El Salvador
lunes 10 de marzo de 2025

Jorge Hernández: El amante del poder y el dinero

por Redacción

Los mejores negocios que hizo Jorge Hernández fueron con el gobierno de Saca. Pero ha hecho negocios en todos los últimos gobiernos. Supo aproximarse a Mauricio Funes y últimamente a algunos de los colaboradores más cercanos de Salvador Sánchez Cerén.

A Jorge Hernández le gusta el poder. Con los poderosos hace negocios. Tal vez por eso un testigo recuerda cómo, hace muchos años, durante un viaje de periodistas a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, invitados por el entonces presidente Elías Antonio Saca, Hernández dijo seriamente a sus colegas que quería llegar a ser presidente de El Salvador.

Sus colegas se quedaron sorprendidos con la confesión de Jorge Hernández. Frente a las dudas les respondió a sus amigos que les hablaba en serio y que daría una batalla personal para alcanzar una candidatura presidencial.

Sus colegas susurraron que Hernández estaba loco o se le habían subido sus deseos de tener cada vez más y más poder. Pero Hernández siempre creyó que si un periodista como Saca llegaba al poder, él también podía seguir ese camino.

Jorge Hernández nunca llegó a ser, ni siquiera, precandidato presidencial pero hubo un momento de su historia personal que sí pidió ayuda para llegar a lanzar su candidatura.

Esa es una realidad personal de Jorge Hernández: Siempre debe estar cerca del poder o protegido por él. Sin algún poderoso a su lado se siente intranquilo, cree que pierde hasta la respiración, según personas que lo conocen.

Cuando ocurrió lo de Nueva York, Jorge Hernández realmente tenía una buena dosis de poder. Era el vicepresidente de noticias de la Telecorporación Salvadoreña (TCS). Saca lo consultaba con mucha frecuencia. Vendía por debajo de la mesa contenidos a empresarios ricos. Siempre se presentaba como aliado de los hombres más poderosos de El Salvador. Las cuentas bancarias crecían.

Cuando un rico y poderoso empresario no lo invitaba a sus fiestas se amargaba. Siempre quería estar conectado con ellos. Siempre quería venderle alguna propuesta aunque sus actuaciones riñeran con la ética periodística.

En realidad, Jorge Hernández nunca se sintió periodista. Se sentía como un verdadero mercader de la comunicación. No un periodista. Era un aceptable preguntador. No un periodista completo con todas sus cualidades.

Todo eso hizo que las cuentas bancarias de Jorge Hernández cada vez se inflamaran más porque tenía grandes negocios, junto a su esposa, con el Estado. Si gobernaba Saca, su principal padrino en ese tiempo, sabía que él estaría bien. Podía pedirle lo que fuera. Y lo que más le pedía era manejar contratos de publicidad de algunas instituciones del Estado con los que él y su mujer podían manejar mucho dinero.

Jorge Hernández llegó, incluso, a manejar una planilla secreta para pagar periodistas y gestiones de comunicaciones que él manejaba a su antojo. Ese dinero se lo entregaba, mensualmente, o Elmer Charlaix, secretario privado de Saca; o Julio Rank, secretario de Comunicaciones del gobierno de ese entonces.

Por eso es que la Fiscalía General de la República le investiga las cuentas bancarias desde ese tiempo en que descuidadamente manejaba tanto dinero.

Incluso, algunos planes que le pedía Saca los manejaba al lado del primo de este, Herbert Saca, uno de los operadores políticos más oscuros de la historia de El Salvador.

Era evidentemente que manejar esas pequeñas fortunas le dejaba mucho dinero a Hernández, quien desde el principio de la campaña política de Saca fue un hombre cercano a este, junto a los hermanos José Luis Saca o Alejandro Saca, Francisco Laínez y algunos otros.

Junto al poder

Jorge Hernández, quien había pasado de ser un periodista mediocre en canal 12 o canal 33, por primera vez en su vida acumulaba altos ratings por sus apariciones los canales de televisión de TCS.

Entonces, comenzó a sufrir los primeros impactos de la fama en espíritus débiles: Se creyó una carta presidenciable. Decía que para desplazar a cualquiera tendría el apoyo de los dos hombres más poderosos de El Salvador en aquella época: Elías Antonio Saca y Boris Eserki, su patrono en TCS.

Camino a su objetivo presidenciable comenzó a buscar la amistad con empresarios como Roberto Murray Meza, Carlos Calleja, Ricardo Poma y otros. Intentaba comprender, desde su nueva perspectiva, el mundo empresarial más alto de El Salvador. Su problema fue que ahí nunca lo tomaron en serio.

Además, a Jorge Hernández le gustaba el glamur, las discotecas de lujo, las amantes, las cosas fáciles y todo aquello que lo llevara al poder y a las mujeres.

Al principio, Jorge Hernández comenzó a acumular fortalezas y se volvió un hombre de extrema confianza de Saca y Boris Eserki y el hijo de este.

Pero pronto esos acercamientos al más alto nivel del poder fueron cambiando a Jorge Hernández, quien ni siquiera recordaba que había salido de una populosa colonia de Soyapango. Ahora también le gustaba, y bastante, el dinero porque sus niveles de vida crecían aceleradamente. También sus aspiraciones.

Por eso es que también comenzó a vender favores del poder público a cambio de comisiones o participaciones en negocios.

Eso hizo que alguna gente comenzara a desconfiar de él y de sus actos. También Jorge Hernández asumía posiciones muy paradójicas. Por momentos se le veía rodeado de guardaespaldas asignados por el gobierno de Saca. Los vigilantes entraban atropellando a los restaurantes más caros de San Salvador.

Para justificar todos los guardaespaldas, decía a sus amigos, que estaba amenazado por radicales de izquierda.

Pero poco después se le miraba abrazado con algunos de los principales excomandantes de la antigua guerrilla y decía que la derecha ya no le inspiraba confianza.

Los mejores negocios

Sin duda, los mejores negocios los hizo Jorge Hernández en el gobierno de Saca. Pero de ahí para acá ha hecho negocios en todos los últimos gobiernos. Supo aproximarse a Mauricio Funes y últimamente a algunos de los colaboradores más cercanos de Salvador Sánchez Cerén.

Pero también ha tenido, por momentos, acercamientos con instituciones como el Tribunal Supremo Electoral (TSE) en tiempos en que lo gobernaba Eugenio Chicas o Walter Araujo.

Hernández, Araujo y Chicas acabaron envueltos en un escenario de fraternales negocios que terminaron siendo muy evidentes para muchos empleados del TSE. Sobre todo en asuntos de publicidad de campañas electorales donde ganaron muchísimo dinero.

Las relaciones de los ex magistrados Araujo y Chicas con proveedores del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) dejaron tantas huellas que trascienden hasta ahora. Un ejemplo de eso es que Araujo, cercano amigo de Jorge Hernández, y de Chicas, es uno de los representantes de la empresa INDRA que vende servicios y proporciona equipos a órganos electorales para recolección de resultados electorales.

A Araujo se le miró hace algunas semanas en Managua mientras intentaba colocar algunas ventas de equipos en el Consejo Supremo Electoral de Nicaragua.

En El Salvador, INDRA vendió algunos equipos pero la compañía ha provocado grandes incumplimientos que todavía se debate legalmente este país.

Pero para algunos resulta extraño que un ex presidente del TSE, amigo cercano de Jorge Hernández, termine en Nicaragua vendiendo equipos para un viejo proveedor del TSE (ahora caído en desgracia). Todo eso es parte de los hechos que suceden alrededor de personajes que, muy unidos, manejaron las compras y los accesos a tecnología del TSE.

Esa amistad entre ellos todavía sobrevive. Tanto que, Eugenio Chicas, secretario de Comunicaciones del gobierno le estaría otorgando compras de publicidad de gobierno por $40 mil mensuales a dos medios de Jorge Hernández.

Cuarenta mil dólares mensuales para el diario La Página y TV Órbita lo consideran un verdadero exceso los expertos en publicidad. Sobre todo por el impacto de los medios de comunicación contratados.

Esos dos ejemplos muestran cómo Jorge Hernández se mueve con sus dos amigos y, para algunos, socios: Eugenio Chicas y Walter Araujo.

Todos ellos se reunían con frecuencia en uno de los niveles del edificio Avante, donde, además Jorge Hernández logró hacer contratos adicionales con el gobierno por medio de otro de sus amigos en el gobierno de Salvador Sánchez Cerén: Roberto Lorenzana, secretario Técnico de la Presidencia.

Como se ve, Jorge Hernández no puede estar alejado de alguien que no tenga una dosis de poder, cualquiera que sea el partido político que represente.

Elías Antonio Saca, los hermanos José Luis y Alejandro Saca, Boris Eserki y el hijo de este, Mauricio Funes, Euigenio Chicas, Wallter Araujo y Roberto Lorenzana. Por donde se mire a Jorge Hernández, siempre estará cerca de socios y amigos que le proporcionen una sombra del poder.