El comisionado Óscar Aguilar Hernández lucía exultante el 26 de abril, fecha en que un espectacular despliegue de fuerza bélica estatal, con soldados élite y helicópteros entre otra parafernalia, sitiaron el reparto La Campanera, un emblemático bastión pandilleril del municipio de Soyapango.
El mando policial, a quien le apodan “cachorro”, se le había otorgado el cargo de jefe del batallón antipandillas. En esa oportunidad hacía sombra al director de la PNC, Howard Augusto Coto, y era flanqueado por dos miembros del ejército.
Nadie sospecharía que una semana más tarde sería arrestado como parte de un operativo contra los implicados en la participación de la tregua entre pandillas.
La Fiscalía General de la República le adjudica el delito de «asociaciones ilícitas» en todo un entramado revelado este martes por el Ministerio Público, dentro del cual se giraron 21 órdenes de captura, entre ellas la del antiguo mediador de la tregua, Raúl Mijango.
Aguilar Hernández era el jefe del Centro de Inteligencia Policial durante la tregua, cargo al que había sido movido desde la jefatura de la delegación de Soyapango, como parte de una serie de movimientos realizados en el marco de la llegada del General Francisco Salinas a la dirección de la PNC.
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Según la teoría del caso presentada por la Fiscalía, «cachorro» era el coordinador de los viáticos, transporte y comunicación del personal policial que participó en la tregua, además de participar en la recolección de armas que los pandilleros realizaron como «gestos de buena voluntad».
El Ministerio Público mencionó incluso que llegó a transportar a cabecillas de pandillas en su mismo vehículo para trasladarlos a actividades relacionadas con la tregua.
Como parte de sus antecedentes, el comisionado integraba en 2012 un grupo de mandos policiales que tenían expedientes abiertos por indisciplina, pero dichos expedientes fueron cerrados ese mismo año y ninguno de los comisionados sancionado.
Además, es mencionado en el libro «Los Infiltrados» del periodista Héctor Silva Ávalos, en el que se le señala de tener pactos con contrabandistas en la zona oriental del país, para el tiempo en que se desempeñaba como jefe de la División de Finanzas de la corporación policial. “Cachorro”, de acuerdo con el libro, tenía tratos directos con altas estructuras de contrabandistas, en las que acordaban beneficios judiciales a cambio de sobornos.
Además del comisionado, otros mandos medios que obedecían órdenes directas de él, como el inspector Luis Alonso Aguilar y el subinspector José Roberto Castellanos, fueron detenidos bajo los cargos de tráfico ilícito de objetos en centros penales y asociaciones ilícitas.