El Salvador
lunes 25 de noviembre de 2024

La comunidad de Raúl Mijango

por Redacción


El vecindario de Raúl Mijango es pobre. Se nota de entrada. Una comunidad de Mejicanos donde domina el Barrio 18 y casas destroyer como vecinas.

Para llegar a la casa de Raúl Mijango hay que dejar la carretera pavimentada y hacer un tramo de más o menos un kilómetro sobre una calle de tierra en una zona semi-rural del municipio de Mejicanos, en San Salvador.

Mijango, conocido por ser el ex mediador de la tregua entre pandillas durante los años 2012 y mediados de 2013, fue capturado por la Policía Nacional Civil (PNC) el pasado martes, acusado de organizar, junto a una veintena de personas más varios ilícitos dentro y fuera del sistema carcelario del país.

Junto a Mijango también fueron capturados dos directores de centros penales, tres ex directores, altos mandos de la policía, agentes de inteligencia y miembros del Consejo Criminológico del sistema penitenciario. Sin embargo, fue el exguerrillero a quien la fiscalía señaló como principal organizador de los ilícitos.

En una conferencia de prensa montada el mismo día de las capturas, el fiscal general Douglas Meléndez afirmó que, hasta el momento, las investigaciones sugieren que Mijango tenía control sobre funcionarios como el ex director de Centros Penales, Nelson Rauda, y otros funcionarios para brindar beneficios a los pandilleros durante la tregua.

Fue por ello que este jueves, más de 24 horas después de su captura, la fiscalía giró orden de allanamiento en la vivienda de Mijango, ubicada en el caserío San Roque, Mejicanos.

“Todos los días pasaba por aquí. No tenía un horario fijo pero siempre pasaba. Y aunque no quisiera (risas), a huevo tenía que pasar porque es el único camino que hay”, dijo un policía destacado en el puesto de San Roque.

El vecindario de Raúl Mijango es pobre. Se nota de entrada. Las casas son, en su mayoría, hechas de lámina y bloque sin pintar. Según los agentes, aunque es originario de Santa Cruz Michapa, Cuscatlán, Mijango tenía varios años de vivir aquí con su familia.

Foto: Salvador Sagastizado / DIario1

Foto: Salvador Sagastizado / DIario1

Para llegar a la casa del ex mediador de las pandillas hay que avanzar por un camino estrecho con una quebrada amenazante a un lado y cruzar a la izquierda por un callejón de tierra suelta.

Los vecinos de Mijango son dos casas destroyer. En un sector dominado por la clica de los Tiny Winey de la facción “Sur” del Barrio 18, la de mijango es una de las pocas casas que no ha sido tomada y destruida por la pandilla.

Esta noche, la noche en que hemos llegado para observar el allanamiento de la vivienda del exmediador hace frío en la comunidad Santa Elena. La calle para llegar a la casa es una pendiente y a media subida hay un grupo de periodistas que, pasada la media noche, aún esperan a que un agente salga y les diga lo que han encontrado.

Sin embargo, el silencio se ha tragado todo alrededor y a doscientos metros de ellos podemos escuchar hasta nuestros propios respiros.

Miramos a ambos lados. El monte es espeso para donde quiera que se vea y la única luz que nos guía es la de un camión de la policía que está estacionado ahí hace varias horas.

Foto: Salvador Sagastizado / DIario1

Foto: Salvador Sagastizado / DIario1

Pero no estamos solos. Un sujeto que viste una camisa roja nos mira desde una colina a un lado de la calle. Detrás de él hay una champa de láminas y madera y un foco amarillo que lo evidencia. Nos observa detenidamente y ni siquiera intenta esconderse. Parece que ha estado ahí durante horas.

Avanzamos en dirección a la casa, tratando de no volver a ver al desconocido de camisa roja, pero antes de llegar hay otra cosa que nos llama la atención. Una casa de dos plantas con evidencias de haber sido quemada está a la par de la de Mijango. Cuencas sin puertas ni ventanas decoran la pared principal. Arriba hay otros dos hoyos que dejan ver la oscuridad del interior de la casa.

Adentro solo hay tierra, monte y basura. Latas de cerveza, un cincho y algunas prendas de mujer. Las paredes han sido decoradas con placazos del Barrio 18 por todos lados. Parece que hubo una o varias fiestas recientemente. Latas de cerveza y botellas de alcohol vacías están tiradas en las esquinas.

Afuera sigue el silencio. Pasada la medianoche lo único que irrumpe la tranquilidad son los ladridos de los perros y luego el silencio. Otra vez.

Casi a la 1:00 de la madrugada, los policías por fin salieron. Dos de ellos se suben al camión de la División Técnica y Científica de la policía y evitan a los periodistas que les gritan a lo lejos por una declaración.

Uno de ellos, vistiendo un pasamontañas, se acerca a la cinta amarilla y la retira con pasividad. “¿Qué encontraron allá adentro?”, pregunta un periodista. El agente se mantiene callado unos segundos y luego responde que no tiene nada que decir porque no ha sido autorizado para hablar.

Foto: Salvador Sagastizado / DIario1

Foto: Salvador Sagastizado / DIario1

Avanzamos hacia la casa, después de quitada la cinta y los policías se marchan. Subimos por donde ellos bajaron y buscamos la entrada a la casa. Subimos una pequeña pendiente de tierra y piedras que hacen las veces de gradas y encontramos más silencio y otra casa abandonada.

Solo las paredes con cuencas donde debería haber paredes han quedado de pie donde debería haber una casa, pero esta es otra casa destoyer. A ambos lados de la casa de Mijango es lo único que hay. Dos casas destroyer con evidencias de fiestas recientes: latas de cervezas y botellas de alcohol.

Ninguna luz, ningún sonido. Nadie con quién hablar.

Sin mayores resultados que haber encontrado dos casas abandonadas y las puertas de la casa de Mijango cerradas, los periodistas volvemos por donde vinimos. Bajando por la pendiente donde hace unos minutos estaba la policía, ahora solo quedan un par de vehículos. Incluso donde había un sujeto viéndonos a lo lejos ya no hay nadie. Aquí reina el silencio.