Un grupo de policías avanza sigiloso sobre una vereda de polvo y hojas secas que conduce hacia una casa de bahareque. Algunos van de civil y otros uniformados. Todos portan sus armas. Eran cerca de las diez de la mañana, y en el cantón Michapita había silencio. Adentro de la casa estaban reunidos cerca de una docena de pandilleros también armados. Las balas no habían sonado.
Los policías continuaron avanzando en silencio y rodearon la casa. Uno de ellos rodeaba una pila de cemento cerca de la puerta principal cuando un disparo rompió el silencio y la piel del policía que cayó abatido botando sangre. Los demás se dispersaron y comenzó un tiroteo.
Este dispositivo, según dijo una fuente policial que relató los hechos, había sido dirigido por un “testigo criteriado” que los llevó hasta el lugar para “entregar” a los otros pandilleros que estaban adentro de la casa. Pero los agentes no esperaron que los delincuentes estuvieran tan preparados.
El tiroteo continuó y otro agente cayó abatido. Las armas que los investigadores andaban no bastaban para las de los pandilleros. Uno de los investigadores pidió refuerzos de emergencia mientras continuaban disparando para ganar tiempo. El saldo para entonces ya era desalentador: dos policías muertos y tres más con heridas en varias partes del cuerpo. Uno de estos últimos tenía un tiro en la boca que le estaba provocando la asfixia con su propia sangre.
Los fallecidos eran dos investigadores. El primero fue identificado como Francisco Salvador Martínez y José Luis Letona.
De inmediato, un ejército de policías y soldados acorraló la zona del caserío La Rinconada, del cantón Michapita, en Santa Cruz Michapa, Cuscatlán. Las patrullas iban y venían. Los pick ups con soldados y un bus con elementos de la Unidad del Mantenimiento del Orden (UMO), que es utilizada, entre otras cosas, para sofocar motines en los penales y desarticular protestas violentas, también llegó al lugar.
Un helicóptero del 911 llegó al lugar para trasladar de emergencia a los agentes heridos hacia un hospital, mientras que camiones repletos de soldados y pick ups con policías del Grupo de Reacción Policial (GRP), Grupo de Operaciones Especiales (GOPES) y la UMO llegaban al lugar para desplegar un dispositivo en la zona.
Los pandilleros, atrincherados en la casa, se gastaban cartucho tras cartucho disparando contra los policías. Estos últimos, ya con pocas balas esperaban los refuerzos cerca de la casa, a unos dos kilómetros de la calle principal. Hasta que por fin llegaron.
En poco tiempo los pandilleros estaban rodeados y llovieron más balas. El operativo que se desplegó hasta algunos cantones y caseríos aledaños no dejó capturas, pero el dispositivo alrededor de la casa sí dejó resultados. Seis personas más murieron en el tiroteo. Cuatro eran hombres y dos mujeres. Todos supuestamente pandilleros.
En una escena que evocaba sentimientos de guerra, policías y militares se desplegaban por la zona fuertemente armados a enfrentarse con los pandilleros que huyeron de la casa al verse acorralados.
Aunque el director de la Policía Nacional Civil (PNC), Howard Cotto, quien también se hizo presente a la escena, explicó que “algunos” de los ocho muertos en el enfrentamiento que se prolongó por casi cinco horas, dos eran policías y cuatro pandilleros.
Por su parte, Allan Hernández, Jefe de áreas Especializadas de la Fiscalía confirmó que solo cuatro de ellos eran miembros de la pandilla Barrio 18 en su facción “Sureños”, mientras que las dos mujeres murieron circunstancialmente.
Con estos dos últimos agentes fallecidos, la PNC ya suma 16 bajas en lo que va del año; sin embargo, esta es la primera ocasión en el año en que mueren dos agentes en un enfrentamiento al cual se encaminaron con considerable apoyo.
Ante esto, el director de la institución negó que se trate de una mejora en las técnicas de combate de las pandillas, y aclaró que se trató de una desventaja que los agentes no se esperaban.
“Eventualmente pudiera ser que ellos (pandilleros) hubieran detectado previamente la presencia de nuestra unidad. Ellos se encontraban al interior de una vivienda. No estamos hablando de una emboscada ni nada que se le parezca”, dijo Cotto.
Ante la cantidad de refuerzos que incluyó incluso a un bus de elementos de la UMO, el director también explicó que se trató de “una situación en la que se ve claramente que la Policía ha logrado, a través del trabajo de inteligencia, el movimiento de estos grupos que ha desembocado en un incremento de la cantidad de intercambios de disparos”.