Le contó de eso. Se alegró. Nada es fácil. Toman vino blanco. Hay pinos. Hay rosas que trasluce con el sol. Entre las sombras y claroscuros de esas pinturas desaparece cuando más quiere encontrarle y confiarle aquellas cosas sin tiempo. O hablarle de los vagabundos descalzos por las calles de San Salvador. Hay otros mundos. Sin entender, la moda es bloquear. Aunque haya un bloqueo. Duelo. No hay fronteras en el aire de la ciudad. No ha podido saber de vos. ¿Dónde estará el tocador de madera? Estará haciendo el área para escribir o ya lo olvidó. Ella mejor Vaga por los papeles el viento los tira al aire. Sin orden. Pensando en el libro con prólogo. Aquellos caminos entre el asfalto y el silencio, donde en las callecitas al lado de las galeras, descubrió que llegaban y posaban las semillas de bálsamo.
En cama dos días reposo como oruga. Entre dolamas, lágrimas y sueño profundo. Esperando pasar al otro lado. Despierta. De nuevo en realidad con fiebre. Palabras. De moda. Ya no hay días ya los días y noches pasan, pero ella quedó prendida del tiempo.
Días antes entraron a las pinturas, entraron en la universidad, donde le vio transformado en árbol de La Palma. Camina por las aceras imaginarias que dan a la pinacoteca. Es normal tomar, jugo de naranja, whisky…vino que llegó de las manos de un ángel a mí al néctar en un vaso rojo.
Le contó hace días, varios días, en el momento de una noche cuando entró un Mysterycuco a su habitación. Un búho, lechuza, aurora… no se qué era. Un misterycucooooo.
Volando
Llegó a avisar. Llegó y entró. Lloró. Temió. Se puso alegre y afligida, sorprendida… de todo. No sabía qué hacer. Posó varios minutos en una pintura de Humano. Lloró. Después abrió la ventana y salió. Pensó en muchas cosas en los dichos de los viejos indígenas de Izalco.
Volando. Se fue en la noche. Él dijo: ¡es el Misterycuco! como su cuento favorito de Salarrué en Cuentos de Barro.
Da gracias, me dijo María. Después llegaste con un bote de perfume como aurora.
Entró primavera. Entró y el espejo de su aura pulverizó toda maldad. Un salón lleno de pinturas.
Rayos de sol le donaban a ella. Los astros se vaciaron en su fe energética. Representa a todas las flores. La llovizna al salir. Donde hay una fila de sillas y mesas. Según … Tú mandas, nada más.
Apretar el botón.
Soñar con ese día de ir a una la casa en San Salvador, esa que esta allá, con musgos en abandono, antigua y abandonada de la Costa Rica que mostraste para poder hacer un viaje común de vida, muchas callecitas. Y al final de una cuesta, hay unas gradas que parecen que van o no van como pinturas de Dalí, o de Magritte, no terminaban en nada parecía que se desvanecían, en el aire, entre la maleza.
Rayos de luna le donaban a ella. Pasó por La Galera Café. Partió sola.
La Lana perra blanca camina y corre y se puede perder, se pregunta si la volverá ver. Si, al menos en sueños a los dos. La vida le pasa y todo se escapa. Ahí enfrente se ve cerca el cerro San Jacinto y el silencio del bosque de pinos.
Aquí queda, la servilleta de Klimt, la foto de Saga niño. Guarda solo lo bonito. La vista a las estrellas. Un sofá. Los guantes morados de limpieza para cenicienta. La visita a Don Tomás. Las rosas mosqueta cerca de La Palma. Los pies húmedos del mar en Sihuapilapa, las esculturas y el abrazo de Cuyultitán, las yeguas en la finca de mangos en la costa…