El reloj marca las 10:00 de la noche. Las jugadoras tienen que entrar a sus habitaciones y todas las luces deben apagarse en el albergue de la Federación Salvadoreña de Fútbol (Fesfut) ubicada en la colonia Escalón, San Salvador. Ninguna jugadora puede andar afuera del cuarto que le ha sido asignado y mucho menos meterse en otra habitación. Esas son las reglas anunciadas por el cuerpo técnico de las selecciones femeninas, conformado por Elmer Guidos, como principal; David Hernández, como auxiliar; y Carlos Cortez, como preparador físico.
Desde el despido del técnico Ricardo Herrera a inicios de 2018, quien ha tenido el proceso más largo de selecciones femeninas (2003-2006, 2010-2011 y 2014-2018), Elmer Guidos asumió el mando, liderando la etapa “más gris” del fútbol femenino y no solo por la histórica goleada de 11-0 que sufrió El Salvador ante Costa Rica el 27 de agosto 2018 en Bradenton, Florida, Estados Unidos, durante el eliminatorio Uncaf rumbo al Mundial Femenino Francia 2019.
Siete jugadoras entrevistadas por Diario 1 desde marzo de este año, las cuales serán nombradas del 1 al 7 de acuerdo al orden en que fueron abordadas, sacan a la luz por primera vez supuestos casos de acoso sexual y discriminación por su opción sexual durante los dos meses de concentración previo al eliminatorio y durante la competencia en Florida, una de las cuales es víctima directa de acoso por parte de los entrenadores y las otras testigos referenciales.
Las futbolistas dieron sus testimonios desde el anonimato por temor a represalias, pues un padre de familia que pidió que se investigara el tema en la Fesfut desistió por intimidación. Por lo mismo, las seleccionadas tampoco se han acercado a la Fiscalía General de la República a interponer una denuncia.
Cuando el reloj marcaba las 10:00 de la noche nadie podía andar por los pasillos del albergue, y mucho menos en otras habitaciones, pero los técnicos fueron los primeros en incumplir las reglas, afirman las futbolistas que hablaron con Diario 1.
La jugadora No. 4 narra lo que vivió una noche con una compañera de selección durante la concentración en el albergue previo dicho eliminatorio. “Las luces se apagan a las 10:00 de la noche. Eran las 10:30 y ella no llegaba. Yo me preguntaba, púchica, ¿qué le pasa? Esa puerta era la habitación número 7 y se escucha bien fuerte cuando cierran. Nosotras teníamos prohibido ir a otro cuarto, pero ella apareció media hora después de apagar las luces y me dice se quedó a hablar con Guidos porque él no la dejaba ir. Él le decía cosas, como que estaba bonita, que era bien linda, que tenía buen cuerpo, que lástima que las cosas no se podían dar con ella”, recuerda.
“Todas íbamos a dejar los celulares a las 10:00 que se apagaban las luces. Entonces, cuando ella lo fue a dejar, ahí se quedó hablando con él en su cuarto”, asegura.
Afirma la jugadora No. 4 que Elmer Guidos trató de tener algo con su compañera, pero ella puso límites y no lo permitió. “Ella quizá supo cómo manejar todo y fue inteligente, pero, ¿qué tal si Guidos lo hace con personas que no saben cómo actuar ante esas situaciones?”, se plantea.
Pero el hábito de reunirse en su cuarto con jugadoras venía desde hace tiempo, cuando estuvo en el cuerpo técnico de Herrera, de acuerdo con el testimonio de la jugadora No. 1. En 2015, durante una concentración de la selección femenina sub-20 para un clasificatorio Uncaf rumbo al Premundial, vio salir a una compañera de la habitación de Guidos, a las 12:00 de la medianoche.
“Unos días antes de ir a Panamá, una jugadora salió del cuarto del profesor Guidos a media noche. Yo salí a buscar agua en ese momento y cuando salí vi que ella iba saliendo del cuarto, entonces yo me hice como que no vi nada, y me fui a mi cuarto… A partir de las 10:00 ya nadie podía salir de las habitaciones; yo salí a traer agua porque no tenía en mi cuarto. Si tenías sed y no tenías agua podías salir porque en el pasillo nos dejan el agua, pero no podías entrar a otras habitaciones. Esas reglas ellos mismos las establecieron”, manifestó.
Diario 1 abordó al seleccionador señalado, Elmer Guidos, quien asegura que la acusación de las jugadoras es falsa. “Esa acusación es grave. Es una difamación. En 2015 yo pertenecía al cuerpo técnico de fútbol playa”, manifiesta. Sin embargo, Ricardo Herrera, DT principal, aseguró que sí formó parte de su cuerpo técnico ese año.
El entrenador además plantea que “siempre que hacemos reunión las hacemos en el gimnasio con todo el grupo, los profesores y ellas, y si mandamos a llamar a alguien en particular estamos todos”, indicó, añadiendo que “nunca” se reunió a solas con alguna.
Una “nalgada” y caricias de pelo
Pero el acoso no solo se daba por la noche al llamar a las jugadoras a reunión en la habitación del técnico principal, sino también durante los entrenos o a la hora del pesaje, según el testimonio de la jugadora No. 3. Durante un amistoso de la Selecta en Cuba, de cara al eliminatorio Uncaf de Florida en 2018, la seleccionada observó que Guidos dio una nalgada a una compañera después de un entreno.
Su compañera ya le había confesado a la jugadora No. 3 que el profesor Guidos quería tocarle el trasero y que “lo iba a lograr sea como sea”, pero ella le aconsejó que no lo permitiera porque “no estaba bien” y porque “tenía que darse a respetar”.
“Yo agarro mi botella con agua, la destapo y vuelvo a ver… Cuando ella iba entrando al camerino, le deja ir la nalgada, entonces yo dije: ¡No! Solo me tomé el agua e hice como que no vi nada y me fui decepcionada para el bus. Después de eso yo no quería hablarle porque ya le había dicho que no podía permitir eso, porque era una falta de respeto”, indica la futbolista.
Lo que relata la jugadora No. 3 fue respaldado por otras dos futbolistas, que aseguran que la acosada las utilizaba de “escudo”.
“Cuando éramos las últimas en salir, ella me ponía como escudo cuando el profe Guidos le quería hacer algo y yo siempre decía: ¿Qué hago? Ella se estaba defendiendo sus espaldas para que no la tocaran”, asegura la jugadora No. 4, quien describe a su compañera supuestamente agredida como una persona “inocente, noble y fácil de manipular. A ella le pueden decir mil cosas y ella no dice nada. Se queda callada”, indica. Ante estos señalamientos, el técnico respondió: “Pregúntele a ella. Eso es totalmente falso”.
El aparente acoso del director técnico continuó con una de las jugadoras más nuevas del grupo, dicen las futbolistas, haciéndole pasar momentos muy “incómodos” tanto durante la concentración como en el eliminatorio de Florida, tiempo en el que la llamó tres veces a reunión en su habitación.
Afirman las chicas que Guidos cuidaba mucho a esta compañera y que no le permitía que se relacionase con las futbolistas que él imaginaba que eran lesbianas porque la iban a “arruinar”. Luego, la seleccionada reveló todo lo que el técnico le preguntaba en reuniones, así como las frases “incómodas” que le lanzaba.
“Cuando me llamaba al cuarto sí sentía ese miedo, porque me decía que me sentara en la cama, y yo prefería estar parada hablando con él antes de sentarme en la cama o cerca de él. Me decía usted es una niña muy linda para desperdiciarse de esa manera. Siempre me decía que era muy bonita”, recuerda la jugadora No.7.
“Por la manera como me decía que ‘era muy bonita para que ande con esas cosas’ y ‘que me iba a desperdiciar por no tener a un hombre’, porque él me preguntaba que si no tenía novio, yo le decía que no tenía, pero que andaba conociendo a alguien, me decía ‘en la U deben estar locos por usted’, había ciertas cosas que por los gestos y como él me las decía sí en cierto momento me llevó a pensar que él hubiera querido algo conmigo”, considera, agregando que “a veces me tocaba el cabello llegando por detrás” enfrente de todas, lo cual le incomodaba. Esto último también fue negado por el seleccionador Elmer Guidos. “Nada que ver”, manifestó.
Pero las frases de mal gusto no solo venían de Guidos, sino también del preparador físico, Carlos Cortez, según indica jugadora No.7. “De Carlos te lo juro que ni me quiera acordar del comentario que me hizo sentir incómoda. Me iba a pesar, nos pesaban afuera, y me dice: ‘Entrá aquí, te voy a pesar mejor’, pero me lo dijo de una manera con otro sentido. ‘Vení te voy pesar y aquí te quitás la ropa’ y yo le dije ‘no acá afuera estoy bien’ y ya sacó la báscula y me pesó afuera”, relató. Agregó que en otras ocasiones también le dijo frases como “que estaba buena”, “hoy sí ya tenés carnita” o “ya tenés más cuerpo”, al aumentar masa muscular estando en la Federación.
Carlos Cortez, por su parte, asegura que siempre realizó con profesionalismo el pesaje a jugadoras, la toma del porcentaje de grasa y el índice de masa corporal (talla y peso), donde las chicas a veces tenían que estar en top, sobre todo para la medición del pliegue subescapular (espalda) y que todo lo hacía en exteriores y acompañado de otros miembros del cuerpo técnico, por lo tanto, nunca hizo ninguna insinuación a las jugadoras.
También niega haberse referido a alguna de ellas con esas expresiones. “Tengo una hija, aparte mi mamá está viva, entonces siempre he dicho que las flores se ven, no se tocan”, resuelve. Las frases que dice que suele utilizar son: “¡Hoy ya tenés piernas para poder enfrentar un 1×1! o ¿estamos listos? ¡Vamos a tener que echar piernas!”.
Discriminación por opción sexual
La jugadora No.7 sostiene que la separaban del grupo para que las que chicas, que según el cuerpo técnico eran lesbianas, “no la hicieran así”, pero la situación también fue tensa para aquellas a las que ya les habían puesto el mote, quienes no podían ser asignadas a habitaciones de las “héreras”.
“Sentía que no me dejaban que yo me acercara a las demás, solo porque yo era así (lesbiana), según ellos. Tiraban indirectas, como que no les gustaban las personas que fueran así”, confiesa la jugadora No. 2.
“Me dejaban con una que era así, que era de La Unión, y solo con ella me dejaban siempre. A todas las rotaban y a mí siempre me dejaban solo con ella, entonces a mí ya me había incomodado eso” añade, indicando que hubo un momento en el que hasta casi la hicieron llorar, pero sus compañeras la defendieron.
Según el testimonio de la jugadora No. 1, Guidos también la tenía “tachada” dentro de las lesbianas y no toleraba que fuera muy apegada a otras compañeras. Una vez en Panamá se reunió con ese grupo cercano conformado por cuatro jugadoras en el comedor del hotel y les dijo que “no avalaba que tuvieran relaciones entre ellas”. A ella le molestó que la juzgaran de tener relaciones con una compañera y, además, la “obligaron” a revelar su opción sexual. Cuando se definió como heterosexual notó un trato diferente, según afirma.
La jugadora No. 5 también dice que los técnicos le preguntaron si era lesbiana. “Yo les respondí que sí lo soy, pero que yo estaba ahí por mi trabajo, que no le faltaba el respeto a nadie, entonces ellos me dijeron que eso no estaba bien, que no era bueno y cosas así”, sostiene. “En una ocasión me dijeron que personas como yo podían arruinar a personas ella (la jugadora No. 7)”, añade.
Elmer Guidos, por su parte, asegura que no está en contra “de las preferencias sexuales de cada quien, es muy su derecho elegir lo que quieran hacer en su vida; nada más les pedíamos respeto a la institución, al uniforme y a la señorita que no lo era (lesbiana)”.
Sin embargo, acepta que la opción sexual de las jugadoras sí influía para distribuirlas en las habitaciones: “Teníamos indicios de jugadoras que tenían esa preferencia sexual y tratábamos de siempre ponerlas juntas a ellas y a aquella que nosotros considerábamos que no tenía la tendencia, sino que era heterosexual, la colocábamos junto con otra de la misma condición”, clasificación que hacía por “deducción”.
En el fútbol masculino, la distribución se suele hacer “por posición”, es decir, quedan “los dos porteros, la pareja de centrales y así”, de acuerdo a la experiencia del mismo Carlos Cortez.
Según la jugadora N. 4, una vez escuchó al auxiliar técnico, David Hernández, decirle a Guidos “que muchas de las jugadoras lo que necesitan es estar con un hombre”. “Eso se lo dijo David a Guidos. Yo se lo escuché. Estaban platicando ellos dos y Guidos solo se puso a reír”, sostiene. “David detesta a las personas que son así (lesbianas). Él siempre tira indirectas, no tiene educación, es una persona súper machista”, respalda la jugadora No. 3.
El asistente técnico, quien dice tener poca experiencia de trabajar con fútbol femenino, también negó los señalamientos. “¿Cuándo? No, no me recuerdo, no creo yo. Yo siempre me metía a la práctica con ellas y disfrutaban que yo entrara a jugar a veces con ellas, pero en ningún momento dije eso”, afirma.
Tras el lesbianismo también salieron algunos sobrenombres en masculino con los que los técnicos se referían a algunas jugadoras y además las calificaban en escala del 1 al 10 mientras hacían ejercicio, de acuerdo a cómo eran sus cuerpos, según las futbolistas. Entre los apodos que les pusieron, según las chicas, están “Bichito”, “Niño”, “Tarzán” y “Pícoro”. “Yo cuando llegué me molesté bastante al escuchar los apodos”, dice la jugadora No. 6.
“Cuando estábamos en el gym haciendo ejercicio uno le decía al otro: ‘Mirá, ¿cuánto le ponés del 1 al 10?’ Y eso era de siempre el profe Guidos con el profe David. Nosotras haciendo el ejercicio, trabajando, y ellos calificando”, repudió la jugadora No. 5.
Guidos acepta que “a veces” las llamaban así, pero “cuando molestábamos o estábamos en armonizar y hacer ambiente”. Además, ellas “nunca me lo dijeron si les incomodaba”. David, por su parte, negó haber calificado a las jugadoras por su cuerpo.
La jugadora No. 7, que era muy cuidada por el cuerpo técnico, explica por qué la cambiaron de habitación en su primera salida con la selección. “En el primer momento que me sentí incómoda fue en el viaje a Nicaragua para un amistoso (porque) siento que hubo cierta discriminación en las preferencias sexuales. Yo por ser nueva traté de incluirme al grupo y de llevarme con todas, pero ellos me movieron de habitación para un grupo en el que ellos consideraban que tal vez no podían insinuarme algo. Yo me quedé hasta sorprendida”, confiesa.
Eso fue constante durante todo el proceso, que duró tres meses. Los profesores la hostigaban preguntándole por qué pasaba hablando con algunas compañeras que ellos consideraban lesbianas.
“(Guidos) se enojó una vez porque yo compartía con las compañeras… Me preguntaba, ¿te gustan las niñas? Yo les dije que me gustan los niños y que estoy segura de lo que soy, pero tampoco puedo ver de menos a alguien y ellas nunca me han faltado el respeto. Yo me sentía incómoda con lo que me preguntaban, vieron la molestia en mi cara, ellos notaron”, afirma, reiterando que “ellas nunca me insinuaron nada, siempre me tuvieron respeto”.
“Hubo un tiempo que ya no quería seguir yendo a entrenar porque ellos siempre estaban diciéndome eso. Si seguí fue por mi papá”, asegura.
Todo rebalsó en Florida
En estos dos meses, el cuerpo técnico forjó un grupo dividido, estigmatizado, temeroso y reprimido, con el que fue a pelear por el pase al Premundial en Bradenton, Florida, donde la tención se intensificó, primero, al colocar a un miembro del cuerpo técnico en cada casa habitada por grupos conformados por cuatro jugadoras.
Las futbolistas se sentían incómodas por tener a un hombre “desconocido” dentro de sus casas. Las jugadoras sospechan que realizaron esta distribución, y no ocupar todo el cuerpo técnico una sola casa para ellos en la IMG Academy, para estar cerca de la jugadora No. 7 que andaban “cuidando”. Elmer Guidos y David Hernández finalmente se quedaron en la misma casa que ella.
“A mí me gustaba la privacidad y el hecho de saber que estaba un hombre en la casa no nos hacía sentir tan bien, entonces nos quedábamos en el cuarto, solo salíamos a comer y a entrenar nada más”, dice la jugadora No. 6. “Yo pienso que fue adrede, aunque ellos dicen que para tenernos controladas”, agrega la jugadora No. 5.
Elmer Guidos alega que tomó esta decisión por seguridad. “Estábamos en Estados Unidos y yo viví con la selección de playa la fuga de jugadores, se nos quedó Walter Torres, si usted recuerda. La primera intención era evitar esa situación y, la segunda, la disciplina: que no estuvieran haciendo desórdenes por estar ellas solas en las casas; normamiento que si a ellas no les gustaba o no les parecía, nunca nos lo hicieron ver, porque nosotros siempre les preguntamos, ¿estamos bien? ¿Les parece?”, cuestiona.
Pero afirma la jugadora No. 7 que una vez en la IMG Academy, cuando ella estaba sola, Guidos entró en su habitación sin tocar, lo cual le incomodó. “Una vez me incomodó que yo estaba en mi cuarto, y él ni siquiera tocó la puerta, entró y me preguntó ‘qué hace aquí tan solita’, ‘qué tiene’; la manera en la que entró no me pareció, tuvo que haber tocado, porque, ¿qué tal si yo hubiera estado desnuda o cambiándome?”, se pregunta.
“Ella me contaba a mí que la acosaban, que estaba desesperada y que le daba miedo estar ahí sola en la casa con ellos”, respalda la jugadora No. 5.
Además, aseguran que en esa estancia en Florida observaron un comportamiento raro entre el preparador físico Carlos Cortez y una seleccionada con una designación importante dentro del grupo.
“En la habitación había una tina y los baños no tenían puerta, era de vidrio. Una vez la compañera nos dijo que iba a usar la tina, entonces nos salimos, y cuando íbamos para afuera iba entrando Carlos y me pregunta por ella y le dije que estaba en la tina. Él se andaba tomando un café, lo dejó y salió para donde ella. Ella estaba sin nada de ropa. Entonces entró y se estuvo un buen rato platicando con ella. Estuvieron unos 10 o 15 minutos ahí. Para mí es una falta de respeto porque ella estaba desnuda completamente”, testifica la jugadora No. 4.
“Yo iba a buscar a David (utilero), toqué y me dijeron que estaba la jugadora ahí, solo habló y dijo ‘aquí estoy’, entré al baño y lo más que me estuve fue un minuto y salí porque no iba a buscarla a ella, sino al utilero”, afirma. Al baño al que entró dice Carlos Cortez que era público y estaba enfrente. “Entré, oriné y salí de la casa porque alguien me llamó. Yo no la vi”, contrastó en preparador físico.
Pero la jugadora No. 3 también afirma haber visto en el albergue de la Fesfut, previo al viaje, a esa compañera entrar a la habitación de Cortez solo en licra y top.
Todos estos comportamientos no fueron del agrado de las futbolistas y hubo un momento en que una estalló, después que el cuerpo técnico la acusara de “amañar” un partido, tras la derrota de 6-2 sufrida ante Panamá el 29 agosto de 2018.
La jugadora No. 3 le había dicho a la compañera a la que Guidos “nalgueó” que no quería jugar dicho partido al resentirse de una lesión, pero no se lo dijo al DT. Entonces, tras esta derrota, la selección se reunió por la tarde, donde el cuerpo técnico la acusó de amaño por no decir que estaba lesionada.
Fue en ese momento que la jugadora No. 3 no pudo con las acusaciones y comenzó a sacar todo lo que tenía guardado respecto al comportamiento de los miembros del cuerpo técnico con las futbolistas.
“Ellos me estaban acusando de cosas que no eran”, dice la seleccionada. Entonces rebalsó: “Les dije que no estaba correcto que nos anden metiendo de jugadora en jugadora, que ellos eran nuestros profesores y que no estaba bien y que por qué entonces no comentaba que había tocado a una compañera, que le había pegado en las nalgas en Cuba”, indica.
Luego, Elmer Guidos preguntó a la jugadora afectada si era cierto que la había tocado, lo cual fue negado. “El profesor le preguntó en frente de todas ¿Cuándo te he tocado las nalgas? Deciles si te he tocado las nalgas, y ella respondió: ‘No’, dice la jugadora No. 4, quien estuvo en esa reunión. “Todas nos quedamos sorprendidas que lo negara porque incluso a mí también me usaba de escudo”, añade.
Esto también fue relatado por Elmer Guidos, pero de diferente forma. “Las reuní en la noche a todas y les hice ver situaciones, que se miraba que la intención de varias jugadoras era hacernos quedar mal como cuerpo técnico y que, si esa era su intención, lo habían logrado, porque quitarse un 11-0 del currículo es difícil. Entonces vino una jugadora y mencionó esa situación (nalgada). La jugadora (supuestamente afectada) se le quedó viendo admirada y le preguntó: ‘¿En qué momento ha pasado eso?’ y se increparon. Ella no halló qué decir”, sostiene.
Pero jugadora No. 7 indica que una vez un grupo de seleccionadas comenzaron a hablar sobre lo que no les gustaba del cuerpo técnico: “Unas comenzaron a comentar que no les gustaba la manera como llegan por detrás, que nos agarren por la cintura, entonces una sacó el caso de ella, de cuando le dijo que ‘hasta una nalgada le había dado’ y ella solo asintió”, afirma.
Asegura la jugadora No. 3 que después iba a sacar el caso de Carlos Cortez con su compañera, pero el preparador físico se anticipó y dijo que pararan la discusión que tal vez todo había sido un mal entendido con las acusaciones de amaño.
Tras todo lo acontecido en ese proceso, los 11 goles que les metió Costa Rica, suceso histórico por el que la Selecta femenina sí apareció en los medios, para las jugadoras “salió barata”. Es más, viajaron a ese eliminatorio sin un delegado ante la poca importancia que les da la Fesfut, según ellas.
Es por ello, que muchas futbolistas dijeron que no volverían a selección, lo cual cambió cuando la Fesfut nombró a una entrenadora, quien las convenció de volver, pero fue despedida seis meses después por “indisciplina”, aunque las jugadoras afirman que fue por apoyarlas al exigir condiciones mínimas.
Otras como la jugadora No. 7 decidieron no volver jamás. “Vienen otros procesos, si ellos siguen pueden hacerles sentir lo mismo que me hicieron sentir a mí y lo que le han hecho sentir a otras”, manifiesta, agregando que se atrevió a hablar porque “acá no juega solo una, esto es por todas”.