El Salvador
viernes 29 de noviembre de 2024
Nacionales

La aparente enajenación del presunto asesino de Karla Turcios

por Redacción


Presunto asesino de periodista se enfrenta a 50 años de cárcel.

Siempre que las cámaras lo cercan, Mario Alberto Huezo Portillo hunde la mirada al frente como si vagara en pensamientos gaseosos pareciendo embutido autísticamente en realidades ajenas a la que en ese momento vive su cuerpo de carne y hueso. Este lunes, que comenzó la vista pública o juicio en su contra por el feminicidio de su expareja Karla Turcios, volvió a llegar a los tribunales encerrado en su ensayada y artificiosa enajenación.

El Juzgado Especializado de Sentencia para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres, de San Salvador, programó para toda la semana la audiencia en su contra en la que se prevé que 40 testigos declaren en su contra.

“La acusación está sustentada totalmente en prueba pericial, testimonial y vasta”, aseguró la fiscal del caso en declaraciones pronunciadas antes de iniciar la audiencia.

Adelantó, además, que la Fiscalía General de la República (FGR) pedirá 50 años de cárcel para Huezo Portillo por el crimen de la periodista de La Prensa Gráfica perpetrado el 14 de abril de 2018.

En un primer momento se habló de una desaparición. O al menos esa fue la primera coartada del imputado: acudió a la delegación centro de la Policía Nacional Civil (PNC) para denunciar que su esposa había desaparecido. Unas horas más tarde un grupo de investigadores encontró el cadáver a orillas de la carretera Longitudinal del Norte, específicamente en el cantón Palo Galán, Santa Rosa Guachipilín, Santa Ana.

En su cabeza tenía dos bolsas y moretones en todo el cuerpo. También un trauma en el cuello por el que se concluyó que muy probablemente había muerto estrangulada.

Los fiscales que tomaron el caso fueron precavidos y protegieron las manos de la víctima para posteriormente tomar muestras de sus uñas en las que era probable que se encontraran restos de ADN de su victimario.

Después de ser llevado a reconocer el cuerpo, Huezo Portillo fue a la Fiscalía General a pronunciar declaración. El propósito de los fiscales era comenzar a delimitar líneas de investigación. Desde ese momento quedaron claras tres hipótesis.

Howard Cotto, entonces director de la PNC, explicó que la casa en la que Turcios y Huezo vivían con el hijo que procrearon no había sido abierta violentamente. Él había dicho que salió a hacer unos mandados y la había dejado a ella en ropa de dormir descansando pues un día antes de desaparecer había trabajado hasta tarde.

Unos dos días después Turcios fue velada. En el ritual su esposo se comportó nervioso, ansioso, profería palabras sin sentido y el comportamiento luctuoso que se supone debía tener parecía simplemente fingido.

El lunes 23 de abril todo quedó al descubierto: la PNC lo capturó por ser el único sospechoso del feminicidio.

La hipótesis que la Fiscalía probará es que la mató entre las diez de la mañana a las doce del mediodía del 14 de abril de 2018 y después llevó el cadáver al cantón de Santa Rosa Guachipilín. A unos siete kilómetros de distancia la PNC encontró el teléfono de la víctima.

Su cuerpo, asimismo, fue encontrado con la misma ropa que vestía la noche del viernes cuando él fue a traerla a su trabajo.

La prueba que terminó de delatarlo fue la siguiente: en la casa habían dejado una nota que decía “adiós a su hija lic p-rro”. En uno de los interrogatorios Huezo Portillo, por error, mostró una nota similar a los investigadores.