A las 9:30 a.m. del pasado martes, el expresidente de la República, Francisco Flores, fue convocado por la Comisión Especial de la Asamblea Legislativa, conformada para investigar el paradero de $10 millones donados por Taiwán.
Media hora antes de su llegada, la sesión fue instalada a la espera de recibir a los citados a este nuevo interrogatorio, en el que, además de Flores, estarían presentes el exfiscal general de la República, Romeo Barahona, como Nelson Mena Rosales, quien fuera el jefe de la Unidad de Investigación Financiera (UIF) entre el 2000 y 2005.
Unos cuantos minutos pasaban de las 9:00 am, cuando corría el rumor de la inasistencia de Flores a comparecer. Se decía que no se presentaría y hasta se hablaba, entre los pasillos del Legislativo, que habría tratado de salir del país para no estar presente en la Comisión.
Aunque las dudas crecían, los diputados dieron tiempo para su aparición. Pero esta nunca llegó. No así una correspondencia, que antes de las 10:00 a.m. había sido entregada por mensajeros para que los diputados conocieran la dispensa.
“Debido a una obligación personal estaré fuera del país y no podré atender su invitación”, rezaban las dos primeras líneas de un escrito, con fecha 28 de enero, en el que Flores plasmaría su firma.
Pero, de inmediato, un reporte del Migración y Extranjería, solicitado por los legisladores para constatar si eran ciertas las palabras de Flores, dio a conocer que en la frontera La Hachadura, Ahuachapán, el expresidente habría intentado salir de El Salvador, pese a tener la cita ante la Comisión Especial
A media mañana, la decisión de hacer una nueva convocatoria estaba tomada: el expresidente debía presentarse sin excusa alguna papara las 5:00 p.m. de ese mismo día.
De no hacerlo, los diputados habían contemplado la idea de solicitar la ayuda de agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) para hacer que acudiera a una entrevista en la que tendría que dar más detalles de qué hizo con el dinero que le donó Taiwán.
La tarde fue de expectativa y los minutos para que se llegara la hora estipulada se reducían, ante una maraña de dudas que cobraban vida.
Pero puntual, como un niño en su primer día de escuela, Flores no dejó pasar más tiempo para estar frente a la Comisión que le investiga.
Francisco Merino, del PCN; Guillermo Gallegos, de GANA; Benito Lara y Antonio Echeverría, del FMLN, y Claudia Ramírez y Jesús Grande, de Unidos por El Salvador estuvieron presentes en la nueva convocatoria. Eran las 5:21 p.m. cuando el cronómetro inició el conteo para lanzar las interrogantes.
Los legisladores se acomodaron, mientras Flores tomaba uno y otro sorbo de agua. Guillermo Gallegos abrió la ronda de preguntas.
¿Las respuestas de Flores?: “no tengo información a detalle de las donaciones”, “presumo que el informe es falso”, ”yo entregué los fondos a los destinatarios”, “yo nunca he entregado fondos a un informante”, “yo nunca cambié un cheque”, fueron algunas de las frases que repetía.
Pero Gallegos no creía en estas posiciones y aprovechó para llamarle mentiroso a Flores y advertirle, además, que si no es cierto lo declarado pronto podría atenerse a las consecuencias.
“Jamás he recibido un beneficio personal de los fondos de un país”, reiteraba Flores, a lo que de inmediato el diputado de GANA, con molestia, respondía: “eso está por verse”.
Las preguntas iban una tras otra, cada diputado tenía su turno para formularlas. Más allá de cómo se diseñó el formato de entrevista, Flores se quejó del mecanismo usado y pidió no ser interrumpido hasta que diera respuesta a cada interrogante. Trató de dejar claro y remarcar que los cheques fueron a parar a manos de “destinatarios”, de los que no quiso, pese a la insistencia, dar nombres a detalle.
Los diputados reiteraron que lo único que querían saber era el paradero de los $10 millones: ¿Ratifica usted las declaraciones que brindó el 7 de enero de 2014? ¿Quiénes eran los destinatarios? ¿Cómo se cambiaron? ¿A quién se los endosó? ¿Fue correcto saltarse la vía diplomática?
“Yo tengo el derecho de decirle lo que considero es la verdad”, repetía Flores a lo que añadía: “Yo voy a contestar como yo quiero contestar”.
Los minutos transcurrían y las respuestas parecían encajonarse. Ya no se miraba un avance claro y algunos diputados solo pedían mayor paciencia. Cuando más de cuatro horas habían pasado, fue el mismo Flores el que pidió reprogramar la sesión instalada.
“Ya no tiene mucho sentido porque ya estoy agotado del interrogatorio”, fueron las palabras de Flores, cerca de las 8:50 p.m. “Con su permiso me voy a retirar”, continuaba Flores, pero los diputados no terminaban ahí y seguían el interrogatorio.
Aunque el exmandatario se comprometía a volver la próxima semana, pero los funcionarios decidieron no darle más larga, instalándole una nueva sesión para este jueves, a las 3:00 p.m.