a poco. Cada dos días estábamos en un lugar distinto, hubo como 120 locaciones: fue la locura total», agrega.
Ahora la joven también quiere seguir actuando. «Estoy estudiando actuación en la escuela nacional de arte dramático en Guatemala». Su proyecto es terminar la escuela y después ver. Rodolfo Domínguez manifiesta el mismo entusiasmo. «Antes yo quería salir de mi pueblo y ahora quiero más, quiero conocer todo el mundo».
Alentado por el éxito de su primer largometraje, Quemada Diez adelantó que su idea es renovar la experiencia, aunque probablemente con otros actores. La nueva película «será también un docu-ficción, una mezcla de realidad y ficción», sobre un tema «relacionado con el medio ambiente».
«Ya estoy empezando a trabajar en ella. Seguramente será con otros actores, pero el proceso es parecido: investigación, escritura, y darle voz a gente como ellos».