La Fiscalía General de la República informó este miércoles sobre la desarticulación de una red de narcotráfico y contrabando liderada por el alcalde municipal de Pasaquina (La Unión), Carlos José Ramírez Umanzor, su síndico Felipe Evelio Ramírez, y Santos Ernesto Luna, este último hermano de José Natividad Luna −conocido como Chepe Luna− cabecilla de la banda de Los Perrones que fue asesinado en Honduras.
Santos Ernesto Luna y el resto de detenidos reactivaron las operaciones de la banda de transportistas que conformaron Los Perrones, con la llegada a la silla edilicia de Ramírez el 2015, bajo la bandera del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
Carlos José Ramírez Umanzor, según un informante consultado por Diario 1, era el eslabón encargado de transportar cargamentos de narcóticos desde Honduras hacia El Salvador. Por su parte, Santos Ernesto Luna es el heredero natural del capo Chepe Luna y Los Perrones.
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José Natividad Luna Pereira nació en el cantón Santa Clarita del municipio de Pasaquina, departamento de La Unión. Era un empresario transportista que tenía doble nacionalidad, hondureña y salvadoreña. Era próspero en sus negocios de transporte urbano e interurbano y de carga, pero desde el año 2009 pasó a ser el objetivo de una investigación coordinada por los Estados Unidos.
Los inicios delictivos de Chepe Luna se remontan al contrabando de lácteos y bienes ilegales, convirtiéndose en el cabecilla del “Cártel de los Quesos”, al ver la facilidad de permear la seguridad fronteriza de El Amatillo la mercancía cambiaría a polvos blanquecinos. Esto no tardó.
El contrabando de lácteos proporcionó a la estructura criminal la habilidad para burlar a la autoridad que intentó atraparlo. El dinero brotó. Y con esto ya no hubo necesidad de burlas, sino de compra de voluntades.
La banda de narcotransportistas comenzó a expandirse en operaciones.
Según investigaciones, la droga provenía de puertos clandestinos de Ecuador, donde eran transportadas por lanchas rápidas haciendo escalas ayudadas de estructuras locales en las costas centroamericanas, hasta llegar al Golfo de Fonseca, donde atracaban y eran distribuidas en contenedores y conducidas por cabezales, propiedad de la banda de Los Perrones.
La investigación señalaba a Chepe Luna como el socio fundador de la banda de Los Perrones, estructura encargada de transportar cargamentos de narcóticos por el oriente del país. Esta fue la primera estructura fecundada por la corrupción del sistema judicial del país. Así lo señalan información difundida en el libro Los Infiltrados del periodista salvadoreño Héctor Silva Ávalos.
La Fiscalía General de la República (FGR) y la Policía Nacional Civil (PNC) montaron al menos cuatro operativos para capturar a un Chepe Luna, que no era tan escurridizo. Cualquiera se escapa con facilidad con el nivel de información que poseía y amigos uniformados. Las administraciones Flores y Saca intentaron detenerlo, ninguna pudo.
Tras revelaciones de fotografías filtradas, se conoció que uno de los amigos de Chepe Luna era el exdirector de la PNC, Ricardo Mauricio Menesses Orellana, así como conexiones con exjefes de las Divisiones Antinarcóticos, Finanzas, Inteligencia, Fronteras e Investigación Criminal; todas policiales.
En el año 2009 con la llegada de Zaira Navas a la Inspectoría General de la PNC, se inició un proceso de investigación institucional que arrojó una de las pruebas más contundentes de la protección institucional a la estructura de Chepe Luna.
Los expedientes abiertos contra jefaturas policiales no prosperaron, ya que a iniciativa de los partidos ARENA, GANA, PCN y PDC, en la Asamblea Legislativa se creó una comisión que investigara la actuación de la inspectora Navas, señalando que las investigaciones internar respondía a una persecución contra los oficiales del Ejército o de la extinta Policía Nacional, que conformaron las primeras promociones de la PNC. Navas se vio forzada a dimitir y los señalados fueron sobreseídos por su sucesor, Carlos Rodolfo Linares Ascencio.
Las investigaciones le sugirieron a Chepe Luna que huyera y así lo hizo. Su refugio lo encontró en Honduras, se segunda nacionalidad. Su centro de operaciones se estableció en el barrio Villeda de Comayagüela. En esta nueva etapa, el narcotransportista fue acusado y absuelto de narcotráfico. Pero Chepe Luna se valió de su empresa Transportes Ulúa para continuar operaciones. Sus unidades circulaban de Tegucigalpa a El Progreso y Yoro.
Mientras Chepe Luna huía sus cómplices Daniel Quezada, Reynerio de Jesús Flores Lazo, Juan Colorado fueron y condenados por narcotráfico y lavado de dinero.
El 25 de junio de 2016, Chepe Luna fue atacado por cuatro sicarios integrantes de una pandilla que opera en Tegucigalpa. Su cuerpo fue encontrado en el portón de ingreso de su empresa en Comayagüela con 12 impactos de bala.
Información de la Policía de Honduras reveló que sicarios armados con fusiles AK-47 se bajaron de una camioneta gris e ingresaron al parqueo de la terminal de buses “Mi Esperanza”. Los sicarios impactaron el cuerpo de Chepe Luna, pero descargaron sus armas en el rostro del cabecilla de la banda de Los Perrones.
La hipótesis de la muerte de Chepe Luna fueron diversas: tanto que fueron sus narcorivales, como la que se aferró la Policía hondureña, ajuste de cuentas pagado por la competencia en el negocio de buses y camiones. Lo cierto es que se pensó que con Chepe Luna el narcotransporte de oriente había muerto.
Los Perrones se reagruparon y logrado descentralizar su poder.
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El caso Pasaquina, como lo ha bautizado la Fiscalía, demuestra que Los Perrones no se acabaron. Al contrario mutaron y diversificaron sus operaciones extendiendo su núcleo de operaciones y alcanzaron la administración pública.