En un día normal —sin pandemia, sin tapabocas, sin restricciones—, el Paseo El Carmen era una hilera de bares, restaurantes, tiendas de diferentes productos, músicos, emprendedores vendiendo sus creaciones artesanales y toda clase de negocios que daban vida a esta zona emblemática de Santa Tecla.
Ahora las cosas han cambiado. Comenzaron a cambiar a mediados del pasado mes de marzo, cuando el gobierno obligó a cerrar para prevenir contagios masivos de Covid-19.
En un día sin pandemia, a las once de la mañana, se podía observar camiones con bebidas y comida surtiendo los distintos negocios. En la noche, particularmente de jueves a domingo, El Paseo El Carmen eran un hormiguero casi impenetrable.
Ahora predomina el silencio. La gente va y viene, sin detenerse. Lo único que se mira son puertas y ventanas cerradas, y letreros que rezan “se alquila” o “se vende”.
No hay música, ni comida, ni bebida para consumir en el lugar. Solo, en poquísimos casos, para llevar.
Alguno que otro restaurante funciona de manera clandestina. Pero las únicas puertas abiertas solo permiten ver ropa o suvenires.
Los pocos negocios que sobreviven han tenido que mutar y adaptarse a los tiempos modernos. Venden ropa, pero también verduras o huevos. Venden artesanías, pero también quesos y chocolates.
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El cierre
Roberto d’Aubuisson, alcalde de Santa Tecla, dice que la situación en El Paseo El Carmen es insoportable, porque muchos de los empresarios y emprendedores cerraron sus negocios para no volver jamás.
“Todo esto está parado desde marzo —dice d’Aubuisson—. Tenemos emprendedores que han perdido todos sus ahorros al punto que los que tenían locales cerraron sus negocios y no van a volver abrir ni con el anuncio que hizo el presidente Bukele”.
El alcalde explica que en tiempos normales El Paseo El Carmen funcionaba con un festival gastronómico llamado Puertas Abiertas donde se instalaban canopis con comida nacional e internacional. Después había un área infantil donde los emprendedores ofrecían diversos productos para los niños. Luego estaban los locales de artesanía, los restaurantes y discotecas.
“Todos se apoyaban unos a otros, y se daba empleo o autoempleo a más de 600 personas. Ahora muchos de ellos están sin trabajo”.
El problema, agrega d’Aubuisson, es que la alcaldía no puede dar una solución mientras el gobierno no garantice un mecanismo de reapertura.
“Desde que se anunció la primera reapertura nosotros nos comenzamos a reunir con ellos (empresarios) para establecer los protocolos… Pero lo que sucedió es que la segunda fase nunca llegó”.
Eso sí, d’Aubuisson señala que ya no puede esperar más y por eso comenzará a reunirse con los empresarios que han resistido a la pandemia.
“Nosotros hemos estado hablando con los emprendedores de Puertas Abiertas y ya tenemos el plan para el arranque de ellos. Con los restauranteros de El Paseo El Carmen no nos hemos sentado. Esperamos sentarnos esta semana. Estábamos esperando los anuncios del gobierno, pero ya no nos vamos a atrasar más, tenemos que darles una salida”.
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Si una persona cualquiera, en un momento cualquiera, decide recorrer las calles del Paseo El Carmen, solo encontrará, esquina opuesta a la alcaldía de Santa Tecla, una pastelería y una sala de belleza abiertas. Más adelante, una tienda de artesanías. Mucho más adelante, una floristería. A la siguiente cuadra, una venta de mascarillas. Luego observará puertas y más puertas cerradas, ventanas y más ventanas cerradas. Al inicio de la última cuadra, en una esquina, un estudio de tatuajes. También verá que las bancas siguen estando ahí, a los costados, intactas. Nadie se sienta. Nadie se detiene. La gente pasa de largo.
Diario 1 hizo un recorrido por el Paseo El Carmen y constató que muchos negocios cerraron producto de las medidas implementadas por el gobierno, desde marzo pasado, a raíz de la pandemia del Covid-19.
Donde antes había un restaurante, ahora hay una floristería; donde antes había un bar, ahora hay una sucursal que repara celulares.
En una esquina, un vendedor de dulces, que solía llegar por las noches, ahora solo llega por las mañanas. “Aquí todo esto está barrido”, dice, resignado, cuando uno de los periodistas se acerca a conversar con él.
La iglesia El Carmen sigue ahí, imponente, pero sus puertas están cerradas. Las dos agencias bancarias de la zona continúan funcionando. También una vieja panadería. Pero todo lo demás está paralizado.
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El colapso económico
El edil tecleño asegura que Santa Tecla tiene más de 6 mil negocios, pero de todos ellos únicamente están funcionando poco más de 470.
“Tenemos más de 5,500 empresas cerradas en todo el municipio. Sabemos que cerca de otras 500 han abierto de forma irregular, ya no les importa que los sancione el gobierno… o sea, el 20% de negocios están abiertos, el 10% funciona de forma irregular y tenemos el 80% de la economía del municipio paralizada”.
En el Paseo El Carmen, una de las zonas más afectadas por la pandemia, han cerrado 55 de los 84 negocios instalados en la zona. Así lo detalla el alcalde.
Los empresarios también están preocupados. Edwin Mendoza, propietario de Hard-Bard, relata así las secuelas de la pandemia en su negocio: “Realmente tenemos once años de estar en el Paseo El Carmen y la pandemia nos ha venido a afectar grandemente. De hecho, solo el alquiler de nosotros es de 5,600 dólares porque son dos locales. Hemos suspendido a casi 30 empleados. A parte de eso no estamos generando nada y cuando comencemos a funcionar de nuevo todo va ser pagar, pagar, pagar”.
Agrega que en estos cinco meses de paro las pérdidas ascienden a 150 mil dólares. Por eso, para detener la avalancha, creó hace un mes The Food Station, un restaurante que vende comida para llevar y a domicilio.
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Otros dos empresarios que mantienen sus negocios en pie explican que han tenido que vender productos que antes no querían vender: seviches. El problema, dice uno de ellos, es que ambos negocios están a pocos metros. Por eso, dice el otro, para variar el menú, ha incluido la sopa de pata.
“Soy el único que vende sopa de pata aquí”, expresa con una modesta sonrisa.
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Al final del recorrido, un hombre, dueño de una tienda de suvenires, se acercó al fotoperiodista de este diario para decirle que le hiciera publicidad, que recién había abierto y que las cosas estaban mal… ¿Qué sucederá después de la pandemia? ¿Abrirán los restaurantes que sobrevivan? ¿Llegarán nuevos negocios con el mismo concepto de siempre? Nadie lo sabe. Los rostros de las escasas personas que han habilitado sus negocios son una mar de incertidumbre. Eso sí, todos coinciden en algo: las cosas están mal y el escenario a futuro pinta peor. Mucho peor.